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Su piel estaba helada y sus dientes castañeaban a consecuencia del baño con agua fría; tras despertarse con un problema en su ropa interior decidió no ser capaz de arreglarlo más que con una ducha de agua helada, así que ahora temblaba mientras se ponía algo de ropa para poder encaminarse a su trabajo, mientras en su mente rezaba para que por una sola vez en la vida el superintendente no estuviera en comisaría o que al menos no le tocara trabajar con él, porque su cuerpo y mente aún se encontraban afectados por las imágenes de su sueño, es más parecía que era lo único que había en su mente.

Apretando el volante del auto se detuvo en una luz roja, sintiendo ganas de golpear su cabeza contra este con tal de sacar esas imágenes de ahí.

Sumido en su batalla moral y mental el rubio no noto el cambio de luz, quedándose ahí más de lo necesario y llamando la atención de un cierto hombre que patrullaba el área.

-¡Hey! Despierta nena-.
Grito el hombre de la pistoleras desde el patrulla.

La voz del superintendente asustó al rubio que ya no sabiendo si era real o alucinación suya solo atinó a saltar en su sitio, golpeando su cabeza fuertemente contra el techo del auto.

La risa burlona del mayor no se hizo esperar.
-¿Que pasa muñeca? No te van las neuronas-.

El rubio seguía en su estado de sorpresa y miedo, cada sobrenombre que Conway soltaba arrastraba un fragmento de sus fantasías, a esto sumando que ya más despierto recordó todos los sucesos del día anterior, sus mejillas estaban de un rojo brillante y sus manos sudaban alrededor del plástico.

-Ey Gustabin, aún estas enfermo o que coño te pasa?-.

-Eh... algo-.
Respondió arrastrando las palabras.

-Te ves peor que ayer-.

-Ya, me siento como la mierda, pero hay que currar-.

-En efecto, muñeca, ¡venga! Te escolto a comisaría-.
Antes de que el menor sea pudiera negarse la luz nuevamente en verde le obligó a avanzar.

"Que asco de vida, joder" pensaba mientras conducía el tramo faltante con Conway pegado a sus espaldas.

Se tomó su tiempo para bajar del auto, mentalizándose para el día que se le venía encima.

El superintendente esperaba a unos pasos de las escaleras de comisaría, fumando un cigarro, mientras mentalmente repasaba el extraño comportamiento del rubio en los últimos días.

Cuando el menor lo alcanzó esté trato de seguir de largo; siendo detenido por el mayor, quien se aferró al antebrazo del rubio con una mano, Gustabo se detuvo en seco y con incomodidad se giró hacia su superior; justo al tiempo que el de cabello cano tiraba la colilla de su cigarro y expulsaba la última nube de humo, el olor del tabaco impacto con la cara del rubio, un gesto tan intimidante como atractivo.

-¿A donde con tanta puta prisa, Gustabin?-.
Preguntó en tono amenazante.

-Pues... a trabajar, alguien aquí tiene que empapelar a la escoria de la ciudad ¿no?-.
Respondió con nerviosismo.

-Tendrás tiempo para hacer el gilipollas por las calles cuando me expliques que cojones pasa contigo-.
El rubio miró a su alrededor buscando alguna salida a la tremenda encerrona que Conway acababa de hacerle; para su suerte un Mini Cooper lleno de pegatinas se acercaba a su posición, si se pegaba a Horacio, el superintendente no tendría otra que dejar el tema.

-Que no es nada Conway, solo he estado un poco malo, ya sabe, el cambio de clima-.
Inventó el rubio.

-El cambio de clima, ¿que el frío te vuelve imbecil?-.
En ese instante el colorido auto se estacionó y de esté bajo el joven de cresta.

-¡Horacio!-.
Grito el menor para llamar la atención de su hermano.
-Gustabo ¡Cerdo!- El de cabello azul corrió al encuentro, abrazando al de menor estatura- ¿Te encuentras mejor? No sabes de lo que te perdiste ayer, el viejo...-.
El de cresta fue interrumpido por el superintendente, quien con un ligero acaloramiento por los recuerdos de la noche, buscaba que su situación no fuera informada al menor.

-Horacio, el ruso te espera para patrullar-.
Eso bastó para que el de cabello azul abandonara a ambos, en un parpadeo el rubio se había quedado sin su salida y sin excusas.

-Será perro-.
Susurro fastidiado.

-¿Se te fue tu pase de salida, Gustabin? Vaya mierda-.
Dijo con burla ante la expresión de exasperación de García.

-No se de que habla ¡Uy mire! Un robo-.
Improviso, Conway solo pudo oír el rechinar de las llantas del patrulla, para cuando salió de su empané, el rubio había huido de manera efectiva.

El resto de la mañana giró entorno al rubio huyendo del mayor, cada que se lo topaba en un código se mantenía lejos y una vez concluían el menor desaparecía de manera apresurada.

Cerca de las dos de la tarde Gustabo llamó a su hermano, como siempre esperaba quedar para comer con el de cresta.

-Gusnabo-.
Exclamó el tintado antes de apretar entre sus brazos el cuerpo del más bajo.

-Perla, me aplastas-.
Respondió entrecortado.

-Ahora que no está el súper puedo contarte la que se montó ayer-.
Informó Horacio con emoción.

Gustabo solo asintió, haciendo uso de su mejor póker face, ya intuía lo que Horacio iba decir y ahora debía; con toda la vergüenza del mundo escuchar su noche desde el punto de vista de su hermano.

-Para contexto, el tema del club fue pasarela y quedó tan bien que me dieron ganas de trabajar ahí y todo-.
Inició su relato Horacio, mientras que gustabo escuchaba y se llenaba la boca con hamburguesa, limitándose así los comentarios.

Extraño a mi niño... fuera de broma se me escapan algunas lagrimas cada que me acuerdo de él y de lo mucho que me ayudó en esa época; se que es un pixel, pero para mi fue incluso mejor apoyo que la gente que me rodeaba.
Te amo Gustabo con b de bombón, hasta que el sol deje de brillar.

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⏰ Última actualización: Jun 20, 2022 ⏰

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