23. "¿QUÉ DEMONIOS ES LA D.S?"

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— ¿Pueden responderme algo? —Observo mientras Bernard sube su par de pantalones oscuros por un lado y por el otro como François prende su camisa a unos metros de él—. ¿Qué bendita suerte tengo para que algo como esto suceda?

— ¿A qué te refieres? —Pregunta François mientras intenta que cada botón entre correcto con su orificio.

—A ambos —observar el cuerpo del par de chicos tallados por los dioses que no llegan al extremo de la exageración, su par de ojos claros como una laguna y un trazo de ámbar al sol, hace que no comprenda la ecuación—. Lucen como un par de seres salidos de otro planeta —admirar a este par de hombres es un privilegio que pocos pueden darse.

— ¿Acaso hablas en serio, Baelee?

Bernard se inclina a tomar su camisa del piso y uno de sus mechones cae sobre su frente. Aún después de haber recorrido cada uno de los extremos de esta oficina y gastado hasta el último gramo de vida contra sus cuerpos, tengo energía suficiente para otra ronda. Incluso mientras observo del par de chicos contornearse para vestirse, hace que quiera correr a ellos y volver a desarmar todo el proceso.

—Hablo en serio, Bernard, tengo suerte, es un privilegio de estar con ustedes —sé del lugar que tengo entre ellos, pero mi plan es aumentar su ego un poco. Todo el mundo merece eso algunas veces.

—Te equivocas, el privilegio es nuestro —Bernard se inclina y con su mano le indica a François que se acerque a su lado. Con sus manos en mis piernas, Bernard acaricia la superficie de la tela de mi vestido y me observa: —. Escucha una cosa, siempre es un privilegio respirar el mismo aire que tú, y más aún poder besar tus labios. Si alguna persona duda de eso, simplemente nunca le abras tus piernas.

François se inclina y besa mis labios. Se sienta a mi lado en el sofá y envuelve mis brazos en los suyos. Todo el sexo que pueda haber aquí no se compara a lo que queda como restos del placer. No sabía de lo afortunada que era con tener la contención de François, porque no es sólo deseo que hay aquí, lo nuestro, el "trío épico" como lo nombró Malton, es más que eso.

— ¿Vienes con nosotros, Baelee? —Pregunta Bernard una vez que ambos se alejan de mí y caminan hacia la puerta.

—Me quedaré a revisar que todo esté en orden conmigo —señalo a las tiras de mi vestido bajas y a los tacones que están lejos en algún rincón de la habitación. Mi plan no es quedarme arreglando mi aspecto físico, es lo último que me importa justo ahora. Mi plan es indagar y para eso, necesito privacidad aquí.

—Búscame en la fiesta entonces, en media hora todo este circo va a morir y quiero llevarte a casa —sonrío y se alejan.

Cuando la puerta se cierra, cuento diez segundos y de un impulso, calzo mis tacones, subo las tiras rojas sobre mis hombros y cierro con seguro.

Observo a la oficina y no estoy segura de por dónde comenzar a indagar. Una laptop negra yace sobre el escritorio y es mi único recurso.

Abro la pantalla y me sorprendo cuando noto que no tiene clave ¿por qué Marcos Belmont dejaría su computadora con acceso libre? Claro, la puerta debía estar cerrada, sólo una tonta preguntaría algo como eso. Lo cierto es que aún es extraño. Si el padre de Luttia tiene algo que ver con la cocaína y los matones que golpearon a Román, la seguridad de sus archivos debería ser extrema, a menos que el aparato en mis manos no albergue nada.

Nada.

Ni un solo archivo encuentro en la computadora más que una carpeta que dicta "Vacaciones familiares". Nunca creí que el hombre que parece ser de piedra albergara un par de fotos sentimentales en su laptop.

Espera.

No son fotos familiares. Son archivos, documentos, copias.

Comienzo a leer. Palabras y más palabras sobre la importación de miel. Los números parecen correctos a pesar de no tener algo con qué verificarlos, me atrevo a darlos por buenos. Empresas en Italia, empresas en Francia, exportaciones a América Latina, nada que pueda servir. Todo parece limpio, o bien de eso quiero convencerme. Lo curioso es la idea de ¿por qué tendría los archivos de la empresa en una carpeta con fotos de vacaciones familiares?

SOMOS LA D.SDonde viven las historias. Descúbrelo ahora