Latidos de corazón y amargura

19 | Querido mejor amigo

29 de julio, 2022

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Querido mejor amigo,

Sí, tú eres mi mejor amigo. Aunque duela decirlo, también eres el único en estos momentos. Por mucho que extrañe a todos, tú eres el que me acompaña en estos días solitarios.

Déjame decirte que la única razón por la cual estoy escribiendo esto, es porque jamás vas a encontrarlo y nunca podrás leerlo.

Primera confesión, me enamoré de ti.

Me enamoré de mi amigo el payaso, porque siempre me haces reír. Me enamoré de tu preocupación por mí, y de quien soy cuando estoy contigo. Me enamoré porque me haces olvidar todo lo malo que hay en mi vida, porque contigo, solo queda felicidad.

Me enamoré porque me haces reír hasta que me duele el estómago. Me enamoré de ese abrazo que me diste en mi cumpleaños, y esos dibujos que dejaste en mi cuaderno.

Me enamoré de mi mejor amigo, qué cliché más estúpido.

Con el frío de diciembre, llegó tu confesión.

Resultó que no podía estar más equivocada, y ese corazón alegre y soñador que creía libre, ya tenía dueño.

Y digo «dueño» así, en masculino.

Porque en mi mente creía que te enamorabas de mí con cada sonrisa que te daba, a medida que enero se disolvía en el aire y entraba el aroma a rosas de San Valentín que viene con febrero. Pero me equivoqué, y nos gusta lo mismo.

Segunda confesión, me rompiste el corazón.

Pero hoy en día creo que no lo sabes, o quizá simplemente lo ignoras. Pero la verdad es que aún recuerdo encerrarme con las ventanillas arriba en el carro, y gritar, y llorar, y reclamarle al cielo, como una niña pequeña a la que no le compran un dulce. Como si el cielo se fuera a compadecer de mí, y este fuera a bajarme una nube.

La realidad es que pensé que serías ese chico de amarillo, que me iba a enseñar la maravilla del verde.

Pero no fue así, y resulta gracioso.

A pesar de eso, seguimos siendo amigos. Y es extraño, pues siento que te conozco. Si es que las almas son reales, las nuestras se conocían desde antes. Eso es lo que siento, porque te quiero como jamás había querido.

Patética, ¿eh?

El amor y la amistad no son cosas diferentes. Ambos son la misma necesidad de querer estar cerca de alguien, de querer abrazarlo y no dejarlo ir, de querer vivir a su lado y sonreír. Es mentira que el amor y la amistad están hechos de cosas diferentes, porque yo te quiero para toda una vida.

Tercera confesión, eres la decepción amorosa más bonita que he tenido en mi vida.

Y no cambiaría mi corazón roto por nada, no cambiaría nada de la historia que se escribió desde el momento en el que te dije un hola. No cambiaría nada por mucho que me vuelva una egoísta, porque a pesar de todo, tú sigues conmigo. Por eso te llamo querido mejor amigo.

Cuarta confesión, ojalá no me doliera tanto sentir que te avergüenzo.

Cuando te tomo de la mano, cuando te doy un abrazo, cuando apoyo mi cabeza en tu hombro, lo único que aparece es tu miedo a que piensen que somos dos enamorados.

No lo somos, y nunca lo seremos. Mi mente rebelde pregunta fugazmente, ¿Tan malo es que piensen eso? ¿Tan desagradable sería enamorarse de mí?

Pero por ese miedo que sale de tu boca, es que suelto tu mano, corto el abrazo y me apoyo en otro lado.

Porque es eso, en mi corazón siento que te incomodo, que te avergüenzo, que te da pena que te vean conmigo...

Sé que tienes muchos miedos, pero ojalá tus miedos no me afectaran de esta manera. Ojalá pudiera saludar a tu familia sin que te de vergüenza lo que puedan pensar de mí, de nosotros.

Ojalá pudieras vestir del color que quieras, sin que yo tenga que sentirme culpable por regalarte un gorro rosado, sin que yo tenga que llorar después de pensar que me excedí en un abrazo. Que me excedí en una carta. Que me excedí en quererte.

Que me excedí en llamarte querido mejor amigo...

Porque quizás...quizás yo no soy tan especial para ti, como tú lo eres para mí.