Quien quiero

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Fue un beso suave, uno que llegó y caló en lo más profundo de ambos, sobre todo en quien se separó abruptamente pidiendo una disculpa y se marchó a toda prisa por las escaleras sin mirar atrás ni una sola vez, el corazón de Win latía como nunca mientras descendía corriendo las escaleras, sus manos temblaban tanto que resultaba imposible sostenerse adecuadamente del borde. Para Bright fue una reacción bastante linda, incluso rayaba en lo adorable, pero contrario a su percepción, el animador se arrepentía sinceramente.

-No debiste hacerlo, tonto, tonto.

Se reprendió en cada escalón mientras lagrimas cubrían su pálido rostro, quizás fue debido a tantos movimientos bruscos, pero al llegar a los casilleros cayó al suelo alarmando a quienes estaban ahí. Tardó un poco en despertar, su reacción inmediata fue asustarse y revisarse los brazos, por fortuna seguía en los casilleros, aunque rodeado de un par de doctores.

-Lo siento, ya estoy mejor.

-Sería mejor que te revisáramos, vamos.

Luke se ofreció a ayudarlo, pero éste se negó levantándose solo, no quería ser una molestia, además tenía que ir con sus pacientes. Por lo que confirmó que se sentía bien y regresó al área infantil. Lugar donde con la alegría de los niños tranquilizó su corazón inestable a la par de ver entrar a Bright y perder un poco su energía. Tenía miedo de la sonrisa que le dirigía, sobre todo al brillo en sus ojos cuando ambas miradas se cruzaban.

-Win, sobre la cena del viernes qué te parece si…

-Mira la hora, tengo que irme.

-Podemos irnos juntos, te llevaré a casa.

-No, debo atender un encargo.

Bright solo vio huir a Win a toda velocidad pensado que ese asunto si que era importante, por su lado, Win se encontraba totalmente alterado en la parada de autobuses mientras se mordía las uñas. ¿Cómo se había salido todo de control en un solo día?

Maldito pastel, maldito doctor griñón. Pero si recordaba su nombre solo venía ese momento a su mente. Como se sintieron sus manos grandes acunar su rostro, como su aliento llegó a su nariz haciéndole vibrar el corazón, como sus labios picaban después de besarlo, y como sus manos pedían por aferrarse más y más a él.

-¿Qué estás haciendo Win? Debes detenerte ya.

Trató de convencerse constantemente a lo largo del trayecto. Al estar frente su edificio suspiro al caminar al elevador, con suerte no estaría esta vez esperándolo en su entrada. Y así fue, por lo que pudo estar tranquilo incluso al momento de bañarse, cosa que últimamente le resultaba difícil por los miles de pensamientos que tenía dentro.

Se colocó el pijama mirando el mensaje que había mandado Bright, la foto del pastel, uno que no debió comer, ni siquiera desearlo, porque ahora tenía arrepentimiento. Sin embargo, guardó la imagen y la puso como fondo de pantalla. Porque incluso con el dilema, no podía negar que le gusto besar a Bright, tanto así que si lo tuviera cerca no dudaría en pedirle por más.

Los días posteriores al beso Win se mantuvo distante solamente con Bright, y él no supo desde que la mañana siguiente no le sonrió como usualmente, aun cuando le preguntó si algo sucedió este lo negó, pero no era ningún tonto como para no entender que lo evadía. Por lo que en esas fechas no dijo más, no quería presionarlo, además con el solo hecho de poder verlo en el área infantil se sentía feliz.

La tarde del jueves llegó haciendo que Bright se viera en la necesidad de preguntar nuevamente, solo que esta vez esperaba tener una respuesta que pudiera darle esperanzas, aunque sea unas pocas.

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