Capítulo 4

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Lo había pasado fenomenal con los chicos, luego de haber aclarado el mal entendido. Había tomado muchas fotografías con la ayuda de Chifuyu y Mitsuya. Baji, los gemelos Kawata, Kenchin, Kazutora, Mikey, Hakkai, Pah-chin, Peh-yan y Mucho, solo le seguían como pollitos a su mamá e incluso hubo veces que dejo que tiraran de su mano para ir a ver lo que ellos querían ver. Después de haber salido del acuario con algunos peluches para el menor, lo llevaron a comer (con todos juntando su dinero), para finalizar todos en la casa de Takemichi.

El menor les dejo pasar la noche en su casa. Esa noche, durmió con un corazón contento, que hasta una sonrisa se dibujo en sus labios mientras dormía.

- O -

Los siguientes días volvieron hacer como de costumbre, y eso lo hacía feliz. Estaba siendo buena esposa, pero no todo era como se lo hacia ver a los chicos. Sí, estaba feliz de estar con ellos, había algo que no le había dicho a sus amigos ni a sus esposos por temor. En el recreo, luego de despedirse de sus amigos, habían tres chicos que le seguían y en los baños le golpeaban y hacían bullying. Incluso le habían cortado su cabello y escupido el mismo.

Después que se marcharan, se lavaba el pelo en el lavabo y secaba sus lágrimas. No dejaba que Kazutora lo viera hasta salir de la escuela, donde ambos se reunían y contaban de su día. Actuaba como si nada hubiera pasado, lo cual estaba mal. Puesto que había visto en la televisión que una esposa debería compartir sus preocupaciones con su esposo, pero había otro programa que decía que no, porque eso sumaria más carga a su esposo.

No sabía que hacer.

Dejándose llevar por ese pensamiento, dejo que los días y semanas pasaran y el bullying se había incrementado hasta el punto de Takemitchi no salir de los baños hasta que el plantel se marchara y la escuela cerrara. Acallaba sus quejidos y sollozos, llevando sus manos a su boca, para que cada que Kazutora le buscase, no le encontrase y pensara que ya se había marchado.

Los días siguieron pasando hasta que el jueves llegó. Se había enterado por sus amigos que Kazutora se iría temprano de la escuela, porque iba a estar en reuniones con los demás de la ganga. Solo asintió, no había podido ver a los chicos estos días por estar escondiéndose.

Había hecho bentos de frutas y arroz, que era lo único que sabia hacer al momento y por su edad. Su cuerpo dolía en demasía y la mochila en su espalda le lastimaba, más el peso de la otra mochila que sostenía (bentos). Las horas en la escuela pasaron como de costumbre, pero cada vez que la hora de salida se acercaba se asustaba y su cuerpo temblaba de miedo.

Al salir de su clase y despedirse de sus amigos que cada vez le miraban más preocupados por su actitud extraña, comenzó su camino hacia el templo, pero en el camino se encontró con sus bullies.

— ¿Creíste qué escaparías?

— Estúpido

— ¡Déjenme en paz!

— Atrápenlo chicos.

Takemichi se había orinado encima cuando los vio venir hacia el, y su cuerpo tembló al saber lo que venia. Las risas no se hicieron esperar, pero sin importar eso, los golpes conectaron con su pequeño y escuálido cuerpo. Después de un rato de ellos estar satisfechos y haberle pisado ambas mochilas, se marcharon.

Nuestro pelinegro, luego de asegurar que se hubieran marchado, se levantó con dificultad, ya que por los golpes, uno de sus tobillos no se veía muy bien al parecer. Caminó al paso que su pequeño cuerpo le permitía. Por el tiempo que llevaba orinado, el interior de sus muslos ya molestaba.

- O -

Ahora veía con dificultad los escalones del templo frente a el, y antes que oscureciera, comenzó a subirlos; dejando escapar gemidos pequeños de sus labios. Cuando piso el último escalón, las voces de sus esposos se escuchaban más claras. Parecía que estuvieran celebrando una victoria, sonrió mientras se acercaba a ellos. El primero en darse cuenta de su presencia fue Peh-yan, quien dejo de sonreír y al ver en el estado que se encontraba rápidamente se acercó a el.

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