Cita previa

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Mónica:

Los últimos días habían parecidos irreales. Volver a ver a Antonio no solo hizo que me revolcara nuevamente en el pasado sino que me diera cuenta que Vanesa me estaba importando más de lo que creía. Quería contarle cada detalle pero cuando la vi me bloquee de tal manera que vagamente fui capaz de pedirle perdón, por mi actitud y por mis días de ausencia. Ambas estábamos tan sedientas que terminamos rendidas en su sofá sin antes acabar el vino o la conversación anterior.

Vanesa estaba acurrucada a mi pecho y mis manos acariciaban su cabello cuando escuché aquellas palabras que alarmaron mis sentidos.

–Te quiero.

No pude evitar la sonrisa. Yo también la quería, y la quería mucho, pero sentía que aun teníamos mucho por aclarar. Tenía la garganta atragantada y el miedo de que ella no fuera capaz de entenderme. Por eso a pesar de quererla y estar cayendo perdidamente enamorada no fui capaz de responderle. Ella se refugió en mi sonrisa e intentó cambiar el tema para no crear un ambiente incómodo.

–Vamos a la cama, ya es tarde.

Me dirigió hacia su habitación, era amplia y tan espaciosa que resultaba fría. La imaginé a ella, sola en esta casa enorme, y por un momento quise llorar. Cuando somos pequeños soñamos que tener nuestra propia casa y ser independientes pero una vez que creces y vives con la soledad te das cuenta que no es tan divertido como pensabas. Vanesa había llegado como un rayito de sol que se cuela por la ventana de tu habitación, por esa ventana que siempre quisiste tener cerrada porque pensabas que no te proporcionaba la suficiente luz, pero al final termina siendo la única capaz de calentarte del frio.

–Yo también te quiero – le dije en voz baja y ella, que ya tenía los ojos cerrados, sonrió en señal de que aún no estaba dormida y me había escuchado. Nos dormimos sin decir nada más, la felicidad que sentía entre sus brazos superaba cualquier miedo del pasado.

....

El olor a comida hizo que me despertara, miré a mi alrededor y no vi a Vanesa. Encontré una pequeña nota al lado de mi almohada y sonreí al leerla. El día que durmió en mi casa también me dejó una nota.
¿Cómo no iba a enamorarme con estos detalles?

Me dirigí hacia la cocina y ahí estaba, bailando y tarareando alguna extraña canción mientras preparaba el desayuno. Me quedé mirándola, era preciosa, llevaba un pijama corto que resaltaba sus curvas y el cabello recogido en una coleta baja. Me acerqué sigilosamente y la abracé por la espalda a lo cual ella reaccionó con un pequeño saltito y una sonrisa.

–Buenos días guapa – le dije sin soltarla.

–Buenos días bella durmiente.

–¿Desde qué hora estas despierta? –le pregunté y ella se giró sujetándome por la cintura y dándome un corto beso en los labios.

–Hace un rato, estaba haciendo el desayuno – me dijo

–Despierto con notas románticas, desayunos y unas vistas preciosas –la miré de arriba a abajo– ¿Qué más puedo pedir?

–Pídeme lo que tú quieras – me dijo con una risa picara.

–¿Lo que yo quiera?

–Venga Carrillo sorpréndeme –se separó de mí y comenzó a servir un jugo de naranja.

–Una cita –me miró con esas sonrisas tiernas que solo ella sabía dar– Pero una cita de verdad.

–Pensé que serías más creativa para pedirme algo pero resulta que eres la típica romántica

–No hemos tenido ninguna cita, además me sobra el tiempo para pedirte otras cosas

Comenzamos a desayunar entre risas. Ella me contó sobre todos los nuevos proyectos que tenía y el inicio de gira, sus ojos desprendían la alegría de alguien que ama lo que hace con todas sus fuerzas.

MUNAYHikayelerin yaşadığı yer. Şimdi keşfedin