𝒞𝒶𝓅𝒾𝓉𝓊𝓁ℴ 𝓃𝓊ℯ𝓋ℯ | ℐ𝓃𝓈ℯℊ𝓊𝓇𝒾𝒹𝒶𝒹

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Señoritas, me ha llegado un terrible rumor

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Señoritas, me ha llegado un terrible rumor.

En los últimos días se le ha visto al joven Colin Bridgerton muy interesado en la joyería.

Cómo ya sabrán, estas últimas semanas se le ha visto detrás de Elizabeth Relish ¿Se tratara de ella? ¿O solo son simples rumores?

El audaz de los Bridgerton, el galante, el confiado. Esos y muchos otros apodos se le habían sido dados por la sociedad al encantador Colin Bridgerton. Cada noble señorita que ha sido afortunada de ser víctima del cautivante tercer hijo del difunto vizconde, diría que es un talento que ni el mismo sabe utilizar, o bien, sabe que lo tiene, pero lo hizo tan buen que parece orgullosamente indiferente a el.

Bueno, que dirían aquellas señoritas, si vieran a tal encantadores joven, sudar ante una banal joya.

Colin estaba frustrado. Desde que comenzó aquel reto de su Elizabeth, creyó que su mayor paso a dar sería pedirle a Lord Relish la mano de su querida hija, sin embargo, tal pareció que las simples palabras  "deme este" terminaron siendo su peor enemigo.

Y es que, de joyas, si era preciso admitir, no sabía mucho. Conocía el Norte y el Sur de los gustos de Elizabeth, pero la irracionalidad lo absorbía cada qué vez que sus ojos se encontraban con un anillo de plata y zafiro ¿Y si recientemente cambio de opinión? ¿Y si ahora prefería las esmeraldas, o los rubíes? Por suerte, la vizcondesa estuvo ahi para secar el sudor de su hijo. Intervino en cada momento en que vio que Colin estuvo apunto de llorar para devolverle la razón.

Había ganado la batalla, pero no la guerra. Ahora era el turno de Elizabeth de dar su paso.

La joven de cabellos morenos hermosamente acomodados estaba parada frente de aquella imponente puerta. Su padre muchas veces le permitió a ella y a sus hermanos entrar y jugar mientras él trabajaba, no le era terreno desconocido, sin embargo, debía admitir que no todas aquella veces que entró a la habitación fueron buenas. Llegó a cruzar la puerta con la mirada baja y avergonzada, para ser sermoneada después de hacer alguna travesura.

Pues bien, se sentía así en ese momento.

La razón de estar ahí era que debía avisarle a su padre que ya había elegido un esposo. Allí, frente a la puerta, lo que creyó que sería fácil de hacer, le parecía ahora que estaba apunto de caminar sobre carbón prendido.

Colin, tu esposo ¡Vamos!

—Adelante —dijo desde dentro.

Eilad se encontraba sentado en el amplio escritorio que había en medio del lugar, bastante enfrascado revisando unos documentos del día. Debían ser algo de suma importancia dado los gestos que inconscientemente hacia; pasarse las yemas de los dedos por sus labios mientras sus cejas se fruncían, con sus ojos yendo de un lado a otro entre los documentos que estaban regados en la superficie.

𝐃𝐫𝐞𝐬𝐬 •𝖢. 𝖡𝗋𝗂𝖽𝗀𝖾𝗋𝗍𝗈𝗇•Where stories live. Discover now