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Maratón  3/?

Harry, Ron, Hermione y yo siempre habíamos sabido que Hagrid sentía una desgraciada afición por las criaturas grandes y monstruosas.

Durante el curso pasado en Hogwarts había intentado criar un dragón en su pequeña cabaña de made­ra, y pasaría mucho tiempo antes de que pudiéramos olvidar al perro gigante de tres cabezas al que había puesto por nombre Fluffy. 

Estaba segura de que si, de niño, Ha­grid se enteró de que había un monstruo oculto en algún lugar del castillo, habría echo lo imposible por echarle un vistazo.

Seguro que le parecía inhumano haber tenido encerrado al monstruo tanto tiempo y debía de pensar que el pobre tenía derecho a estirar un poco sus numerosas piernas.

Po­día imaginarme perfectamente a Hagrid, con quince años, in­tentando ponerle un collar y una correa.

Pero también esta­ba segura de que él nunca había tenido intención de matar a nadie.

La verdad es que casi prefería no haber averiguado el fun­cionamiento del diario de Ryddle. 

Ron y Hermione nos pedían constantemente que les contásemos una y otra vez todo lo que habíamos visto, hasta que me cansaba de tanto hablar y de las largas conversaciones que seguían a nuestro relato y que no con­ducían a ninguna parte. 

-A lo mejor Ryddle se equivocó de culpable. A lo mejor el que atacaba a la gente era otro monstruo...- decía Hermione.

-¿Cuántos monstruos crees que puede albergar este castillo?- le preguntó Ron, aburrido.

-Ya sabíamos que a Hagrid lo habían expulsado. Y supongo que entonces los ataques cesa­ron. Si no hubiera sido así, a Ryddle no le habrían dado nin­gún premio.- dije, apenada.

-Ryddle me recuerda a Percy. Pero ¿por qué tuvo que delatar a Hagrid?- dijo Ron, con una mueca.

-El monstruo había matado a una persona, Ron.- con­testó Hermione.

-Y Ryddle habría tenido que volver al orfanato muggle si hubieran cerrado Hogwarts. No lo culpo por querer quedarse aquí.- argumentó Harry.

-Tú te encontraste a Hagrid en el callejón Knockturn, ¿verdad, Harry?- Ron se mordió el labio inferior y vaciló al hablar.

-Dijo que había ido a comprar un repelente contra las babosas carnívoras.- dijo Harry con presteza.

-¿A ti no te dijo nada, Dafne?- me preguntó Hermione. 

Negué con la cabeza.

Nos quedamos en silencio.

-¿Por qué no vamos y le preguntamos a Hagrid?- sugirió Hermione.

-Sería una visita muy cortés. Hola, Ha­grid, dinos, ¿has estado últimamente dejando en libertad por el castillo a una cosa furiosa y peluda?- exageró Ron cómicamente.

*No creo que Hagrid haya hecho algo*

(...)

Al final, decidimos no decir nada a Hagrid si no había otro ataque, y como los días se sucedieron sin siquiera un susurro de la voz que no salía de ningún sitio, albergábamos la esperanza de no tener que hablar con él sobre el motivo de su expulsión.

Ya habían pasado casi cuatro meses desde que petrificaron a Justin y a Nick Casi Decapitado, y parecía que todo el mundo creía que el agresor, quien quiera que fuese, se había retirado.

Afortunadamente para Harry, Peeves se había cansado por fin de su canción "¡Oh, Potter, eres un zote!". 

Ernie Macmillan, un día, en la clase de Herbología, le pidió cortés­mente a Harry que le pasara un cubo de hongos saltarines, y en marzo algunas mandrágoras montaron una escandalo­sa fiesta en el Invernadero 3, cosa que puso muy contenta a la profesora Sprout.

La menor de los Diggory 2 (Draco Malfoy y tú) TERMINADA ✅Donde viven las historias. Descúbrelo ahora