Terquedad y compasión.

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Era otra mañana atrapados en la isla, nos encontrábamos en el comedor, a excepción de Komaeda y Kuzuryu. Cada quien se concentraba en sus conversaciones, o había otros que aún se dedicaban a acabar su desayuno.

Las cosas se sentían menos densas ahora, pero la incertidumbre y desconfianza seguían prevaleciendo entre nosotros aún cuando dijimos que ningún asesinato pasaría después del primero. Aunque la cautela de cada uno era de esperarse, pues, después de todo, ninguno de nosotros nos conocíamos de nada.

-¡Oigan!, ¡Escuchen!. -Koisumi nos llamó a todos. Dejé mi conversación con Nanami para dedicarle mi atención junto con los demás. El ruido cesó y nos le quedamos viendo expectantes esperando a que comenzara con lo que tenía que decir. -De verdad, se que puede ser desagradable, pero en serio deberíamos crear turnos para llevarle comida a Komaeda.

-¿Por qué deberíamos cuidar de aquel tonto, feo e inútil? Muerto nos causaría menos problemas.

-¡Saionji! Eso es demasiado cruel. -Le regañó la pelirroja. -Nosotros mismos hemos prometido que no dejaríamos pasar mas muertes. debemos ayudarnos entre todos, Komaeda también es parte de nosotros.

Observé como los ojos de Saionji se cristalizaban de a poco para después soltar un grito descompasado mientras las lagrimas comenzaron a caer por sus mejillas.

-¿Por qué me gritas? -Lloriqueó -Es porque me odias, ¿cierto? No es mi culpa que Komaeda sea un imbécil.

-Yo me opongo completamente. -Soda se negó cruzando los brazos en señal de negación.

-A mi parecer luce más como una tarea para los chicos. ¿No creen?

-¡Señorita Sonia! - la expresión de Soda cambió drásticamente de una mala cara a una sonrisa de oreja a oreja. -Tiene usted toda la razón. ¡Oigan ustedes! Deberían hacerse cargo de ello. -Habló refiriéndose a todos los chicos.

-El gran y poderoso Tanaka jamás podría rebajarse al contacto con un simple demonio.

El bullicio inundó el lugar. Todos siguieron hablando presentándose renuentes ante la propuesta, mostrando excusas o simplemente negándose. Y entendía el porqué, de alguna forma también me sentía como ellos.

Aunque siendo honesto conmigo mismo, a veces me encontraba pensando en él, en Komaeda. Pensando en aquellos pocos momentos que habíamos compartido juntos, su forma de ser,  en sus extrañas conversaciones y lo bien que me llegué a sentir a su lado. Pero me negaba rotundamente a aceptar que quería volver a verlo y pasar el tiempo como lo hicimos alguna vez. Aquel sentimiento era reprimido, tal vez por orgullo o quizá por algún otro sentimiento que no lograba desenredar de aquella maraña de emociones que tenía en mi mente.

Igual y  simplemente era porque sabía que eso ya no me sería posible después de todo, pero, una vez más siendo veraz conmigo mismo, eso no era algo que quería tomar como la realidad.

Me negaba a aceptar la verdad.

Me negaba a aceptar que lo extrañaba a pesar de que era plenamente consciente de ello.

Todos comenzaron a salir del comedor protestantes, como huyendo de la propuesta una vez más hecha por Koisumi. Por mi parte, me quedé sentado en el mismo lugar, pensativo.

-Hinata... -Escuché a Koisumi llamarme desde el umbral de la puerta. Ya sabía lo que me tocaba.

...

Una vez más.

Una vez más un sentimiento extraño recorría mi espalda mientras me encontraba parado frente a aquella anticuada puerta de madera. Mis manos se movían nerviosas mientras sostenía de nuevo aquella bandeja de metal llena de comida.

¿Puedo confiar? || KomaHina ||Where stories live. Discover now