IV

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Movió su cola feliz, ya estaba completo el lote de cartas por responder. Se levantó, estiró su cuerpo, limpió un poco su ropa y tomó camino a la editorial Yae.

Esta misma le había mencionado que se aproximaba un festival conocido en Inazuma. Pero él no sabía de tal evento, y esa mujer no tardó en fingir estar ofendida al ver su ignorancia por temas culturales

- ¿Cómo iba a conocerlo si nunca tengo tiempo libre? -se quejó suave, en un susurro

El general miró las escaleras, y caminó a paso lento, no quedaba muy lejos la editorial. El olor a dangos le trajo recuerdos, ya habían pasado exactamente dos semanas desde su último encuentro con el Oni, no quería pensarlo porque solo sentía vergüenza... Ése hombre lo vió en su peor momento, así que esas semanas lo evitó como pudo.

¿Cómo fue tan tonto como para permitirle a alguien que le acariciara de aquel modo? Que estúpido fué, y por qué el Oni solo había obedecido, estos pensamientos de vez en cuando salían a relucir. Notó que había un pequeño grupo de personas frente la editorial, no sabía que ocurría pero tenía asuntos ahí, así que se acercó a paso rápido.

- ¡No es justo! Cómo fervientes fans exigimos que ella se presente! - se escuchó de un chico.

- ella debería estar presente, ¡que sentido tiene que ella no venga ese día!

- ¿Acaso no merecemos esto?

Gorou no comprendía pero se abrió paso cómo pudo, iba a tratar de ignorarles hasta que escucho su nombre, bien técnicamente no era su nombre, pero hacía referencia a él.

- ¡la señorita Hina es nuestra diosa, nosotros decidimos reunir la suficiente mora para poder tenerla presente en el festival!

- ¡Así es, incluso aunque paguemos nosotros, por qué dices que ella no vendrá! -arremetia aquel hombre contra quién solo atendía del otro lado del mostrador.

El general tomó un tono rojo, una manzana roja era su rostro, estaban hablando de traer a la persona que no existía, sintió terror, y se retiró a paso lento con el paquete de cartas, ya las entregaría luego. ¿Que iba a hacer? ¿Y si lo descubrían? Logro alejarse de la multitud, y aún así su respiración se hizo pesada.

- Ara, ara. Pero si es mi general favorito.

La voz de aquella mujer lo trajo a la realidad, por primera vez no sintió miedo de verla, sintió alivio, ella resolvería los problemas, ella siempre conseguía solucionar los problemas.

- Señorita Yae.

- Solo Yae, general -sonrío - pensé que ya éramos cercanos.

- Hay problemas, Yae -mencionó el más bajo de estatura, mientras miraba el grupo reunido a unos pies de ellos.

- Los problemas siempre tienen solución mi querido general.

La mujer acarició su rostro y camino un par de pasos hasta la multitud, su tono fuerte, seguro, sin llegar a ser gritos, pero sin ser demasiado bajo hizo callar a todos los ahí reunirnos.

- Veo que era cierto que decidieron hacer una pequeña huelga. ¿Es porque la señorita Hina no se presentará? ¿Por eso el escándalo?

- señora Yae, es injusto. Nosotros tenemos el mora suficiente para...

- ¿Quien dice que la editorial no puede costearse traerla al festival? Me siento ofendida queridos lectores.

- Oh, no... No he querido decir eso, pensamos que ustedes preferirían que fuera de ese modo... Y la traerían si colaboramos...

- Creo comprender. Pero, desde que ustedes apoyaron esa columna saben que la señorita Hina quiere mantener su vida en el anonimato. Y creo que se sentirá ofendida si ustedes quienes la adoran deciden ignorar su opinión.

Seamos amigosWhere stories live. Discover now