24. Los 10 Minutos.

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Mi boca seca y abierta al igual que mis ojos, mi corazón bombeando a mil por hora, mi entre pierna palpitando como los mil demonios. Pasarían miles de años y yo seguiría asombrándome al ver a Arlet completamente desnuda frente a mí. 

Ella dio pasos lentos hacia mí, se tocó su lado derecho del abdomen y sonrió.

—¿Te gusta? —Susurró mirándome.

—Yo… Es… —Suspiré —entiendo que te haga ilusión enseñarme el tatuaje, es.. Es precioso —volví a suspirar —¿hacía falta enseñármelo completamente desnuda? Digo, no es una queja, nunca lo sería, es más, mi polla te adora —ambos miramos a mi entrepierna —es muy bonito, monja —terminé por decir. Obligándome a levantar la mirada de su entrepierna y mirando las dos fechas y los dos nombres tatuados en su piel.

Mi fecha de nacimiento al igual que la de nuestro hijo y ambos nombres.

—La verdad que lo de aparecer así desnuda no era para que vieras el tatuaje —se sentó encima de mis piernas. Un suspiró salió de nuestros labios —es que ya necesito sentirte, y ahora que tu hermana se ha llevado al bebé podemos aprovechar.

Mi hermana había venido hace cinco minutos para sacar al bebé y enseñarle las calles, a penas tenía un mes de vida y mi hermana decía que era la edad perfecta para que vaya conociendo el lugar donde iba a vivir.

—Vendré dos veces a la semana para llevarme a mi sobrino mientras sus padres trabajan —comentó hace tan solo unos minutos.

Harry y Charlet junto a la pequeña se vendrían a vivir a Colombia. Habíamos decidido todos empezar desde  cero aquí, y de momento parecía una idea increíble.

—¿Aceptas mi propuesta? —Susurró contra mis labios.

—Yo acepto todo lo que venga de ti.

Cogí su cintura con mis manos y ella comenzó a moverse encima, mi miembro ya palpitaba más de la cuenta, dolía mucho y las ganas de estar dentro de ella crecía por segundos.

—Quiero jugar —volvió a susurrar.

Se tumbó en la cama cogiendo su teléfono.

—No, el juego de los diez minutos no —me quejé.

Ella sonrió cogiendo el cuello de mi camisa y tumbándome en la cama. Fue deshaciéndose de toda mi ropa, haciendo que yo quedase igual que ella encima de esa cama.

Le dio al inicio del cronómetro y llevó su mano a mi miembro erecto. Comenzó masajeando despacio, subiendo la intensidad del movimiento. Yo intentaba tocarla pero ella con una sola mirada me hacía alejar mis manos dando un suspiro. Llevó su boca a mi miembro, primero pasó la lengua y por último lo introdujo completamente haciendo que yo soltara un suspiro.

—Extrañaba esto —habló subiendo su cabeza hacia mis labios.

—¿Chupármela o torturarme?

Vi en sus ojos un brillo. Sé que podía llegar a ser muy directo, pero tanto ella como yo ya estábamos acostumbrados a ello.

—Las dos, puto.

Bajó los besos por mi abdomen hasta llegar a mi miembro. Volvió a meterlo completamente en su boca, gemidos salían de mis labios sin control alguno. Sus ojos y los míos hicieron contacto por unos segundos hasta que ella cerró los ojos. Yo me limitaba a solo observar cada movimiento que hacía, como el de ahora, que se posicionó encima de mí moviéndose encima de mi miembro, de arriba hacia abajo, ambos soltando gemidos.

Cogió mi miembro con su mano y lo rozó en su centro haciendo que esos gemidos salieran con algo de más fuerza.

Intentaba tocarla, que me dejara hacerlo aunque solo fuera superficialmente, pero ella no cedía, quitaba mis manos y seguía moviéndose como si en ningún momento estuviera torturándome, como si aquello que parecía que no era para tanto no estuviera volviéndome jodidamente loco, y es que el deseo de tocarla y besarla se hacían cada vez más fuertes, más insistentes y ya no solo me valía con tenerla sobre mí, con verla, necesitaba besarla, tocar cada centímetro de su cuerpo y penetrarla.

Eternos. +18 #3 ✔️Where stories live. Discover now