capitulo 34

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Fionna había llorado tanto que tenía los ojos hinchados y casi cerrados. Marshall se había limitado a abrazarla durante el primer arranque de llanto, con el coche estacionado delante de Hammerstead; luego, cuando recuperó ligeramente el control, le preguntó:
- ¿Podrás comer algo?
Ella negó con la cabeza.
-No. -Tenía la voz ronca-. Tengo que decírselo a Luna...y a T.J....
-Aún no, cariño. En cuanto se lo digas, lo sabrá el edificio entero; luego alguien llamará al periódico o a una emisora de radio o una cadena de televisión, y lo sacarán en las noticias. Todavía no se ha informado a la familia, y no tienen por qué enterarse de esa manera.
-Clara no tiene mucha familia. -Fionna extrajo un pañuelo de papel del bolso, se secó los ojos y se sonó la nariz-. Tiene una hermana en Saginaw, y creo que unos tíos ya mayores en Florida. Eso es todo lo que yo la he oído mencionar.
- ¿Sabes cómo se llama su hermana?
-Cheryl. El apellido no lo sé.
-Probablemente figure en una agenda de direcciones de su casa. Les diré que busquen una Cheryl en Saginaw. -Marcó un número en su teléfono móvil y habló en voz baja con el que contestó al otro extremo de la línea, impartiendo la información sobre la hermana de Marci.
-Tengo que ir a casa -dijo Fionna con la mirada perdida a través del parabrisas. Echó mano de la manija de la puerta, pero Marshall la detuvo para retenerla en el sitio sujetándola firmemente del brazo.
-Ni sueñes que vas a ponerte a conducir ahora -le dijo-. Si quieres irte a casa, te llevaré yo.
-Pero a lo mejor tienes trabajo.
-No te preocupes por eso -replicó-. Tú no vas a conducir.
Si no estuviera tan destrozada, habría discutido con él, pero se le volvieron a inundar los ojos de lágrimas y comprendió que no veía con claridad para conducir. Tampoco podía volver a entrar en la empresa; no podría soportar el hecho de verse con nadie en aquel momento, ni las inevitables preguntas que le harían, sin venirse abajo.
-Tengo que decir en la oficina que me voy a casa.
- ¿Podrás hacerlo sola, o quieres que me encargue yo?
-Puedo hacerlo yo -dijo Fionna con un temblor en la voz-. Es que... ahora mismo, no.
-Está bien. Ponte el cinturón de seguridad.
Fionna se abrochó obediente el cinturón y se quedó completamente inmóvil mientras Marshall introducía la marcha y sorteaba el tráfico de la autopista. Condujo en silencio, sin entrometerse en su dolor mientras ella hacía lo posible por aceptar que Clara ya no estaba.
-Tú... Tú crees que ha sido Brick, ¿verdad?
-Habrá que interrogarlo -respondió James, neutral. En aquel momento Geurin era el principal sospechoso, pero las pruebas tendrían que demostrarlo. Aunque uno apostara por la alternativa más probable, siempre tenía que ser consciente de que la verdad podía imponerse a todos los porcentajes. ¿Quién sabe? A lo mejor descubrían que la señorita Dean se veía también con otra persona.

Fionna empezó a llorar de nuevo. Se tapó la cara con las manos y se inclinó hacia delante sacudiendo los hombros.
-No puedo creer que esté ocurriendo esto -logró decir, y se preguntó vagamente cuántos millones de personas habían dicho exactamente eso mismo durante una crisis.
-Ya lo sé, cariño.
Marshall sí lo sabía, pensó Fionna. En su trabajo, probablemente veía demasiadas escenas como aquélla.
- ¿C... cómo es que...? Quiero decir, ¿qué sucedió?
Marshall titubeó, con pocas ganas de contarle que a Clara la habían golpeado y apuñalado. No conocía la causa exacta de la muerte, y tampoco había visto la escena del crimen, de modo que no sabía si había muerto debido al trauma en la cabeza o a las heridas de arma blanca.
-No conozco todos los detalles -dijo por fin-. Sé que la han apuñalado. No sé la hora de la muerte ni nada. -Todo aquello era verdad, pero no se acercaba lo más mínimo a toda la verdad.
-Apuñalado -repitió Fionna, y cerró los ojos como si intentase visualizar el crimen.
-No hagas eso -le dijo Marshall.
Abrió los ojos y lo miró con expresión interrogante.
-Estabas intentando imaginar lo ocurrido, el aspecto que tendría, si le habrá dolido -dijo él con más dureza de la que pretendía emplear-. No lo hagas.
Fionna aspiró profundamente, y Marshall esperó que arremetiera contra él trasladando a él el centro de su dolor y su rabia, pero en lugar de eso asintió con la cabeza confiando en que él sabía mejor cómo actuar.
-Lo intentaré, pero... ¿cómo voy a evitar pensar en ello?
-Piensa en Clara -repuso Marshall porque sabía que Fionna lo haría de todos modos. Formaba parte del proceso de duelo.
Fionn intentó decir algo, forzó la garganta, pero volvieron a llenársele los ojos de lágrimas y se conformó con un brusco movimiento de cabeza. No dijo nada más durante todo el camino hasta casa.

