Capítulo I. En algún lugar de ese corazón.(actualizado)

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Él desde que ingresó al instituto resaltó por su manera de ser. No era un chico
para nada malo pero sus compañeros del instituto lo tildaron como el “raro” por su
manera de ser. Podría decirse que es demasiado amargado y duro con todos
–incluyéndose a sí mismo– y todo por la manera en que se presentó ante todos en la
zona de recreación y deporte de la institución. Después de decir su nombre y de ver
cómo tenía que presentarse ante sus nuevos compañeros y tutores fue cuando
menos… particular; sus palabras fueron -tras decir su nombre-: “Las cosas que me
gustan y me disgustan… Bueno; no tengo ganas de decirles eso y francamente dudo
que les importe, mis sueños para un futuro… Realmente no he pensado en eso
tampoco, y en cuanto a mis pasatiempos tengo muchos los cuales tampoco les
importan”. Es lógico pensar que tras eso él no tuvo muchos amigos -por no decir
ninguno- y la mayor parte del tiempo estuviera solo. Con esa actitud asocial y en el tono
amargado de voz con el que se expresaba era lógico. Pese a todo eso él era demasiado
bueno en muchas cosas - por no decir en casi todo- y cuando menos resaltaba de forma
tanto positiva como tener un promedio de calificaciones altas y ser bueno en las artes
(...) Como su forma negativa; ser demasiado asocial –hasta el grado en que sus tutores
lo forzaban a participar en las clases y que faltaba a todos los eventos casuales de la
institución– como el carecer de la empatía y no saber medir bien sus palabras, no era
faltar los respetos, es no saber expresarse bien.
Pero él tiene una habilidad, y es que todo el tiempo él puede ver cicatrices dónde
no están, puede ver el sufrimiento de muchas personas reflejadas en marcas inexistente
que recorren la piel de la gente, por esta razón su odio justificado contra lo injusto que
puede ser el mundo y la vida se refleja mediante estas cicatrices porque él también las
tiene.
Un día como cualquier otro sonó la campana de la institución, él miró su reloj
percatándose de que eran las doce y cuarto del mediodía ( 12:16 h) y como todo el
mundo salió del aula para tomar su receso, cuando menos eso era lo que indicaba su
horario. Se dirigió a un sitio fresco, uno de los tantos banquitos esparcidos por el patio
de la institución y decidió tomar asiento en uno de ellos, debajo de un árbol él estaba
sentado de forma adrede en un banquito para dos personas de tal manera que él
ocuparía todo el espacio. De su bolsillo sacó unos medicamentos para calmar su dolor
de cabeza –algo recurrente en él– y cuando terminó de tomarlos, miró hacia el cielo. No
estaba viendo nada en particular más que las nubes, disfrutando del silencio pensando
cómo se sentiría no tener ninguna responsabilidad cuando una voz llamó su atención e
interrumpió sus pensamientos, era la voz de una chica.

- Hola… –dice ella en un tono suave y gentil en su voz– ¿Podría sentarme
contigo? es que casi todos los bancos están ocupados. (Desde luego esa no era
ninguna mentira, además,él era el único sentado en ese banco)

–Él miró a aquella muchacha, con una mirada que francamente cualquiera que la
hubiera visto hubiera dicho algo como: “se ve que no tienes muchos amigos”–

-Hola–respondió él en un tono algo cortante mientras se arrimaba hacia un costado para
cederle el espacio a aquella chica, volviendo a dirigir su mirada hacia el cielo–

- Gracias –dice ella con una cálida sonrisa mientras se sienta a su lado,
dirigiendo su mirada y su atención hacia ese chico– Podría preguntar… ¿Por qué estás
solo?

–Él dirige un poco su mirada hacia ella, quién se veía algo sonrojada y con cierta
curiosidad en su rostro– ¿A qué viene esa pregunta? –dice él con cierta duda en su
voz–

–Ella pone sus manos debajo de su rostro– Curiosidad –responde ella con una
sonrisa y prestando mucha atención–

- Nada interesante la verdad –dice él sin darle mayor importancia al asunto–

–Esa respuesta para ella era demasiado vacía y monótona, pero ello llamó más
su atención y curiosidad– Si, eso veo –dice ella mirando un poco a su alrededor– Pero
si eres tan conocido ¿por qué estás solo aquí?

–Con unos ojos que no reflejaban nada él le responde con otra pregunta– ¿te
parece que tan siquiera tengo amigos? –dice él en su tono cortante–

–Ella no puede evitar soltar una pequeña carcajada, mientras ve cómo en el
rostro de ese chico se ve reflejado que no entiende por dónde va el asunto y viendo
como no le presta atención ella recupera su calma solo para acercarse un poco más a
él– Oh vamos, no puedo creer que alguien como tú esté tan solo siendo tan… Diferente
–dice ella de forma amistosa y como un halago– A mi me gusta lo diferente ¿sabes? Me
encantaría conocerte un poco más pero estando aquí con tanta gente puede ser
incómodo –dice ella refiriéndose al ruido de la gente en el patio, y ver como llama
mucho la atención ver a aquél chico interactuando con alguien en ese ambiente–
¿Tienes la tarde libre? es para hablar con más calma…

–Él mira el rostro de esa chica, ese rostro reflejaba ilusión y esperanza– (sólo
una vez…) –dice para sí mismo– Bien, yo saldré dentro de una hora y media, vamos a
vernos en la panadería que queda como a dos cuadras de aquí… Frente a ella hay una
parada de autobuses ¿te parece si nos vemos a las dos de la tarde? –dice él en un tono
algo indiferente de voz–

–En ella se dibujó una gran sonrisa, pero conteniendo su alegría le responde– Si,
se cual es la panadería que tú dices, yo ya voy saliendo pues ya terminaron mis clases
pues el último profesor no pudo asistir. Así que allí nos veremos, no me vayas a dejar
plantada –ese último comentario lo dijo de manera algo cómica para él– cuídate mucho
–dice ella en un tono más gentil que cuando se presentó, solo para retirarse y dejarlo a él allí-

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