Capítulo Noveno.

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|Decisión|


      Bajando las escaleras de mal humor y bastante anonadada fue detenida al ser sujetada de la muñeca con total brusquedad hasta que se dió la vuelta planteando cara al shinigami sin poderes.

      — Suéltame o te rompo la nariz —, amenazó entonces casi al instante fue soltada ante la mirada de pocos amigos que el chico le dedicó con alevosía —, ¡No pienso ser una shinigami! ¡Esa cosa casi me mata ayer!
   
      — Lo hicistes bien — dijo tratando de ser el maduro cosa que no le resulta bien — Escucha, realmente sino necesitara esto no lo estaría haciendo, te llevaste mis poderes y ahora estoy en este gigai — y ante la mirada confundida de la chica se percató que aún no le había explicado lo del gigai — un cuerpo artificial para que los humanos me vean y recupere mi poder — explicó velozmente — ASI QUE MUEVES EL TRASERO Y ACEPTAS SER SHINIGAMI O ...— y fue interrumpido con fiereza ante esos gritos con unos más fuertes.

      — ¡O QUÉ! —, contesto sin miedo acercándose más a él — A MI NADIE ME DA ÓRDENES SI NO QUIERO NO LO HAGO, AYER FUE UN MOMENTO DE SUMA URGENCIA, NO VOY A SALVAR EXTRAÑOS A COSTA DE MI PROPIA VIDA, NO, NO PIENSO HACERLO.

     Concluido ésto él quedó en silenció asimilando lo que la más baja dijo, esta algo agitada se dió la vuelta.

      — Iré a clases y espero que no vuelvas a molestar o te aseguro que te romperé los huesos —, fue bajando con calma las escaleras que resuenan cada vez que bajaba.

      — Sí, esa repuesta es normal en los humanos más en niñas como tú —, soltó un bufido — no quería llegar a éstos extremos —, ella aún seguía dando la espalda mientras se alejaba más bajando esas escaleras que incluso de día se veían oscuras.

      De su bolsillo saco un guante rojo con un símbolo grabado en este apresurado se lo colocó, si no cumple su trabajo ambos resultaran más que perjudicados en su lugar solo tiene que resistir con unos meses siendo ella sustituta, la sociedad de almas no lo notará mientras cumple su trabajo.

      No obstante aún tenía muchas dudas acerca de porque había terminado así maldiciendo cada vez más el hecho de que a un hombre de su rango lo envíen a esta misión tan sencilla que resultó no serlo por culpa de esa joven de allí.

      De un salto le dió una palmada en la espalda que ocasionó que su espíritu shinigami saliera y su cuerpo original a punto de caer por las escaleras lo atajo audaz mente segundos antes de tocar el suelo, luego lo acomodo un poco en una esquina apreciando el resultado.

    Rukia Kuchiki estaba en el kimono negro, una espada en la cintura que era la misma de aquella noche y una cara tan confundida que era graciosa. Se sentía igual que esa noche así que miró sus manos que las sentía llenas de un poder indescriptible. Tragó saliva viendo su cuerpo a unos metros de ella en una esquina al lado del Shinigami que ahora no tenía poderes.

       — ¿QUE ME HICISTE? — estaba furiosa y lo entendió pero ignorando su estado de enojo sacó algo parecido a un celular dando algunos botones buscando algo específico.

      — Separé tu alma del cuerpo dejando la esencia shinigami — respondió sin importancia pero en cuestión de segundos fue pateado en la cara tumbando al masculino sobre las escaleras, como había prometido hace un momento le había roto la nariz y como sangraba pero más dolía.

      — Maldita —, susurró molesto pero esa chica parecía más enojado que él mientras se limpia la sangre con su brazo.

       Estaba furiosa.

      — ¿CON QUE PERMISO? —. gritó esto último — DEVUÉLVEME AHORA, MIRA MI CUERPO —, señaló el cuerpo tirado — ¿Qué crees que dirá la gente cuando lo vea?

       — Llamarán a emergencias porque creerán que desmayaste —, respondió colocándose de pie su nariz aún sangraba pero no había tiempo —, sígueme y te explico cómo volver.

     Bajó las escaleras corriendo y sin opciones lo siguió por el instituto donde saltando unos muros escaparon hacía la ciudad sin que el Kurosaki desvíe la mirada de ese aparato mostrando una especie de atención inusual con ese objeto que dedujo era indispensable para él.

      

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