Capítulo II. Por un lindo caminito.

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El capítulo I fue actualizado uwu por favor leerlo nuevamente/

Él estaba acostado en la cama, encerrado en su habitación. Una habitación
bastante oscura y algo fría iluminada por un pequeño rayo de luz que provenía de su
ventana. Como siempre, sin muchos ánimos de nada recordando la salida que tuvo
hace unas dos semanas, cuando un brillo llamó su atención. Era su teléfono el cual se
habría iluminado dando a entender que recibió algo, un mensaje de un número
desconocido.
- “ ¡Hola! ¿te acuerdas de mi? soy la chica con la que saliste en la cafetería, me
gustó bastante aquella cita y ... Me gustaría saber si tienes chance el día de hoy para
poder tener otra. “ –Él leyó todo el mensaje, lo pensó bien y si podría darle esa
oportunidad, pero por su mente había una sola pregunta–
- ¿Cómo consiguió mi número? –dice él algo extrañado, pues él nunca da su número a
casi nadie, algo extrañado él comienza a escribir su respuesta– “ Hola, está bien, dame
unos minutos para arreglarme, pero… ¿Se puede saber cómo conseguiste mi número?

Pasaron algunos minutos, la chica quién estaba también en su casa al leer eso
brincó con suma alegría por toda su habitación, dio vueltas en la cama, realmente
parecía una niña pequeña gritando " ¡Si! ¡Si! " con suma felicidad, hasta que se calma y
se pone algo más seria para darle su respuesta. “- Nos veremos en el parque que
queda a unas cuantas cuadras del instituto, y conseguí tu número chismoseando el
registro de cada estudiante. Tienes talento ¿sabes?, yo ya me iré a arreglar también, te veo en una hora –inserta varios emojis, entre ellos el de varias caritas felices y muchos
corazones–”
Pasaron unos pocos minutos, realmente no fue nada para él quién había salido
de bañarse. Se tomó la molestia de arreglarse quitándose el poco vello facial que tiene
y lavándose el pelo. Su mamá lo ve en toalla, buscando un producto para el cabello que
estaba en un cajón escondido en los muebles de la sala.
- Que raro ¿tú bañándote tan temprano un domingo? –suelta una pequeña risa–
¿Estás enfermo o algo así?
- No, solo voy a salir. –dice él sin darle importancia–
- Oh ya, así que es una cita –pone una cara algo de broma– Dile que consiga
unos lentes, tú no tienes nada de especial. –ella vuelve a soltar una pequeña risa–
- Si lo sé –suelta una risa también– Pero bueno, volveré más tarde mamá.
Él va a su habitación y deja a su mamá allí, ella sabe que tras esas bromas
pesadas su hijo si puede valer la pena, está orgullosa de que salga de su zona de
confort. Pasaron ya varios minutos, él ya había llegado y estaba esperándola. Sabiendo
cómo era esto y la última vez que salieron pues salió más arreglado aún, procurando
que sus prendas combinaran bastante y usando un tenue perfume. La esperaba allí, ella
vive algo lejos así que esperó unos cuantos minutos, pero realmente no le importó
mucho.
Y allí iba ella, caminando también arreglada, era obvio que ese muchacho le
atraía bastante y ella es muy terca para las cosas. No iba a aceptar un "No" como
respuesta. Obviamente y como cualquier chica enamorada salió vestida de colores
vibrantes para captar la atención de él, saliendo de su casa vestida con una blusa
rosada, una falda negra y debajo de es falda unos leggis de color negro. Ella caminando
lo vió a la distancia, viendo hacia arriba sin un punto fijo, vestido con un suéter gris
oscuro y unos pantalones grises intermedios. Ella se sonrojó un pocoy se puso
nerviosa, pero ya estaba allí y decidió acercarse.
- Holiii –dijo ella sumamente feliz y alegre, poniéndose algo pequeña, parecía
una muñequita– ¿Te hice esperar? –pregunta algo preocupada–
–Él dirige su atención hacia dónde estaba ella, viéndola vestida y arreglada se le
dibujó una pequeña sonrisa– Hola –dice él en un tono más alegre de lo normal– No,
tranquila, no me hiciste esperar –dice en su tono calmado de siempre– Bien
¿entramos?
- ¡Si! –dice ella sin poder contener más su emoción y yendo hacia él, tomándolo
del brazo y abrazándolo desde ahí– Hoy eres completamente mío y no te soltaré –dice acariciándose sobre él con una sonrisa, sintiendo ligeramente el perfume que él
desprendía–
- Uhm... Vale vale –dice él entre risas al ver esa actitud– Por cierto, que linda te
ves –dice él en un tono calmado y hasta algo común con las manos en los bolsillos,
mientras ambos caminaban para entrar al parque–
–Ella se había sonrojado más por ese alago, honestamente pensó que le criticaría algo
del atuendo pero para su sorpresa no fue así– G-Gracias, tú también estás muy lindo el
día de hoy –dice ella en un tono algo nervioso, pero muy agradecida–
