7: Familia

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—Mi vida, ¿dónde has estado? Te estaba buscando —me dijo mi madre nada más abrir la puerta de casa.

—He quedado con una amiga.

Mi madre estaba en la cocina, por lo que podía observar terminando de colocar la compra que habría hecho esta tarde.

—¿Aeri?

—No, otra.

Pude notar su mirada sobre mí. Ya me imaginaba qué ocurriría a continuación.

—¿Has hecho una amiga? ¿Cómo se llama? —preguntó animada.

No me sorprendía aquella felicidad. Toda mi vida he sido reservada, apenas salía con gente y si lo hacia era Aeri y alguno de mis primos. No necesitaba más, no quería poner en riesgo a nadie.

—Se llama Winter, pero ella...

—¿Qué le sucede? —me miró.

—Es como yo.

—¿Sí? ¿De tu edad? —preguntó despreocupada.

—No mamá, es como yo —enfaticé. Esta vez mi madre paró de pasar el trapo por la encimera y me miró desde la distancia.

—Ella... ¿También...?

—No es fuego, ella es hielo.

—Hielo... Wow. ¿De ahí su nombre?

—Sí, de ahí su nombre.

Mi madre se quedó en silencio unos segundos intentando procesar la información que acababa de decirle.

—Pero cariño, —dijo acercándose a mí—. ¿estas segura de que no te esta mintiendo ni nada?

—Estoy segura, cuando la vi lo sentí aquí —me señalé el pecho—, me ha explicado cómo le sucedió y desde cuando lo sabe... Ademas de que ella desprende agua cuando se pone nerviosa.

—Como tú con el fuego.

—Exacto, mamá —suspiré sentándome en el sofá. Ella se puso a mi lado y mi acarició el cabello.

—¿Cómo te sientes?

La miré a los ojos y cuando la vi con su rostro de preocupación, de confusión, no pude evitar romperme a llorar. No sabía exactamente por qué lloraba, supongo que porque me sentía de una manera que nunca había sentido antes. Debería sentirme extraña, pero después de aquel encuentro... Me sentí de una manera que jamás había sentido, ni siquiera con mi familia. Me sentí cálida, plena. Supongo que ese sentimiento era algo a lo que no estaba familiarizada por mucho que quisiera a la gente que me rodeaba.

—Cariño... Ven aquí —me abrazó dejando un beso en mi frente. Intenté calmarme en cuanto se puso en contacto conmigo, yo sabía que estaba ardiendo en esos momentos pero aún así mi madre se mantuvo en aquel abrazo.

—Ya está, ya está —dije secándome las lagrimas—, es solo que... Cuando estoy con ella siento que las cosas están bien, siento que soy normal.

Mi madre sonrió. Continué.

—Llevo tantos años perdida, mamá... He pasado meses y meses sin rumbo, sin entender que hacía en esta vida, sin saber quién soy... Y ahora, con solo ver a una persona, con solo mirarla, me siento llena.

Mi madre sujetó mi mano y dejó un beso en ella. Sus ojos estaban cubiertos de lágrimas.

—Desde el primer momento en el que tu padre y yo te vimos supimos que eras especial, ¿sabes? Que tenías algo distinto al resto y eso te hizo maravillosa —ella acarició mi rostro delicadamente—. Yo solo quiero que seas feliz, cariño. Es lo que una madre siempre querrá para su hija.

La Ley de la Naturaleza - winrinaWhere stories live. Discover now