CAPITULO 21: Ojos que no ven.

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Al despertar a la mañana siguiente, Val sintió la cálida caricia del sol por primera vez en mucho tiempo en ese lugar; las imágenes de la noche se sucedieron en su mente a cámara rápida. Se dio la vuelta y vio a Sam a su lado, parcialmente cubierto por la sábana,ya despierto y alerta. 

—Buenos días —susurró él. 

—Buenos días —contestó ella—. ¿Hace mucho rato que estás despierto? 

—Una hora, más o menos. 

—¿Por qué no te has vuelto a dormir? 

—No estaba cansado. Además, me gusta mirarte. 

Val sonrió.

—Bueno, pues ya que me has estado mirando, espero que no haya hecho nada raro ni tampoco ningún ruido extraño. 

—No. Solo estabas durmiendo; una imagen increíblemente sensual. 

—Tengo el pelo revuelto y necesito cepillarme los dientes. 

—¿Precisamente ahora? 

—¿Por qué? ¿Estás pensando en algo?.

Sam no habló. Le acarició la mejilla y bajó su boca hasta la suya. Val cerró los ojos y se dejó caer sobre el. Sam deslizó los brazos alrededor de su cuerpo y presionó las manos contra su espalda. 

Un leve estremecimiento le atravesó a Valerie cuando tocó su piel desnuda; un temblor seguido de un escalofrío. Mas allá del calor que emanaba parecía fundirse en ella. Una de las manos de el se enredó en su cabello mientras que el otro brazo la presionaba contra el; cada vez mas cerca. 

Acostados, sus bocas unidas, la tela delgada y gastada de la sabana que los separaba. 

Fue Sam quien se detuvo. Su cara estaba enrojecida, con los ojos vidriosos, parecía tan aturdido como ella, luchando por hablar con coherencia. Por un segundo permaneció acostado, mirándola y respirando agitado. Finalmente dijo: 

—Es muy tarde.

Val echó un vistazo al reloj y se sorprendió. Habían pasado quince minutos del mediodía. 

—Deberíamos ir a desayunar algo—propuso Val, moviéndose hacia el otro extremo de la cama. Se quedaron mirando un rato y, tras una risa Val le dio una palmadita en el hombro antes de levantarse envuelta por las sabanas—¡Vamos!. 

El se puso unos pantaloncillos antes de bajar a desayunar. 

Cuando finalmente acabaron, Val suspiró. 

—Te preocupa Ryan, ¿no es así?.

Val lo miró saliendo de su ensimismamiento. 

—No puedo dejar de pensar en ello. 

Sam se acercó a ella y tomo sus manos. 

—Ya te lo dije. No debes de preocuparte. Todos los chicos están alerta, y yo también. Nadie va a dejar que algo malo te pase. Especialmente yo. 

«No lo conoces, no sabes como es Ryan», pensó Val, pero en vez de soltar ese comentario, le dijo:

—¿Sabes lo que me gusta de ti? 

 —¿Mi cuerpo? 

 —Sí, eso también. —Ella rió—. Pero también me gusta que me haces sentir especial. 

 —Es que eres especial. 

—Hablo en serio —replicó ella—, pero me pregunto por qué nunca antes habías encontrado a otra mujer.

IMPRIMACION ☾ SAM ULEYDonde viven las historias. Descúbrelo ahora