Nuestra Noche

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Garen se secó el sudor en la frente y notó como Jayce se acercaba a la pelirroja, y sinceramente, si le preguntas, su instinto protector actuó y él no pudo evitar avanzar y tomar del brazo a la mujer que quería defender mientras su brazo abrazaba la cintura de la chica con un bote de palomitas.

Katarina lo miró desde el escondite en su brazo, sus ojos verdes centelleantes lo miraban con furia, cabreada por su atrevimiento. Ella soltó un susurro—Suéltame, idiota.

Él, por primera vez, le dedicó una sonrisa burlona y la atrajo más hacia a sí mismo, interrumpiendo lo que sea que ella fuera a decir. Jayce observó el gesto y la rabia se acumuló en su cuerpo. Estaba tan cegado por las emociones que su puño se dirigió hacia el Capitán demaciano con la intención de borrar la sonrisa de su cara. 

La pelirroja lo vio alterarse y reaccionó, apartó a Garen de un empujón y detuvo el brazo de Jayce con sus propias manos—¿Qué mierda pasa contigo Jayce? —le chillo Katarina, sujetando el brazo del chico. Aunque ella trató de convencerse a si misma en ese instante de que lo había hecho para acabar con aquella disputa, su corazón nervioso la delataba y le decía una y otra vez que aquel movimiento estaba destinado a proteger al demaciano. 

Jayce la miró, sus ojos brillando con las ganas de infligir daño. Él se sacudió, lanzándola hacia atrás con fuerza y la envió contra el pecho del Crownguard—¡Aparta, perra! —Jayce gritó. Garen reaccionó rápido y la tomó en sus brazos, abrazándola con fuerza y mirando a la mujer con apreciación. Unas repentinas ganas de estrujarla, unas fuertes ganas de besar sus labios lo abrumaron. Él maldijo en su cabeza, reprendiéndose por pensar así de la chica.

El Crownguard apartó a la pelirroja de ojos esmeralda mientras caminaba para alcancar al muchacho popular. Jayce no supo como reaccionar de otra forma más que moverse para golpear a Garen, a lo que el Capitán de Baloncesto correspondió enganchando los dos brazos de Jayce en su espalda y aguantándolo firmemente.  A los lados, los estudiantes murmuraban y cotilleaban mientras que los jugadores se reían del arrebato de su compañero de equipo. 

Pasaron unos cuantos minutos en los que solo se escuchaban los gritos enfurecidos de Jayce cuando, por fin, llegó la directora junto con el viejo profesor Graves—¡Apartad, imbéciles! —se quejó el profesor con escopeta, soltando un tiro hacia arriba para ganar la atención de los estudiantes quienes soltaron un chillido asustado ante el repentino ruido—Despejado, directora.

—Gracias, Graves —dijo la pequeña gatita con gafas mientras observaba a cada uno de los presentes por detrás del rudo profesor. Garen sintió el vello de su nuca erizarse, los ojos centelleantes y sabios de la directora se posaron sobre él y la mujer pelirroja que estaba justo detrás de sus hombros—Crownguard, Du Couteau y Talis, acompañadme a mi despacho —ordenó. Garen suspiró, vio como la Directora daba media vuelta y colocando bien sus gafas, se marchó hacia su despacho.

Graves los miró mientras apartaba a uno de los estudiantes que se apresuraba a escapar de la escena. Notó como Jayce, ahora más tranquilo, miraba hacia un lado y como poco a poco, sus pasitos iban en la dirección contraria a la gatita—¿Yendo a algún lado? —dijo el aterrador profesor, uno de los profesores más respetados de la Academia—Camina, muchacho —dijo empujando al chico hacia delante. 

Katarina observó como el chico se acercaba a ellos. Ella sintió la repentina necesidad de ponerse al lado de Garen y tomar suavemente su mano, cosa que hizo con un rubor adornando sus mofletes, e ignoró por completo la presencia de Jayce. Garen entendió y no tardó en aceptar el toque de la chica. Ella levantó la cabeza y conectó sus ojos con los de él, azules como el cielo. La pelirroja sonrió dulcemente y desvió al mirada enseguida, avergonzada por la mirada fija de Garen en ella y que no hacía más que ponerla inquieta y muy nerviosa. 

Vida ImposibleWhere stories live. Discover now