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Solía escuchar una simple canción,
así fue hasta que llegaste tú.

El imponente edificio donde Takemitchy vivía gritaba lujo por todos lados

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El imponente edificio donde Takemitchy vivía gritaba lujo por todos lados.

—¿En realidad vives aquí? – pregunto algo consternado. La zona a donde Takemitchy me había guiado era más bien una zona de oficinas y negocios donde los hombres adinerados entraban y salían, no una zona de viviendas.

—Si — respondió apenado. Su mano derecha viaja a la mía y la sostiene con fuerza antes de que yo pueda comentar algo más.

—Sígueme — los blancos tennis de Takemitchy comenzaron a golpear la azulea seguidos de mis botas que trataban de alcanzar su paso. Su cabello rebelde danzaba mientras daba cada paso y sus finas manos tiraban de las mías con sumo cuidado.

Una puerta de cristal nos recibió apenas caminamos, dentro se podían divisar varios sillones acomodados paralelamente junto a lindas macetas que ambientaban el lugar, las recepcionistas se refugiaban detrás de sus largos escritorios y varias personas con traje esperaban por su turno mientras revisaban sus costosos teléfonos o tomaban sorbos de café. En definitiva esto era una empresa o algo por el estilo.

Mis ojos viajaron dudosos a los de Takemitchy, sin embargo el estaba sereno, sus ojos estaban familiarizados con aquella vista.

Su delgada mano soltó la mía y empujó la puerta de cristal, la cual emitió un leve sonido tomando la atención de un guardia de seguridad. Mi cabeza prendió las alarmas y comencé a buscar posibles rutas de escape, sin embargo la gruesa voz del hombre me tomó por sorpresa e interrumpió mi búsqueda.

—¿Vienes de la escuela Takemichi? — El hombre uniformado caminó unos cuantos pasos en nuestra dirección.

—Así es — sonrió Takemitchy. — He traído a un amigo para estudiar.

Los ojos de aquel hombre de seguridad viajaron a los míos y una sonrisa amable se desprendió de su rostro.

—Eso es bueno, deben dedicarle mucho tiempo a la escuela — mencionó. — Tegan cuidado al usar el elevador— Y sin más, aquel hombre se alejó de nosotros.

La mano de Takemitchy volvió a tirar de la mía y me guió a lo que parecía ser un elevador de cristal. Nuestros cuerpos se adentraron en aquella cápsula y la mano libre de Takemitchy oprimió el número 16; hice una nota mental sobre ello.

—¡Espera! — una mano interfirió con la puerta y esta se volvió a abrir al contacto. El cuerpo de un hombre trajeado ligeramente más alto que yo se adentró en el elevador y empujó un poco a Takemitchy para poder acomodarse delante del tablero.

—¿Les molesta si los detengo en el piso 7? — habló presionando el botón.

—Para nada Imaushi-san — respondió Takemitchy con confianza —¿Vienes de las oficinas de Keizō-san?

Leche sabor chocolateWhere stories live. Discover now