EL REGALO PROMETIDO

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—Tengo un regalo para ti —murmuró Darien, y yo, como toda niña emocionada de siete años, di un gritito.

—¿Qué es? ¿Dónde está?

—Escondido —fruncí el ceño ante su respuesta.

—¿Escondido? —asintió —¿Por qué?

—Porque solo te lo daré en la cena de fin, del otro año, cuando tengas ocho —me crucé de brazos.

—¡Eso no es justo! ¿Por qué tengo que esperar tanto tiempo? —el muy pillo sonrió.

—Porque aún eres una bebé para poder recibirlo....

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***Tres años después***

—Bunny, te tengo una sorpresa —típico de este día, Darien murmuró las mismas palabras que solía decir. Hoy, yo tenía ya diez años, mientras él tenía ya quince, y aún era fecha en que seguía haciendo la misma promesa absurda. Resoplé.

—No me digas. ¿Acaso es ese regalo que me prometes cada año, y al final no me das, y en su lugar, solo me das un papel que dice: "no desesperes, llegará pronto"? —murmuré cansina y el rio.

—Si. Pero en esta ocasión es doble papelito. Y los regalos son acumulables —suspiré.

—Acumulables. ¿Y será que me los darás esta noche, o tengo que esperar a la próxima cena de fin de año? —pregunté con ironía al ya saber su respuesta.

—Sabes las reglas, ¿No? —rodé los ojos y asentí, antes de recibir de sus manos esos odiosos papelitos. Leyendo que ambos decían lo mismo de la vez anterior: "Aún no desesperes. Te prometo que, ¡Llegará pronto!"

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***Unos años después***

—¿Lista para tu regalo? —rodé los ojos.

—¡Solo dámelos ya! —murmuré irritada y el rio a carcajadas.

Darien era mi mejor amigo desde que tengo memoria. Fue el único que me cuidó contra los niños y niñas desde que estaba en la escuela. Fue la única amistad completamente sincera que tuve. Lo conocí desde que se mudó a mi vecindario cuando yo tenía seis y medio y comenzamos a jugar retas de bicicletas. Desde ese entonces hemos sido inseparables. Comemos, jugamos, estudiamos, y hasta dormimos juntos. ¡Claro! Todo dentro del parámetro estricto de la amistad. Aunque hay veces en que yo, recientemente, quisiera más que eso. A la edad de siete u ocho años, comencé a verlo como mi amigo casi mi hermano mayor. Ese sentimiento siguió y siguió, hasta que un día, a mis doce o trece años, entrando en la preadolescencia, me horroricé al descubrir que mi cariño hacia él, no era meramente como una hermandad. «Lo quería.» Lo hacía en demasía. Y esos sentimientos solo los descubrí cuando comencé a ponerme celosa de las chicas lindas con quienes lo veía. Aunque curiosamente solo lo miraba pasearse con ellas, y escuchaba rumores de que andaba con algunas, más nunca me tocó verlo en plan sentimental con alguien. Aunque eso no cambiaba mucho. Nunca le diría lo que yo siento aún por él, por miedo a perder su amistad. Ya que él nunca me ha dado indicios a que siente lo mismo por mí. Al contrario. Me fastidia, me hace reír, y me cuida, pero solo como si fuese su hermanita. Siempre ha sido lo mismo. Por lo que he pensado que esos sueños dónde él y yo estamos juntos, solo en eso quedarán. En sueños locos que mi corazón desea más que nada en el mundo.

—¿Entonces qué? ¿Esperarás la sorpresa? Te prometo que esta vez será la última sorpresa por la que tengas que esperar. Y recuerda que todas son acumulables —resoplé.

ONE SHOTS NAVIDEÑOS (2020-//-2021)Where stories live. Discover now