{05}

83 20 46
                                    

Bienvenido al mundo de la lcura


        Luego de ese día en el bosque, los encuentros eventuales, a veces fortuitos, muchos programados, fueron dándose con el pasar de los días. Notas intercambiadas, durante cambio de clases, durante el almuerzo, o haciendo alguna clase de deporte, tampoco podían faltar.

Ya no había motivo para la lejanía. Tampoco estaba dispuesto tan siquiera a considerarla.

La fresca brisa de esa noche entraba por la pequeña y única ventana del lugar, evitando que me asfixiara con lo sofocante que era estar con todos reunidos en el mismo lugar, más aún cuando no le hablaba a casi nadie. Me encontraba sentado en el suelo, con la espalda recargada sobre mi cama mientras observaba las manecillas de mi reloj corriendo. Tan concentrado estaba que ni siquiera había notado cuando es que Santiago había llegado hasta mi lado.

—¿Qué tanto miras?—cuestionó llamando mi atención, terminando de secar su cabello.

—Nada. Sólo cuento los minutos—murmuré sin siquiera inmutarme un poco—¿El baño estuvo bien?

—Estuvo refrescante.

Dijo, más yo no respondí. Así que, seguramente pensando cómo hacerme hablar, carraspeo la garganta.

—Los exámenes están casi a la vuelta de la esquina—habló dejándose caer sobre su cama—Las institutrices no saben hacer otra cosa más que tenernos tan estresados a todos. ¡Mira! Incluso Ithan ya se durmió, ese niño no se duerme tan fácil.

—Debe estar cansado—respondí levantándome desinteresadamente en realidad.

—Si, bueno—dijo soltando un pesado suspiro—Supongo que para las chicas debe ser igual. Seguro Dionora ya se ha de haber escabullido hasta la biblioteca.

—¿Cómo lo sabes?—pregunté mirándole.

Él sonrió. Sabía perfectamente que había dado en el blanco.

—Bueno. Es lo que acostumbra a hacer. La biblioteca es su lugar favorito en todo el mundo. Además...

Pero ni siquiera me espere a que terminara de hablar. Había escuchado biblioteca y Nora en la misma oración. ¿Qué más necesitaba?

—¡Oye! ¡Jungkook!—me llamó, pero yo me negué a voltear—¿Qué crees qué haces?—me cuestionó interrumpiendo mi paso al sujetarme de la muñeca—El toque de queda es pronto. Si una profesora entra y no te ve, van a castigarte.

—No voy a tardar, o trataré al menos—dije soltándome con gentileza—Cúbreme, ¿Si?

—Ash, supongo que estas acostumbrado a siempre salirte con la tuya—murmuro antes de que yo saliera de la habitación.

Camine por el pasillo que parecía infinito, apenas alumbrado por unas cuantas lámparas, cubierto con ese tapiz que seguramente ya no duraría por mucho. Este me conducía a las escaleras para bajar al primer piso. Con cuidado, baje los escalones tratando de no hacerlos rechinar. No podía arriesgarme a ser atrapado, aún no.

Necesaria y obligatoriamente debía cruzar por la puerta que abría paso a la oficina del rector. Me baje a gatas, y con sigilo continué hasta sentirme a salvo. Seguí caminando con tranquilidad hasta dar con la biblioteca.
Al entrar, pude observar lo solitaria que era esta, lo abandonada que la tenían, el polvo por todo el lugar los delataba.

Observe cada sección, camine entre cada estante hasta dar con su silueta.

Entonces me quede ahí, de pie mirándola. Una risa se escapó de mis labios al observar que aquella de cabellos dorados se colocaba de puntillas al no ser lo suficientemente alta como para bajar ese libro que seguramente tanto deseaba. Así que, antes de que ella notara siquiera mi presencia, me acerque y a sus espaldas estiré mi brazo para tomarlo, llamando completamente su atención.

Porque si el L⃨O⃨B⃨O⃨ aparece...Unde poveștirile trăiesc. Descoperă acum