Capítulo 4

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Era una nueva noche en aquella ciudad. En una gran limusina blanca, viajaban los cuatro jóvenes que antes se habían llevado un muy gran susto al encontrarse tan sorpresivamente en apartamento.

El chico rizado se acercó al castaño con intención de hacerle la charla. Harry traía un simple pantalón de vestir negro que reslataba sus largas piernas, más una camisa azul con lunares a medio abotonar, y unas botas Chelsea cafés. 

El omega  traía un vestido blanco entalladisimo, a la mitad de sus muslos, de escote en forma de corazón y tirantes

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El omega traía un vestido blanco entalladisimo, a la mitad de sus muslos, de escote en forma de corazón y tirantes. Sus zapatos eran de tacón pequeño, color dorado. Unos aretes de brillantes más una pulsera delgada dorada completaron el hermoso vestuario de Louis. 

Mientras que Zayn y Liam se lanzaban miradas asesinas

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Mientras que Zayn y Liam se lanzaban miradas asesinas. Liam llevaba un pantalón de mezclilla gris, con una camisa de manga larga azul y unas botas negras. Zayn tenía vestido negro corto, como a medio muslo, entallado, dando a relucir sus lindas curvas, con un escote con fisura y mangas tres cuartos, a la altura del codo. Unas zapatillas altas, aretes de aro grandes y una pulsera de color plateado completaban su hermoso vestuario.

―Dime, Louis, ¿eres de Inglaterra? ―inició la conversación Harry, mirando al omega castaño. Él lo ignoró, hablándole a su amigo.

Harry sonrió para sí mismo, hasta que miró a su amigo. Aparentemente tenía una cara de pocos amigos. Él lo interrogó con la mirada para recibir una seña de su amigo, donde sobaba su estómago. Liam y Zayn empezaron a insultarse.

―¡Aquí nos bajamos, señor, gracias! ―gritó Louis al chofer, dónde jaló a su compañero Zayn para salir de aquella lujosa limosina.

Bajaban con prisa de aquella limusina, comenzando a dirigirse a su destino. Pero Harry los detuvo, llamando su atención saliendo por el quemacocos de aquella limusina.

―Oh, vamos, Louis, un trago ―le gritó. Él solo se volteó a verlo con seriedad. —Soy muy divertido. Pregúntale a quien quieras.

―No, Harry, gracias. Ya tenemos planes ―contestó―. Iremos a cenar, para así después planear lo que haremos después.

Con eso, volvió a su camino, pero las palabras del chico la hicieron retractarse y volver hacia él, ya que esas palabras le cayeron como agua helada.

LOCURA DE AMOR EN LAS VEGAS (l.s)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora