Capítulo 17

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La semana pasa de prisa, y nuevamente las noticias de Maggie son escasas, aunque las palabras de mi nuevo Roomie me hacen confiar en que volverá.

Estas ganando un suelo doble, ¿De qué te quejas?

Eso es verdad, ni siquiera me debería estar quejando. Y tampoco me debería quejar que tendré dos días libres seguidos, porque cambie con otra camarera para que pueda celebrarle el cumpleaños a su novio.

Así que hoy haré lo que llevo varías semanas planeando... pintar.

He localizado una tienda con buenos materiales, que no está muy lejos, y lo mejor que no me costara un riñón.

— Lia, ¿A dónde vas? — Escucho a Lucas llamarme.

Vivir esta semana con Lucas ha sido una mezcla de emoción, calor y algo de frustración.

Estoy comenzando a pensar que este hombre no duerme, porque no importa que tan tarde se duerma, él siempre está a primera hora de la mañana en la cocina.

No importaba que turno tuviera, él siempre tenía preparado el almuerzo y cena. No me quejaría si no fuera por su insistencia en que coma. Creo que él aún cree que tengo algún trastorno alimenticio o algo así.

— Iré a la tienda — digo sin dar detalles —. Comeré algo en el camino.

Me avergüenza que alguien sepa que volveré a pintar, no sé por qué.

— O te sientas, o te amarro...

Lo dice riendo, pero lo dice muy en serio, estoy segura.

— ¿A qué hora llegas hoy? — rompe el silencio mientras comemos.

— No lo sé. Necesito unas cosas de la tienda, y en la noche saldré a celebrar el cumpleaños de Eric... Mañana también tengo libre — agrego cuando me mira con extrañeza.

— ¿Eric?

— Si, es un compañero de trabajo.

No le doy mayor importancia, pero al parecer mi respuesta no es suficiente para Lucas, solo le faltó pedirme los antecedentes criminales y grupo sanguíneo de Eric. Ni siquiera mis padres me interrogaban de esa forma cuando iba a salir.

No es como que tu pidieras mucho permiso... solo te largabas, querida.

No es como si le estuviera pidiendo permiso a Lucas...

— No te preocupes — le digo levantándome de la mesa.

Me muevo rápido, para que no me sirva más comida. Tomo mi bolso, y beso su mejilla ante de salir de la cocina.

No me doy cuenta de lo que hice hasta que estoy sentada en mi coche.

Mierda...

Si... mierda...

¡Besaste a Lucas!

Solo en la mejilla

¡¡Lo besaste!!

Fue un acto reflejo, me convenzo a mí misma. Dios, Lucas debe pensar que me he vuelto loca.

*

Me tardo en la tienda. No porque no sepa lo que quiero. He tenido en mente los colores, el material y tamaño que quiero para el cuadro desde hace días. Simplemente no quiero volver a la casa de Lucas.

De solo recordar lo que hice, la vergüenza me sube hasta las orejas. Nos besamos antes, con mucho más entusiasmo y calor que un solitario beso en la mejilla, pero se sintió diferente, más importante... personal.

El arte del mar (+18)Where stories live. Discover now