→˚₊·𝖲𝖾𝗇̃𝗈𝗋𝖺 𝖳𝗈𝗆𝗂𝗈𝗄𝖺;🪐੭*

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La tarde avanzo, entre platicas y risas las cuales eran omitidas por Kanroji y la nueva Tomioka, Kochou se mantenía al margen ya que en sí estaba algo "incomoda" en ese ambiente.

No negaba qué le causó molestias que al ser que consideraba más frío que un témpano de hielo tuviera pareja antes que ella o antes que todos a excepción del propio Uzui, lo que más le sorprendió fue que Yae, la chica quien se toparon en una misión expontanea, sea su esposa.

Ambos son muy diferentes, Yae es expresiva y está todo el día moviéndose de un lado para otro, es una soldado y líder de una es cuadrilla pequeña, mientras que Giyuu era un ser frío y neutro el siempre piensa en que hará o que dirá, amo y señor del silencio aunque no negaba que jamás lo conoció a fondo y realmente podía opinar de ambos al respecto pero aún así, no entendía que le sucedía.

Mientras que los hombres azabaches se mantenían al margen de todo sus miradas aún retadoras, Obanai aún entendía porque Giyuu seguía con eso, antes a el pilar del agua le daba lo mismo si lo miraban mal o no, pero ahora.. Siente un leve escalofrío en su espalda cada vez que mantenía esa mirada hostil, seguramente y lo más lógico es la medida de protección que mantiene con su esposa, claro, la mayoría de la gente saca sus dientes a relucir cuando tiene algo que perder.

De una forma u otra se sentía orgulloso que Giyuu defendiera a los suyos y en el fondo feliz ya que se veía que Yae era una chica que podía hacerlo feliz y que no esté solo como se le acostumbra aver.

Kyojuro estaba atento a la conversación amistosa entre ambas mujeres, al igual que Shinobu, se mantenía al margen pero debes en cuando opinaba.

— ¿Y como se conocieron? —sonríe la pelirosa de puntas verdes.

— Pues el con Kochou san fueron a una misión y me ayudaron con asesinar a mi padre quien se convirtió en un demonio, claro, yo no sabía que realmente era un demonio hasta que Giyuu fue y me salvo—estaba algo desanimada con lo último pero Giyuu le toma de la mano y le dedica una tierna sonrisa— Y luego paso el tiempo, nos reencontramos, comenzamos a hablarnos más seguido y bueno—suelta una risa semi nerviosa y sus mejillas se tornan rosadas.

—¡Qué romántico! —gritaría la oji verde para juntar sus manos y dejarlas a un costado de su rostro— Me gustaría conocer a mi futuro esposo así! —libera sus manos para tocarse ambas mejillas y mover sus piernas como si fuera una niña.

Yae solo se avergonzó más para sonreír y asentir, dándole la razón a la chica tan entusiasta que es Mitsuri.

— Y dígame señorita Yae ¿a que te dedicabas? —diría Rengoku mirándola sin despegar su sonrisa.

— Pues estaba en una montaña apartada de toda vida social, lideraba un grupo de gente quien se dedicaba a matar a animales y se dedicaba al comercio de eso—respondería mirando al chico, le daba un ligero miedo como el hombre no perdía esa sonrisa, daba miedo.

— ¡Sorprendente! Ya veo que te gustan las formidables Tomioka san—sonríe dándole un ligero codazo a Giyuu quien solo asintió.

La cena avanzo y cada quien tuvo que irse nuevamente a sus fincas para la noche, sin antes mandar a los hombres a limpiar los platos y ordenar la loza, Shinobu en todo momento se mantuvo al margen intentando tener una explicación de todo esto.

No se vio afectada, a ella solo le importaba su preciada venganza, pero solo le sorprendió lo rápido que puede pasar la vida. Ella sólo fue una niña y pasó de inmediato hacer una cazadora de demonios, su padres murieron, su hermana murió, sus antiguas alumnas igual, solo le quedaba su venganza como acto de hacer descansar a la memoria de su hermana.
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Mientras tanto en la casa Tomioka, tanto Yae y Giyuu estaban alistandose para descansar tranquilamente, el joven matrimonio estaba recién comenzando a tener un vida social ante lo que es la vida de su esposo y lo que implica todo ello.