Capítulo 17

423 40 62
                                    

.:: The Sweetest Thing ::.

#17

Me gustaría decir que la mayoría de la gente aquí se enfoca en sus propios asuntos, pero no. Han estado pendientes de lo que sucedió ayer y al parecer, toda el área, por no decir, todo el edificio sabe que la practicante ha visto un fantasma.

Cuando Yamazaki nos llevó al restaurante del primer nivel -al cual no soy asiduo- no pensé encontrar a tanto idiota junto: estaban Kaito y sus asistentes; Fye, Terada y los del área legal; la señorita Mitsuki, Chiharu y la recepcionista, la de lentes... ¿cómo se llamaba?

«Oh mierda», dije en cuanto noté a la subgerente de la compañía ahí. ¡Por Dios! ¿Cómo era posible? Yamazaki me exhortó con los ojos.

Estuvimos media hora aproximadamente y cada minuto que pasó fue una tortura para mí. Sostener un engaño nunca se me había hecho tan complejo, yo no soy mentiroso y odié a la neófita por haberme puesto en esta situación. En cambio, ella estuvo tranquila, describiendo las sensaciones y el miedo que sintió al escuchar sonidos extraños por toda la oficina. Era creíble, claro que sí, pues yo había ocasionado ese temor... en cambio a mí sí me jodía todo. Odiaba las miradas intensas sobre ella y sobre mí, pero más odié cómo la miraba Kaito. Fue repugnante, ¡es solo una niña!

Debo estar volviéndome loco.

«¿No sentiste algo extraño, como si estuvieras envuelta en una atmósfera gélida y necesitaras protección?», escuché decir a Kaito; sin perder contacto visual, le observó los ojos y el rostro para luego deslizarse por el resto de su cuerpo.

Ese tipo es detestable.

Tan o más detestable que Fye cuando la dejó en ridículo frente a todos: «...Pero la esquizofrenia también permite que se altere la percepción y aparezcan las alucinaciones visuales; o las pesadillas, ¿nunca has sufrido de parálisis del sueño?», había agregado el rubio con sarcasmo, «Se ve que eres vulnerable, más si tuviste un estímulo días antes.»

La niña frunció el ceño y noté como sus mejillas se fueron coloreando. Fye la había llamado loca de una manera sutil y nunca lo detesté tanto. Nadie puede insultar a mi practicante porque es MI practicante. Además, yo nunca me he atrevido a tanto... ¿o sí?

—Lo siento, señorita Kinomoto —dice Yamazaki trayéndome al presente, estamos subiendo por el ascensor nuevamente a nuestra oficina—. No pensé que podían ser tan escépticos. Sin embargo, no pierda la fe, hay muchos que aman lo paranormal como yo.

—Ya veo... Aquí son crueles.

—Son unos estúpidos, eso es lo que son —gruño y ella me mira, se fija que traigo los puños apretados. Si no hubiese estado la subgerente ahí, le rompía la bonita cara a Fye por baboso.

El resto del día no mejora en nada. Después del breve coloquio en el restaurante, la noticia corrió como fuego en pólvora. Algunos la han tildado de tonta y otros sólo vienen a saludarme con un morboso interés: ver a la neófita. La están acechando como lobos a su presa de invierno. Y eso jode... jode por el desfile de babosos que tengo que soportar en mi atelier, pero tampoco debo sorprenderme pues cuando ingresé a trabajar aquí pretendían verme como un juguete nuevo, lo intentaron varias chicas durante un par de meses, sin embargo, al ver mi determinación por acabar mi maestría y el eterno humor mordaz que poseo, se alejaron.

Pero esta niña con sus ojos de corderito no podrá con todas aquellas fieras por más que aparente seguridad.

—¡Y aquí está nuestro arquitecto estrella! —escucho decir con demasiada efusividad desde la puerta. Cierro los ojos por un segundo antes de voltear y saludar a mi interlocutor. Es Iro Takayama en persona. Maldita sea, no está solo—. ¿Cómo estás, Syaoran?

The Sweetest Thing | Sakura y Shaoran |Where stories live. Discover now