La niña de la linterna

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Vanesa:

Recuerdo cada palabra de Mónica, su seguridad y también sus nervios, su voz temblorosa y el suspiro que soltó al terminar de hablar como si ya no le quedara nada por dentro. No me sorprendió ni por un segundo porque siempre lo supe, desde el primer día que la vi en la radio, desde cada noche dando vueltas en mi cama y viéndola en redes sociales, en el primer beso y en la segunda caricia segura, siempre la idealicé como una mujer fuerte y con carácter y supongo que no me equivoqué. Estábamos ahí, en medio de la nada, únicamente iluminadas por las luces de mi coche y un frio que me hacia temblar aun más que mis nervios. Mónica tenía razón con cada frase y me dolía. Me dolía pensar que en tan poco tiempo me conociera tan bien sin yo tan siquiera haberle contado nada sobre mi vida. Me dolía, sobre todo, sentir que la llama que nos envolvía duraba solamente los momentos de felicidad porque cuando llegaban las tormentas nos partíamos y no éramos capaces de resolverlo juntas. O quizás ella si era capaz y la del miedo siempre fui yo.

A veces resulta muy fácil escribir una canción en la que hables del amor, llegar a tu casa con el corazón revoltoso y escribir un poema sobre la otra persona. Resulta simple decirle al mundo que vives con libertad, que eres feliz y amas sin miedos y sin tapujos. Luego cuando lo vives es totalmente diferente.
Yo también he sentido el miedo de tomarle la mano a una chica en la calle, también he sentido pudor al tener que responder en una entrevista si estoy o no saliendo con alguien, y luego he cubierto mis temores con un discurso de persona fuerte y decidida que quizás no sea real. Pero Mónica era todo lo contrario, eso ya lo había comprobado, desde fuera nadie podría imaginar la libertad y honestidad de su vida.

Desde que conocí a Mónica me dejé llevar y no imaginé que llegaríamos a este punto de cuestionarnos qué tenemos en realidad porque odio ponerle nombre a las relaciones pero con el tiempo he aprendido que es necesario. No sabia muy bien que responderle, en este punto del camino siempre suelo perderme y no saber muy bien hacia dónde dirigirme, porque ¿a dónde se supone que vamos cuando ya tenemos en nuestras manos lo que tanto queríamos? Pues no lo sé, quizás nunca llegamos a tener a alguien del todo, y eso es algo que no aprendemos ni siquiera después de mil rupturas. Pero no quería quedarme callada, no quería regresar a casa en silencio ni que ella regresase a su hotel, no quería esquivar las preguntas y pedirle un tiempo, quería enfrentarla por mucho miedo que me diera. No sabía lo que quería pero tenia muy claro lo que temía, y lo que temía era perderme una vida sin ella.

– ¿Recuerdas aquel día en el bar cierto? –reí ante el recuerdo que era amargo por una parte pero gracias a ese día y aquel chico tan majo de la barra estaba hoy aquí con Mónica – Bebí mucho, estaba enojada, triste, no lo sé, solo quería beber y olvidarme de todo. Odio llorar y más delante de la gente pero el alcohol más que endurecerme me desbordó y terminé llorando en tus brazos ¿Recuerdas? Tú no me preguntaste qué pasaba, ni ese día ni ningún día en adelante, simplemente me abrazaste y lloraste conmigo, ese día y todos los días en adelante. Terminé con Inma y Ana lo primero que me advirtió fue que tuviera mi tiempo a solas, que disfrutara, saliera con amigos, me centrara en la gira y en el nuevo disco, y sé que no solo me lo decía por trabajo sino porque ella conoce de cerca todo lo que sucedió y quería lo mejor para mi… Pero qué iba a hacer si lo mejor para mi estaba a tu lado y no sola – La miré, a esos ojos que me gustaban tanto, y la sonrisa que ponía cada vez que le decía algo bonito, como una niña pequeña se emocionaba con los detalles más pequeños.

– ¿Me utilizaste para olvidar a Inma?

– Sabes qué pasa, que no lo planee, ni siquiera pensé que pasaría algo simplemente llegaste y entendí que Inma no era para tanto, que era una historia más y debía terminar porque las personas no llegan para quedarse toda la vida, ni siquiera nosotros mismos.

– ¿Y ahora?

– Y ahora no sé qué pasará, no sé que viene ahora. ¿Te presento a mis padres? ¿Te agarro de la mano y te llevo conmigo de concierto en concierto? ¿Te hago un hueco en el armario de mi casa? Que sepas que mi lado de la cama es el derecho. –Ambas reímos y nos acercamos envolviendo nuestros cuerpos en un abrazo– Mónica si supiera lo que viene ahora seria todo tan fácil que me aburriría y huiría, y tú eres la mujer más complicada e impredecible que he conocido pero a la vez lo haces todo tan fácil que asustas pero también encantas.

– La verdad es que creía que me pedirías un tiempo y no sabría nada de ti, típico de artistas –hablo con laironía que la caracterizaba y supe que ya se sentía mejor.

– Tipici di irtistis. ¿Quieres conocer mi casa de Málaga o nos vamos a quedar a dormir aquí?

– Tengo hambre, mucha –hizo pucheros y se tocó la barriga.

– Cómeme

– Todavía estoy enojada así que no hagas chistecitos Martín–la sostuve con mis brazos pegando su cuerpo al mío sin dejar de sonreír.

– Qué pena que estes enojada te tenía un regalo en casa llamado CHOCOLATE pero supongo que será mío ahora.

– Bueno mientras me des un lado de la cama estoy bien, el izquierdo ya que te molesta tanto cambiar de lugar, por lo demás no sé, me quedaré con hambre y moriré lentamente.

– Última hora. Pipipipi. La cantante española Vanesa Martín mata de hambre a la guapísima y espectacular periodista Mónica Carrillo.

Mónica soltó una carcajada que hizo eco en todo nuestro alrededor, siempre fue así, reía a todo volumen como si supiera que el mundo brillaba cuando la escuchaba reír, no sé el mundo pero al menos yo lo sentía así. Quizás para el resto del mundo todos los días sale el Sol, para mí todos los días sale ella.

¿Dónde guardas tanta luz?
Todos los días sales tú.

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⏰ Last updated: Jun 05, 2022 ⏰

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MUNAYWhere stories live. Discover now