Mermelada

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En una mañana hermosa de primavera, donde el sol se mostraba con orgullo y brindaba su calor, Neji fue en busca de un supermercado cercano para comprar un par de cosas que le hacían falta. No tardó en encontrar uno y rápidamente se adentro entre los distintos pasillos, buscando lo necesario. Sin embargo, cuando llegó al estante de las mermeladas surgió el problema.

"Neji-nii San, ¿puedes traer una mermelada de frutilla?", el pedido de su prima resonaba en su cabeza y se maldijo por haber pasado por alto un detalle: no recordaba la marca que ella consumía y sabía que era complicado dar con una mermelada de dicho sabor que no fuera amarga o aguada. Examinó las distintas etiquetas de los frascos, pero con cada lectura más dudas se le amontonaban en la cabeza.

—Maldición —susurró, para después soltar un suspiro. Miró con rencor la estantería y se maldijo aún más al recordar que dejó su celular en casa.

—Es difícil dar con una mermelada buena de frutilla, ¿eh? Te recomiendo esta. —Recogió un frasco y se lo tendió con una sonrisa radiante —. No es muy dulce, ni muy amarga y su textura es buena. Queda bien en todo, así que deberías darle una oportunidad. Es mi humilde consejo, puedes tomarlo o no. Solo te vi algo perdido y quise ayudar.

Antes de que pudiera decir nada, se inclinó en una reverencia y se esfumó de la misma forma misteriosa en la que se había presentado. El castaño se quedó estupefacto por la inesperada interacción. Ocurrió tan rápido que se planteó haberlo imaginado, pero las facciones y apariencia de la chica se le quedaron guardados en la mente, y no podría haber imaginado en cuestión de segundos toda esa cantidad de detalles.

Realmente lo habían tomado por sorpresa. Hacía tanto tiempo que no tenía una conversación banal o que no hablaba con alguien que no fueran sus amigos (o, en su defecto, con gente desconocida únicamente por cuestiones profesionales) que había entrado en pánico. Fue por eso que observó bien a la jovencita, como si buscara en ella algún rastro de broma o alguna pista para conducir la charla.
 
Bajó la vista al frasco que aceptó inconscientementev y sonrió levemente.

—Supongo que te haré caso, desconocida —aseguró, por más que ahora solo estuviera él en ese pasillo.

No era fan de las personas que salían de la nada y le sacaban charla, pero no le molestó que ella lo hiciera: fue una intromisión útil porque esa misma tarde descubrió que hizo bien en confiar, dado que su prima se veía alegre con el sabor de esta. Desde ese momento no pudo pudo evitar desear, involuntariamente, encontrársela una vez más con el fin de agradecerle.

Ya recordaba su apariencia, ¿pero tendría la suerte de encontrarla por la aldea?

Quizás olvidaba el asunto en unos días.

O quizás no.

Ya no estaba seguro de nada.

La chica de los Apodos Interminables; Neji HyugaHikayelerin yaşadığı yer. Şimdi keşfedin