Viernes

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SI CONFESAMOS NUESTROS PECADOS, DIOS, QUE ES FIEL Y JUSTO, NOS LOS PERDONARA Y NOS LIBRARA DE TODA MALDAD.

Juan 1:9

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La lluvia es el signo mas claro de la grandeza de Dios, pero a la vez un recordatorio de que alguna vez fue un simple mortal como nosotros, y sufrió el rechazo y la duda de la gente, teniendo que hacer milagros para demostrar su veracidad. La lluvia es un fiel recordante de que haya arriba, creas o no en un ser supremo, existe algo mas grande que tú. Y que tu existencia es una simple mancha en la historia del universo, no eres nada y jamás lo serás.

Las diminutas gotas golpean el piso, los aboles, las ventanas, todo es manchado y profanado por su simple toque, ellas no hacen  daño por si solas, pero juntas, pueden provocar un tifón.

Las gotas de lluvia caen una tras otra, justo como los golpes de su padre, los cuales parecen imitarlas.

Un golpe, por la mentira

Otro por la traición

Tres por la cobardía

Cuatro por el adulterio

Cinco por el amor

Tal vez si la vida fuera un poco mas justa y voluble, su padre sería fiel a su cariño, y hubiera aguantado a soltar el primer golpe hasta estar en la seguridad de su casa, donde nadie pueda oír sus gritos y súplicas.

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Orión Black había jurado amar y proteger a sus hijos de los monstruos que hubiera fuera de casa, pero quien los protegería del que ya estaba dentro y se hacía llamar "padre"

La humillación fue horrible, su padre lo había tomado del cuello de su camisa, separándolo completamente de Remus, el primer golpe fue para él junto con las palabras de odio que soltó inmediatamente después.

—¡NO VUELVAS A ACERCARTE EN TU VIDA A MI HIJO, MALDITO RARITO!—

Remus estaba aterrado aún tirado en el piso, con un naciente chorro de sangre, saliendo de su nariz

Como le explicaba a su padre, que quien corrompió un alma y cometió un pecado fue él, su propio hijo . . .

El siguiente golpe fue para él, lleno de furia y odio, pero también decepción. A punta de golpes, empujones y palabras denigrantes, Orión llevó a casa a su hijo, la cual gracias a Dios, estaba vacía, no se molestaron en preguntar en donde estaban todos, porque eso no importaba.

Los golpes le comenzaron a caer uno a uno, ahí estaba él, en el lugar donde había sido criado con tanto amor.

La alfombra preferida de su madre, ahora era manchada por la sangre roja que no sabía exactamente de dónde brotaba.

—¡Esto me duele más a mi que a ti, hijo! — Decía Orión mientras golpeaba con la punta del pie a su hijo, quien estaba ya contra el piso llorando y suplicando. —Perdóname Sirius, ¡Pero tengo que curarte!—

¿Curarlo?, ¿Acaso el amor ya era considerado una enfermedad?. Realmente Sirius quería decirle a su papá que parara, que se alejaría de Remus, y lo olvidaría, pero no, Orión mismo le había enseñado que tenía que defender lo que creía correcto ante todo y todos.

No iba a mentir diciendo que se alejaría de Remus, no podía hacerlo. Pero tampoco podía dejar las cosas así, ¿Quién demonios era ese que había comenzado a golpearlo con su cinturón?, ¿Dónde estaba el padre que él creía le iba a apoyar?, Sirius había entrado en una especie de trance, seguía llorando y su piel roja parecía que comenzaba a abrirse y liberar la sangre ansiosa de luz. Pero él ya no estaba ahí, solo lo aceptaba como venía, escuchando a su padre sollozar y pedirle perdón mientras aumentaba la fuerza de sus golpes

Una sola vez. . . || Sirius BlackWhere stories live. Discover now