Ahí estaban ellos dos caminando por el parque, hablando de cosas cotidianas.
Lo típico del "¿cómo amaneciste?" "¿Qué tal estuvo tu semana?" y así. Hasta que
ambos llegaron a un punto algo apartado, sentándose en uno de los tantos banquitos
repartidos no solo por el camino, sino por el parque entero. Él toma algo de agua que
traía, mientras ella se le queda viendo fijamente.
- ¿Ocurre algo? ¿Quieres tomar agua? –dice él tras terminar de tomar agua–
- Eh ¡eh! –dice ella mientras se sonroja– no no no nada –dice algo sonrojada y
avergonzada– Y… No te preocupes, traje mi agua, gracias por el gesto… –dice ella con
la cabeza algo baja–
Él suelta una pequeña carcajada por eso, realmente le pareció muy chistosa esa
actitud. Ella se vuelve a pegar hacia él, tomándolo del brazo, el día estaba algo
caluroso, pero bajo la sombra de los árboles era todo bastante más fresco.
- ¿Te quieres acostar? –pregunta ella– Mi mamá me dió una sábana para el
parque, no sé si lo quieres hacer. –dice ella algo nerviosa y sonrojada–
–Él medita brevemente el asunto– Uhm... Está bien –dice él viéndola, y ve como
en el rostro de ella se dibuja una sonrisa– Vamos a buscar un sitio más amplio y por
dónde no pase mucha gente.
- Okii –dice ella, bastante energética y feliz mientras ambos se levantan del
banquito y ella sigue abrazándolo–
Ambos buscan un lugar algo apartado del camino y en general de la gente.
Cuando lo encuentran ella saca de su bolso una sábana la cual extiende sobre la
grama. Entre ambos la acomodan y ella es la primera en sentarse allí, ella de una
manera muy coqueta le indica a su acompañante –de una manera delicada y discreta–
que por favor se acueste junto a ella. Él lo hace, se acuesta colocando sus manos en su
nuca.
Allí estaba él, realmente cualquiera que lo hubiera visto diría que parecía que
estaba durmiendo. Y no es para menos, pues su rostro reflejaba una pequeña y cálida sonrisa y una tranquilidad incomparable. Ella ve esto, y no puede soportar más el
instinto y las ganas, ella se acuesta sobre su pecho y lo sigue mirando.
- ¿Te peso? –dice ella algo apenada– ¿No te molesta, verdad? –pregunta algo
preocupada, pensando que esa acción podría enfadarle–
- No, tranquila, no te preocupes, no me molesta. -Dice él en un tono más dulce,
mientras dirige una de sus manos hacia su cabello- Se que no ibas a hacer algo malo.
Él nunca había sido gentil con alguien más allá de sus amigos –que no eran
muchos– y familiares directos. Y quería compartir algo de su gentileza con ella, de una
manera algo brusca pero sin malas intenciones él acaricia el cabello de ella. Un cabello
que olía bastante bien, liso, largo, de colores amarillentos y cafés.
- Disculpa si soy algo rústico contigo... –dice él, despreocupado como siempre–
- Tranquilo –dice ella disfrutando sus caricias– Pero deberías de ser más gentil
conmigo, soy una chica al fin y al cabo. –dice ella tratando de fruncir el ceño–
- Lo intento... Eres como una muñequita de porcelana ¿sabes? Eres bonita y
frágil, y la porcelana se tiene que tratar con cuidado y trato de hacer eso... –dice él algo
apenado con sus ojos cerrados–
Ella no podía creer lo que sus oídos habían escuchado, y en ese momento dejó
de fruncir el ceño. Aunque intentaba controlarse su alegría era infinita, esas palabras la
hicieron sentir bastante bien y solo recostó su cabeza en el pecho de él, ella encontró
un lugar aparentemente seguro. Su rostro demostraba bastante felicidad ¿y como no? si
estaba con el chico que tanto le gusta, estaba recibiendo sus caricias –algo torpes–,
estaba recibiendo cariño por parte de él, disfrutando del aroma que desprendía su
cuerpo producto de aquella fragancia sutil bajo la sombra de los árboles y el aire fresco
del parque. Era un momento perfecto y lleno de paz.
Los minutos transcurrieron así, el sitio que ambos eligieron si era bastante
tranquilo y menos transcurrido de lo normal. De vez en cuando pasaban personas pero
nada fuera de lo normal. Ellos dos no estaban haciendo nada más que disfrutar de la
compañía del otro. Ella disfrutaba mucho escuchar el tenue latido del corazón de él,
calmado mientras sentía como poco a poco esas caricias ya no eran tan bruscas. Hasta
que escuchó el sonido característico de una persona hambrienta.
- ¿Tienes hambre? –pregunta ella en un tono dulce y suave sin despegar su
cabeza de su pecho–
- Si, un poco ¿y tú? –dice él en un tono también algo más amable–
- ¿Y qué hora es entonces? –dice calmada, casi quedándose dormida–

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⏰ Last updated: Jul 01, 2022 ⏰

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