capitulo 56

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Maratón 2/3

-Entra -la invitó-. En el funeral hacía un calor horrible, ¿verdad? ¿Te apetece beber algo frío?
-Sí, por favor -respondió Leah. Llevaba consigo un gran bolso que se descolgó del hombro y sujetó contra el cuerpo como si fuera un bebé.
Cuando Luna se volvió para dirigirse a la cocina, reparó en cómo brillaba el cabello rubio de Leah bajo la luz. Entonces comprendió, en su frente se formó una minúscula arruga, y comenzó a retroceder.
Pero ya era demasiado tarde.

~

La mañana del domingo, Fionna se despertó a las diez y media. Y sólo porque estaba sonando el teléfono. Empezó a dar manotazos buscando el auricular, entonces se acordó de que estaba en casa de Marshall, y volvió a acurrucarse contra la almohada. ¿Qué más daba que estuviera en su lado de la cama? Era el teléfono de Marshall, y por lo tanto responsabilidad de él.
Marshall se removió en la cama, todo calor, dureza y olor a macho.
-Coge el teléfono, ¿quieres? -dijo soñoliento.
-Es para ti -murmuró ella.
- ¿Cómo lo sabes?
-El teléfono es tuyo. -Odiaba tener que señalar algo obvio.
Musitando algo por lo bajo, Marshall se incorporó apoyándose sobre un codo y se inclinó por encima de Fionna para coger el teléfono, aplastándola contra el colchón.
-Sí -dijo-. Abadeer-. Sí -dijo otra vez tras una breve pausa-. Está aquí. -Dejó caer el teléfono sobre la almohada enfrente de Fionna y sonrió satisfecho-. Es Cake.
Fionna pensó en unas cuantas palabrotas, pero no las dijo. Marshall aún no la había hecho pagar por el «hijo de puta» que había gritado cuando se golpeó la cabeza contra la mesa, y no quería recordárselo. Se acercó el auricular al oído y dijo:
-Diga. -Marshall se tumbó de nuevo junto a ella.
- ¿Ha sido una noche larga? -le preguntó Cake en tono sarcástico.
-Como de unas doce o trece horas. Lo normal en esta época del año.
Un cuerpo duro y caliente se apretó contra su espalda, y una mano dura y caliente se posó sobre su vientre y comenzó a ascender lentamente hacia sus pechos. Algo más que también estaba duro y caliente empujó contra sus nalgas.
-Ja, ja -dijo Cake-. Tienes que venir a llevarte este gato. -Habló como si aquel detalle no fuera negociable.
- ¿Bubú? ¿Por qué? -Como si no lo supiera. Marshall le estaba frotando los pezones, y ella puso una mano sobre la suya para detener sus dedos. Necesitaba concentrarse, de lo contrario podía terminar haciéndose cargo otra vez de Bubú.
- ¡Me está destrozando los muebles! ¡Siempre me ha parecido un gato amable, pero es un demonio destructivo!
-Es que se siente molesto por estar en un lugar extraño. -Privado de los pezones, Marshall, trasladó la mano a otro lugar interesante. Fionna cerró las piernas de golpe para impedir que aquellos dedos se deslizaran.
- ¡No está, ni con mucho, tan molesto como yo! -Cake parecía más que molesta; parecía ofendida-. Mira, no puedo encargarme de planificar tu boda teniendo que vigilar a este demonio de gato cada minuto del día.
- ¿Quieres correr el riesgo de que lo maten? ¿Quieres decirle a mamá que has permitido que un asesino psicópata mutilase a su gato porque te preocupan más tus muebles que los sentimientos de ella? -Vaya, había estado estupenda, para haberlo dicho ella. Magistral.
Cake respiraba agitadamente.
-Estás jugando sucio -protestó.
Marshall liberó la mano de la trampa de los muslos de Fionna y escogió otro ángulo de ataque: la retaguardia. Aquella mano destructora de todo raciocinio le acarició el trasero y seguidamente se deslizó hacia abajo girando, encontró justo lo que buscaba e introdujo dos largos dedos. Fionna ahogó una exclamación y estuvo a punto de soltar el teléfono.
Cake también escogió otro ángulo de ataque.
-Ni siquiera estás viviendo en tu casa, estás en casa de Marshall. Bubú estará bien ahí.
Oh, no. No podía concentrarse. Los dedos de Marshall eran grandes y ásperos, y la estaban sacando de sus cabales. Era su venganza por obligarlo a contestar al teléfono, pero si no paraba iba a encontrarse con un gato enfurecido haciendo trizas todo lo que hubiera en su casa.
-Sólo tienes que mimarlo mucho -consiguió articular Fionna-. Y se tranquilizará. -Sí, en un par de semanas-. Sobre todo, le gusta que le rasquen las orejas.
-Ven a buscarlo.
- ¡Cake, no puedo meter un gato en la casa de otra persona!
-Claro que puedes. Marshall aguantaría una manada de gatos salvajes y maníacos con tal de meterse dentro de tus bragas. ¡Usa tu poder ahora, mientras dure! Dentro de unos meses ni siquiera se molestará en afeitarse antes de meterse en la cama contigo.
Genial. Cake estaba intentando convertir aquello en una cuestión de lucha de poderes masculino y femenino. Los nudillos de Marshall le rozaron el clítoris, y estuvo a punto de soltar un maullido. Pero logró decir:
-No puedo. -Aunque no estaba segura de a quién se lo decía, a Cake o a Marshall.
-Sí que puedes -Dijo Marshall en un tono grave y untuoso.
-Oh, por Dios -le chilló Cake al oído-, lo estás haciendo en este preciso momento, ¿no es verdad? ¡Lo he oído! ¡Estás hablando conmigo por teléfono mientras Marshall te está follando!
-No, no -balbuceó Fionna, y Marshall la convirtió acto seguido en una mentirosa sacando los dedos y sustituyéndolos por una fuerte embestida de su plena erección matinal. Fionna se mordió el labio, pero de todos modos se le escapó un sonido ahogado.
-Ya veo que estoy perdiendo el tiempo hablando contigo ahora -dijo Cake-. Volveré a llamar cuando no estés «ocupada». ¿Cuánto suele tardar? ¿Cinco minutos? ¿Diez?
Ahora quería una cita. Ya que lo de morderse el labio no había funcionado, Fionna probó a morder la almohada. Buscando desesperadamente un momento de control, sólo un momento, consiguió decir:
-Un par de horas.
- ¡Dos horas! -Cake estaba chillando de nuevo. Entonces hizo una pausa-. ¿Tiene algún hermano?
-C-cuatro.
- ¡Cielo santo! -Hubo otra pausa más mientras Cake, evidentemente, sopesaba las ventajas y desventajas de desechar a Al y quedarse con un Abadeer. Por fin lanzó un suspiro-. Voy a tener que volver a pensar mi estrategia. Seguramente preferirías dejar que Bubú destroce mi casa, ladrillo a ladrillo, antes que hacer nada que lo eche todo a perder, ¿no es así?

El hombre perfecto (fiolee)Where stories live. Discover now