13. Amor entre primeras fantasías

130 15 9
                                    

¡Hola! ¡Aquí tenéis un nuevo capítulo!

Momo ya había tenido suficiente del calor.

- Siento no haber traído un presente por su vigesimo año de vida, señorita Sato.- El señor Mitsuhide había llegado de Chiba como hacía cada dos meses. Momose y el señor Mitsuhide solían encontrarse en el mismo lugar desde que coincidieron la primera vez hacía un año y medio.- No pretendía venir con las manos vacías.

- No se preocupe.- se encogió delicadamente de hombros.- No es su deber saberlo.

La muchacha aún seguía sin entender como se había formado tal amistad. Simplemente un día el señor Mitsuhide se encontró a Momose de paseo y decidió acompañarla. En su incomodidad creyó que sería una descortesia rechazar su compañia, por lo que empezaron a relacionar puntos en común y por muy extraño que pareciera, a conversar. Y así continuaron las casualidades cuando decidía reunirse con su hermano en el castillo.

No era común que un hombre acompañara a una mujer joven y soltera a solas, así que un receloso Ishiro Sato ordenó que fuera vigilada por uno o dos guardias mientras durara su paseo. De ahí que tuviera a Tessema y Mishima vigilandolos como dos halcones, y a una divertida Ashagari siguiendole los pasos.

Sin embargo, su compañia no le resultaba desagradable.

- Esto es vergonzoso.- comentó una tarde al ver que los guardias fingian no escuchar nada.- No tienen porque tomarse tantas molestias. Al fin y al cabo, usted y yo simplemente somos amigos.

El señor Mitsuhide entrecerró los ojos.

- Pero eso no lo saben.- masculló.- Para una mujer como usted, yo podría ser un zorro astuto.

Momose solo pudo ocultar una carcajada.

- Esa vena bromista me sorprende, señor Mitsuhide.- dijo al pasar por "El puente de las flores".- No creí que fuera así.

- ¿Y como creía que era?

- Como mi hermano.- resolvió simplemente.- Pero con el ceño más fruncido.

El señor Mitsuhide sonrió ladinamente y sus facciones duras se suavizaron. De vez en cuando formaba una pequeña sonrisa, aunque no era tan seguido. La primera vez que sucedió no pudo evitar mostrar perplejidad y temió ofenderlo, pero al contrario de lo que pudo suceder, el señor Mitsuhide manejó la situación de tal manera que acabó haciendola reír.

Fue un hecho sorprendente.

Momose no solía salir más que para dar paseos largos totalmente sola y evitaba el pueblo como la peste, excepto cuando iba a sus clases oculta en una capa preciosa de seda que la misma Ishtar Sato había tejido. No era lo deseable, pero su cuñada sabía lo nerviosa que solía sentirse bajo miradas ajenas. Para Momo era preferible ser invisible.

- ¿Cómo se encuentran sus hermanos?

Quiso saber.

- ¿No me ve aquí?- inquirió.- He huido de ellos.

El señor Mitsuhide era el mayor de cuatro hermanos. Dos muchachos aún adolescentes y una niña pequeña fruto del último matrimonio de su padre. Al morir ambos, el señor Mitsuhide tuvo que hacerse cargo de su tutela y, a su vez, de toda la región de Chiba.

- No diga eso.- le regañó.- Los niños buscan paciencia y afecto. Mis sobrinos serán muy parecidos a sus hermanos y estoy segura de que el pequeño Isamu será igual.

El último de sus sobrinos había nacido hacía dos meses. Una pequeña y encantadora criatura que prometía parecerse a su padre.

- Tengo entendido que ya nació el heredero de Saitama.- soltó. Momo arrugó los labios.- Al fin y al cabo, él será quién gobernará a la muerte de Sato. Imagino que sus consejeros estarán saltando sobre una pata.

LA DEBILIDAD DE UTU (EN PROCESO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora