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El siempre fue reservado, su falta de expresar sus sentimientos le afectaba a tal punto de que semanalmente su compañera lo molestara o más bien lo hostigara, sus demás compañeros jamás emitan algún comentario para que frenará o solamente lo dejara en paz, su vida transcurría en esa monótona vida, cazar, cobrar, estar en reuniones y entrenar a los novatos, hasta que en dos años su vida cambió al encontrar a una persona especial que la conoció en en una misión, del odio que tenía la mujer se convirtió en aprecio y de eso pasó a ser su esposa.
Dos años de matrimonio feliz, Giyuu comenzaría a pasar más tiempo con ella a escondidas de sus compañeros por miedo a que también la molestaran y el defendía a la gente que quería aunque teme que un demonio le arrebate lo poco nada que aún le quedaba.
Sus compañeros se extrañaban por la falta de el ya que por más callado que estuviera estaba al lado de ellos sin importar que, el menor de todos ellos era igual pero de todas formas, no era lo mismo, un día la mariposa venenosa decidió idear un plan para seguirlo en caso de que estuviera metido en algo turbio, estuviera enfermo o algo por el estilo.
—¿Estás segura de esto Shinobu chan? —diría la mayor de puntas verdosas.
—Claro que sí, Tomioka san esta raro y nuestro deber es ayudarlo—sonríe un tanto animada.
—Sigo creyendo que estamos invadiendo su privacidad —al lado de ella estaba un hombre de ojos bicolor y una serpiente de brazos cruzados.
—Vivimos casi todos en esta área, dime, ¿quien respeta la privacidad de otro? —acertaba en algo ya que al ser pilares su deber era estar presente en todo momento aún que estuviera en su finca o casa.
—Mejor sigamos antes que se nos pierda—diría el chico de la flama al lado de su antigua aprendiz.
—Si, ahora manténganse en silencio para que no nos descubra—diría la mariposa caminando fijándose por donde caminar.
Solamente asintieron para caminar por el puente y ver como Tomioka tocaba la puerta como si alguien le llegara a abrir ya que ellos no sabían que se caso, al ver como una mujer abría la puerta y como le beso la mejilla lo dejaba pasar, fueron a investigar apresurandose a colarse a la ventana.
—¿Día difícil cariño? —sonríe la joven dejándole el la mesita de noche unos bocadillos y té.
—No, solamente quería llegar rápido, es todo—sonríe algo cansado para mirarla y darle una diminuta sonrisa.
—Awww—se acerca para abrazarlo y besarle nuevamente la mejilla— Sin duda mi mejor decisión fue ser tu esposa
Tomioka ante tal declaración se sonrojo de manera leve y desvío la mirada avergonzado—Em.. Si, si, eso creo.. —sentía como la voz tartamudea por lo nervios que le producía Yae a el.
—Jajajaja, eres tierno, pero debo preparar la cena ¿va? —diría Yae separándose del abrazo y buscar una liga para amarrarse el pelo.
