Viernes (Gin's POV)
—¿Estás segura? —preguntó con ambas cejas alzadas.
—Estoy segura, de verdad. —Nunca había estado tan atemorizada.
—Llámame pase lo que pase, estaremos allí enseguida. ¿Está bien? —advirtió acercándose para darme un abrazo.
Asentí correspondiéndole el abrazo. Me subí al coche que nos llevaría a aquel lugar tan lejos de la seguridad, comodidad y tranquilidad de mi casa. Pero ya era un hecho, en poco menos de dos horas comenzaría esa aventura.
Mi amigo Mark me había invitado hacia unos dos meses más o menos a su cumpleaños. Lo que iba a ser una pequeña reunión en su casa con un par de compañeros de clase, acabó siendo una fiesta de una semana en una casa en mitad de la montaña. No lo culpo, era una oferta que no podía rechazar, sin embargo, cuando me contó el plan, dos semanas antes de irnos, me pareció una idea estupenda. Hasta hace dos días; cuando también me dijo que varias chicas que estaban invitadas no podían ir, me arrepentí absolutamente de haber aceptado.
Horas más tarde de salir de mi casa, cuando el sol ya estaba tras las montañas, ahí estábamos mi amiga Sam, la que me había llevado y que afortunadamente conocía muy bien, y yo, sentadas en la cama de nuestra habitación planeando cuál iba a ser nuestro próximo movimiento.
Mark entró después de dar unos suaves golpes en la puerta y sin esperar primero una respuesta.
—Os estaba buscando. ¿Qué hacéis aquí?
—No conozco a nadie —susurré refiriéndome al corro de chicos que iba a convivir en la misma casa que nosotras durante una semana.
Mark me cogió del brazo y me tiró con él hacia afuera.
—¡Chicos! —les llamó la atención. Maldije en voz baja dando unos pasos hacia atrás. Movimiento inútil ya que Mark tiró de mi brazo hasta volver a estar junto a él. —Zane, Alan, PJ, Sawyer, Ray y Miller.
Intenté mirar las caras a la vez que decía los nombres, pero era realmente difícil. Habían varios que se parecían entre ellos y a los únicos que había diferenciado era por que no se parecían en nada y a uno ya lo conocía: Ray. Era el mejor amigo del cumpleañero y más de una vez habíamos coincidido en la discoteca del pueblo en el que vivíamos.
Era un poco menos moreno que su amigo, tenía el pelo negro y pinta de ser árabe. Esta vez miraba a mi amiga con cautela mientras le daba una calada a su cigarro.
Todos eran altos, mucho más altos que nosotras. No éramos precisamente pequeñas, rondabamos el metro setenta, pero todos ellos fácilmente pasaban del metro ochenta. Sobre todo Zane y Alan, a quienes tenía que mirar doblando el cuello hacia arriba si estaban muy cerca. Nos sentíamos realmente pequeñas al lado de ellos.
—Ellas son Sam, Samantha y...
—Gin —me apresuré a decir. —Como Gin tonic.
Esbozaron una sonrisa y nos dieron la bienvenida. Agradecí que en ese momento ni Sam ni Mark dijeran nada más, aunque no pude evitar que me miraran por unos instantes de manera inquisitoria.
Las dos salimos al gran jardín de la casa y nos sentamos en unas sillas que habían frente a la piscina. Ambas nos miramos y, sin palabras, ya sabíamos lo que queríamos decir "¿dónde nos hemos metido?". Nuestra tranquilidad no duró mucho ya que los chicos comenzaron a aparecer de uno en uno. Todos eran bastante agradables y al parecer debieron notar nuestra incomodidad de la primera impresión porque también fueron muy respetuosos y amables, como auténticos caballeros.
—Gin tonic —me llamó uno de los más altos. Alan si no recordaba mal. —¿Cerveza? —Acepté con un simple "claro" y una pequeña sonrisa.
Muy muy alto, ojos azules casi transparentes y pelo rubio, lacio y más o menos largo, lo suficiente para que se hiciera un pequeño moño. Cualquiera diría que era extranjero, nacido en Australia y practicante de surf, pero no. Me fijé, más detalladamente, en los pequeños dibujos que destacan en la piel de su cuello, exactamente detrás de la oreja. No pude verlo bien en ese momento, pero podía hacerme una idea de lo que era; y de la pequeña rosa que tenía tatuada en el dorso de la mano, junto al pulgar. Para qué mentir, Alan era uno de los más guapos de la casa.