Se sintió vieja cuando recorría el camino de entrada hacia su casa. Marshall la acompañó rodeándola con un brazo, y ella se sintió agradecida por su apoyo mientras subía con paso cansino los peldaños que conducían a la puerta de la cocina. Apareció Bubú maullando y agitando la cola, como si le preguntara por qué estaba en casa tan temprano. Ella se inclinó para rascarle las orejas y se consoló un poco con el calor de su cuerpo sinuoso y la suavidad de su pelaje.
Dejó el bolso sobre la mesa y se dejó caer en una de las sillas de la cocina con Bubú en el regazo. Lo acarició mientras Marshall llamaba a su sargento y llevaba a cabo una discreta conversación. Trató de no pensar en Marci, aún no. Sí que pensó en Luna y en T. J., y en la ansiedad que debían de estar sufriendo por no saber nada de Clara. Esperaba que la policía se pusiera pronto en contacto con la hermana, porque cuando ella dijera que no iba a ir a trabajar en lo que quedaba de día, sus amigas sabrían que estaba pasando algo horrible. Si la llamaran a casa para ver qué le ocurría, no sabía qué iba a decirles, ni siquiera si iba a ser capaz de hablar con ellas.
Marshall le puso delante un vaso de té.
-Bébetelo -le dijo-. Has sufrido una fuga de líquidos suficiente como para haberte deshidratado.
De forma imposible, aquello le provocó una sonrisa temblorosa. Marshall la besó en la coronilla y después tomó asiento a su lado con otro vaso de té para él.
Fionna dejó a Bubú en el suelo, sorbió y se secó los ojos.
-Exactamente, ¿qué es lo que le has dicho a todo el departamento acerca de mí? -preguntó, sólo por hablar de algo.
Él compuso una expresión de inocencia que, en aquel rostro de rasgos duros, no surtió mucho efecto.
-No gran cosa. Sólo que si llamabas te dijeran cómo ponerte en contacto conmigo. De todos modos, debería habérseme ocurrido darte mi número de bipper.
-Buen intento -comentó ella.
- ¿Ha funcionado?
-No.
-De acuerdo, les dije que dices más palabrotas que un camionero...
- ¡No es verdad!
-... que tienes el culo más encantador que existe a este lado de las Montañas Rocosas, y que si llamabas te pusieran en contacto conmigo de inmediato porque estoy intentando llevarte a la cama y a lo mejor me llamabas para decirme que sí.
Estaba tratando de animarla un poco, se dijo Fionna. Sintió que le temblaba la barbilla.
-Muy amable por tu parte -logró decir, y rompió a llorar otra vez. Se abrazó a sí misma, balanceándose adelante y atrás. Aquel estallido fue violento pero breve, como si mentalmente no pudiera soportar aquella angustia durante mucho tiempo.
Marshall la sentó sobre sus rodillas y le sostuvo la cabeza contra su hombro.
-Les dije que eras especial -murmuró- y que si llamabas quería hablar contigo sin que importara dónde me encontrara o lo que estuviera haciendo.
Aquello seguramente era mentira también, pensó Fionna, pero era tan encantador como lo anterior. Tragó saliva y consiguió decir:
- ¿Aunque estuvieras trabajando dentro de ese equipo especial?
Él hizo una pausa.
-Puede que en ese caso, no.
Le dolía la cabeza de haber llorado tanto, y sentía la cara caliente. Tenía muchas ganas de pedirle a Marshall que le hiciera el amor en aquel momento, pero se reprimió. Por mucho que necesitara el consuelo y la proximidad, la afirmación de la vida, no iba a sentirse bien; el primer encuentro de ambos no debía tener lugar en aquellas circunstancias. En lugar de eso escondió el rostro contra el cuello de Marshall y aspiró su aroma cálido y masculino para absorber el consuelo que pudiera del hecho de tenerlo cerca.
- ¿Qué hace exactamente un equipo especial?
-Depende. Los equipos especiales se forman por diversas razones.
- ¿Y qué es lo que hace el tuyo?
-Es un equipo dedicado a crímenes violentos en departamentos múltiples. Capturamos a criminales violentos.
A Fionna no le gustó cómo sonó aquello. Se sentía más cómoda imaginándolo formulando preguntas, anotando datos en un cuaderno, o sea, haciendo de detective. Capturar a criminales violentos sonaba como si echara abajo puertas y cosas así, y como si se enfrentara a gente agresiva que podía pegarle un tiro.
-Quiero hacerte unas cuantas preguntas sobre eso -le dijo, alzando la cabeza para mirarlo ceñuda-. Pero ahora no. Más tarde.
Marshall dejó escapar un suspiro de alivio.

El hombre perfecto (fiolee)Where stories live. Discover now