Capítulo XII

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¡Eres mía! Nuestra luna de miel 

Narrador: la coreana no podía creer lo que estaba ante sus ojos, una enorme tela cubría una cama con pequeñas cortinas de seda blancas por todo su alrededor, cuatro fogatas estaban alrededor del toldo para brindarles calor en esa noche fría pero despejada, una mesa bien decorada con sus cubiertos, copas y una botella de champan enfriándose. Un camino de pétalos señalándoles en camino de donde estaban paradas hasta la mesa y luego la cama. Detalló la cama y vio como los pétalos rojos adornaban la cama con forma de corazón, no pudo reprimir las lágrimas de felicidad que salían de sus ojos.

Lisa: un poco cursi lo sé – dijo besándole el cuello – pero es lo único que provocas en mí.

Jennie: Lisa es maravilloso todo esto – dijo al girarse y besarla intensamente.

Lisa: será nuestra primera vez – dijo limpiándole las lágrimas con sus besos – debe ser muy especial este momento.

Jennie: gracias por esto – dijo al abrazarla.

Lisa: no, gracias por aceptarme – dijo al besarla.

Jennie: no tienes que agradecerme – dijo perdiéndose en sus ojos avellanados – la afortunada soy yo de que aceptaras casarte conmigo...

Lisa: shhh eso ya no tiene importancia – dijo al abrazarla – ahora nuestra vida es está para siempre – la beso dulcemente – vamos a cenar.

Narrador: la coreana solo le asintió y se acercó junto a la tailandesa a la mesa que las esperaba. La pelinegra saco de una cava unos envases plásticos los cuales estaban calientes debido a que la cava era térmica, sirvió sus platos y a pesar del nerviosismo de lo que pasaría después la cena fue agradable, comentaron lo acontecido en las carreras y en la feria ambas se sentían tan bien que cuando llego el postre solo se miraban a los ojos, el mousse de chocolate y fresas estaba servido así que cuando comenzaron a comerlo, la coreana sonrió enormemente logrando llamar la atención de la tailandesa.

Lisa: ¿Qué ocurre? – preguntó un poco divertida ya que esa sonrisa de la coreana la hechizaba.

Jennie: solo que pareces una niña al comer – dijo divertida.

Lisa: solo que adoro este postre – dijo sonriendo.

Jennie: si, al igual que tu rostro – al decir eso se acercó a ella – estás manchada de chocolate, déjame ayudarte – al decirle aquello poso sus labios por la comisura de sus labios y en un acto atrevido le pasó la lengua para limpiar el chocolate – ya estás limpia – la tailandesa estaba casi paralizada por eso, pero al ver como la coreana se alejaba se embarro los labios de chocolate.

Lisa: creo que aun te falto – dijo sonriendo, la coreana solo negó con su cabeza y se acercó a ella.

Narrador: la castaña comenzó a limpiar sus labios con su lengua excitándolas a ambas, al terminar se fundieron en un beso intenso eso fue suficiente para ambas era el momento de dejarse llevar, la tailandesa se levantó con cuidado atrayendo a la coreana hacia su cuerpo poco a poco la fue encaminando hasta la cama, al estar allí se vieron por un momento y casi sin apartar sus vistas comenzaron a desabotonar cada botón de la camisa de la otra, ambas sonrieron al verse libres sin camisas y solo en camisetas volvieron a besarse mientras sentían sus pieles con las yemas de sus dedos, a pesar de que no era la primera vez que se sentían de esa manera el nerviosismo de ambas era evidente.

Lisa: eres tan hermosa – dijo al besarle el cuello, mientras la coreana gemía de manera suave.

Jennie: te deseo tanto Lili – dijo al besarle el hombro.

Narrador: la tailandesa busco la boca de su esposa de manera desesperada, al encontrarla intensificando el beso cuando sus lenguas se entrelazaron jugando en sus bocas, saboreándose y conociendo cada centímetro sacándose varios suspiros y jadeos, las manos de la tailandesa llegaron a las caderas de la coreana para comenzar a buscar el botón, lo desabrocho y le bajo el cierre de manera rápida para luego acariciarle el abdomen, logrando hacerla estremecer luego con cuidado la sentó en la cama y se pudo de rodillas ante ella, ambas se miraban con extremada ternura y un poco de deseo, la tailandesa le fue quitando las botas con cuidado, la coreana de no pudo esperar más y llevo sus manos al pantalón de la tailandesa, desabrochando los cuatro botones que tenía al abrirlos noto el bulto escondido tras los bóxer negros que llevaba, ambas sonrieron ante aquel momento ambas se sentían nerviosas pero deseosas de seguir, ninguna se atrevía a dar el primer paso solo para no presionar a la otra. Lisa en un momento se quitó sus botas estando allí de pie ante esta acción la coreana, tomo su camiseta y se la quitó, dejando al descubierto sus senos ya que no llevaba brassier; eso termino de enloquecer a la pelinegra, que de un simple movimiento saco su camiseta de su cuerpo para luego arrancarle el jean a su esposa, ambas sonreían mientras la tailandesa se montaba en la cama.

Me enamoré de mi esposaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora