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Feeling good de Michael Bublé inunda toda mi habitación mientras yo estoy dentro de la bañera, rodeada de espuma y con cuidado de no arruinar mi cabello y mi maquillaje. Minutos más tarde salgo sin secarme dejando un rastro de agua por todo el suelo, y mojada como estoy me poso frente al espejo. Me gusta ver lo mucho que ha cambiado mi figura, es un alivio saber que los rollos que tenía se han ido, y que me he quedado con una buena forma.

Tomo una toalla de una de las gavetas y me seco. Con toda la calma del mundo pongo crema en cada extremidad de mi cuerpo y cuando termino, busco dentro de las bolsas, el juego de lencería rojo que está conformado solo por medianas tiras de tela, tanto en la parte inferior como en la superior, en donde mis pezones son cubiertos por unas rosas bordadas. Me lo pongo, y me gusta como se ve, como me veo. Saco de otra bolsa los dos vestidos que más me gustaron, hay uno blanco corto y otro rosa fresa un poco más largo, escojo el rosa. Se trata de un vestido midi de tul con mangas abullonadas, dobladillos con volantes, con un estampado de fresas realizado en purpurina y escote en V, el cual me hace ver muy delicada. Decido ponerme unas sandalias bajas del mismo color; suelto mi cabello y lo arreglo, en el salón lo han dejado con más volumen y brillo y han realizado varias ondas.

Sintiéndome lo más lista que se puede, rocío sobre mí un poco de perfume y cojo un bolso en forma de sobre donde solo introduzco mi celular.

Al estar en las escaleras, todos están al pie de esta, incluyendo a Alex, el cual no sé por qué no me avisó de que había llegado. Mis nervios aumentan al ver el brillo en los ojos de mis padres y de Marta, pero lo que veo en mi novio es totalmente diferente, no sé cómo explicarlo.
- ¿No piensan decir nada?- pregunto al llegar abajo ya que todos se han quedado ensimismados
- Estoy muy orgullosa de tí cariño, has cambiado mucho en muy poco tiempo, y eso es maravilloso, disfruta de tu noche- dice mamá y me da un beso en la frente
- Mi princesita está bella, y no son ojos de abuela, es que hoy estás más radiante que nunca- susurra Marta en mi oído mientras me da un ligero abrazo
- ¡Por dios! Basta ya de decir mentiras, está horrible como siempre- habla ahora mi papá y no puedo evitar reír, posa sus grandes manos con delicadeza sobre mis hombros- es que mírate, esa cara, ese vestido, estás, estás demasiado perfecta- me da un fuerte abrazo y siento que lloraré, no sé porque están tan emotivos
- Están muy llorones ustedes hoy ¿eh?- digo alejándome de papá
- Es que no todos los días tu hija, la única que tienes y que pensaste que moriría solterona tiene novio y sale a citas con él- estallo en una fuerte risa junto con mi progenitor, esas bromas siempre han estado presentes entre nosotros, mi madre lo golpea y Marta lo mira mal- y en cuanto a tí- se dirige a Alex- cuídame a la niña, porque si no lo haces hay una escopeta de caza nueva en mi armario que se muere por ser usada

Cojo la mano de mi chico y lo arrastró fuera de la casa antes de que mi padre siga con sus locuras y hoy no pueda perder mi virginidad porque a este le dé un gatillazo del susto.

- Te amo- articula cuando me abre la puerta del coche
- Yo también

Arranca y se mantiene conduciendo durante unos 25 minutos. Llegamos y veo que estamos frente a una casa, muy lujosa. Alex me pone una venda en los ojos y así me guía hasta el interior. Cuando llegamos la suelta y yo me quedo con la boca abierta, literalmente, la casa está toda llena de velas, pétalos de rosas rojas y blancas y globos en forma de corazón;  por donde quiera que mire se hace un camino adornado de esa forma y en el ambiente hay un ligero olor a vainilla. Tomo rumbo arriba por la escalera y me adentro en una habitación, esta será la habitación del coito, en un costado de la cama hay un gigante oso blanco de peluche que sostiene un corazón, y encima de esta hay una bandeja con una botella de vino tinto, dos cajas de bombones y cigarrillos de cannabis ya preparados.

Me giro hacia mi chico y lo veo observando cada uno de mis movimientos y gestos, sonríe al saber que todo me ha gustado. Se dirige hacia mí, y me besa, me besa como si el mundo se nos fuera  acabar, desliza su mano por mi piel desnuda y yo solo me estremezco ante cada toque. Se separa y me lleva hasta la cama. Toma dos copas de una mesita de noche y nos sirve vino, el cual me bebo de un tirón debido a los nervios. Él coge un porro y lo enciende, y simplemente nos ponemos a fumar, y entre calada y calada los besos se vuelven más sexuales. Cuando éste ha llegado a su final, mis nervios ya no están, solo la paz reina en mi cuerpo. Alex se pone de pie y junto con él, yo.

Y ahí prados uno frente al otro nos brindamos los besos más excitantes de toda mi vida.

Destroying PetalsWhere stories live. Discover now