Four

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Sentada sobre la banca de afuera del colegio esperaba a Aidan. Esto se había vuelto eterno, si no llegaba en los próximos veinte minutos me iría caminando y ahí si que me vengaria de él hablando con mi madre.

Las nubes se juntaron y el cielo se puso gris, las gotas de agua no tardaron en caer y no había traído un paraguas. Tome la mochila para ponerla encima de mi cabeza, al menos así el agua no caería tanto sobre mi.

Me puse de pie y estaba lista para caminar unos cuantos kilómetros hasta llegar a casa, puedo ser un poco exagerada aveces. No podía evitar sonreír al hacerme escenas ficticias en mi cabeza de como se vería Aidan intentando explicarle a mi madre que se había olvidado de buscarme.

Caminaba con un poco de rapidez, la carretera estaba aun lado, escuché que debían mi nombre pero no le di importancia y continue caminando. Un auto se paró aun lado de mi y nerviosa comencé a caminar casi corriendo.

— Ey, ey — Me di la vuelta y era Aidan, sostenía un paraguas y tenía el ceño fruncido. No iba arruinar mis planes, ni subiría a ese auto aunque el mundo se de vuelta. — Anda sube.

— Tarde, iré caminado — Me di la vuelta y continue caminando mientras la lluvia caía sobre mí.

— T/n, anda sube — Una risa nasal salió de mi, se iba volver mono esperando a que subiera al auto. No iba a subir por nada en el mundo.

— Seguirás esperando, ¡pero no voy a subir! — Grite y comencé a correr, aunque el piso este resbaloso por el lodo que se hizo por aquella lluvia improvista, llegaría a casa antes que Aidan y le diría a mamá.

Oía el grito de Aidan, pero no me di la vuelta y continue con mi corrida, en ese momento tan estúpido pise un charlo y resbale. No hace falta contar lo otro, mis manos estaban llenas de lodo y mi falda igual, mis piernas y camisa blanca con lodo.

Asqueada me puse de pie mientras miraba mis manos y rodillas talladas por el gran golpe que me había dado. Me di la vuelta al oír las carcajadas de Aidan mientras apretaba su abdomen con una mano y me apuntaba con la otra.

No quedaba otra opción, dentro del auto estábamos ambos, yo como siempre del lado del acompañante y él siendo el piloto. El silencio se hizo presenté y mientras yo me cruzaba de brazos, Aidan aún reía en lo bajo.

— Deja de reírte, no fue gracioso — Murmuré mientras limpiaba mis manos con mi camisa.

— Fue muy chistoso — Continuo conduciendo. — Juro que si tenía el celular en las manos te filmaba — Fruncí el ceño y abrí un poco la ventanilla del auto para que la brisa entre. — Cierra esa ventana

Sonreí y lo mire — ¿O si no que? — Tense mi mandíbula, el enojo estaba llegando muy lejos. Las ganas de abrir esa puerta y que ruede por la carretera era un gran plan.

— Cierra la ventana, es una orden — ¿Ahora también me estaba ordenando hacer algo? Reí y asentí.

— ¿Quién te crees que eres? — Detuvo el auto y me miró. Creí que lo único que haría es decir algo estúpido como "Estoy a tu cargo" o "Soy mayor, debes hacerme caso"

— Compórtate como una adolescente de diecisiete años, no como una de trece. — Aquí íbamos de vuelta, si creía que podía herirme estaba muy equivocado. Estaba a la defensa todo el tiempo, lo aprendí cuando mi padre nos abandono. No era momento de hecharse a llorar, eso lo haría cuando todos duermen.

— ¿Porqué lo haría? ¿Quién me lo ordena? Prefiero comportarme como una niña de trece y no como un idiota que busco a una mujer con una hija para que lo termine de criar. — Sabía que le había dolido en el alma que le dijera eso. No dijo nada y puso el auto en marcha para continuar el proceso de llegar a casa.

Había un gran silencio, no estaba arrepentida de lo que dije y si lo había dicho con razón. Su mirada era sería y no volteo ni un minuto a verme, abrí la ventanilla y este no dijo nada. Me recosté sobre el asiento, estaba realmente agotada.

En ese momento que estaba por cerrar mis ojos mi celular comenzó a vibrar. Por dentro maldecí un par de veces y tome el celular. Una llamada perdida, al parecer no era de mamá, era un número desconocido. Intentaba no darle importancia pero no podía, ¿quién abría sido el dueño de la llamada?.

— ¿Quién era? — Hablo Aidan y lo mire para fruncir el ceño

— No lo... — Por un momento estaba por sacar mis conclusiones con él, lo mire nuevamente alzando una ceja — ¿Te importa? — Rodó los ojos y miro al frente.

Volví a recostarme sobre el asiento, sentía los movimientos del auto. Una gran lluvia, perfecto para dormir encobijado. Mis párpados comenzaron a pesarme, el sonido de la lluvia caer me relajaba tanto que no dude en cerrar mis ojos.

Los sueños son algo tan relajantes aveces, soñar que estás sentado en la arena, viendo el atardecer mientras la olas van y vienen. Cerca de la persona indicada.

Sentí un golpe de calor y abrí los ojos, me encontraba recostada sobre la sala, justo en el sofá. ¿Pero como había aparecido aquí? Cerré mis ojos y ya me había dado cuenta, o no lo recordaba o alguien me trajo hasta aquí. Me puse de pie algo mareada ya que estaba muy dormida y levantarme con rapidez no había sido una buena idea.

Entre a la cocina y ví a Aidan el cual estaba preparando algo al parecer. Me cruze de brazos recargandome sobre el marco de la puerta. — Tengo piernas y manos para caminar hasta el sofá.

Se dió la vuelta y sonrió — Estás despierta — Eso había sido muy estúpido de su parte.

Rodé los ojos — No — Alargue la letra — estás en mis sueños, anda pásale... — Rio en lo bajo y continuo picando algunas verduras.

— Tu madre llegará enseguida. Es mejor que te cambies esa ropa sucia o te aseguro que le dará un susto tremendo verte.

— O te aseguro que le dará un susto tremendo verte... — De una manera desagradable copié su voz.

— Mono tonto — Murmuro y me acerque a este.

— ¿Qué dijiste? — Pregunté con cierta autoridad. Sonrió y negó.

— Nada, nada — Le convenía no decir nada, salí de la cocina subiendo las escaleras con rapidez, entre a mi habitación y busque algunas prendas para meterme al baño.

No saldría de esta habitación hasta que mamá llegué.

𝐄𝐯𝐢𝐥 𝐋𝐨𝐯𝐞𝐫𝐬 Where stories live. Discover now