XXXVII

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Taeyong odiaba a todos.

Ya tenía veintitrés años e iba a la universidad, donde apenas si tenía una amiga llamada Seulgi que aguantaba sus cambios de humor.

Estudiar gastronomía lo estaba consumiendo, pero era algo que le hacía feliz.

También le hacía feliz las plantas, pero el recuerdo de ese pequeño puesto de macetas que alguna vez tuvo en la plaza le hacía llorar.

Podía decirse que ahora tenía una vida tranquila, en un apartamento grande en medio de la ciudad y sus abuelos vivían a dos cuadras de allí. Jamás pensó que eso pasaría.

─Vamos Taeyong, él está muy interesado en ti─. Seulgi sonrió, recibiendo un gruñido por parte del rubio.

─Que siga interesado, yo no lo quiero.

Hablaban de Johnny, un chico que no se preocupaba por disimular la atracción que sentía por Taeyong, pero este no quería nada más allá de una amistad.

Seulgi intentaba animarlo, le preocupaba que su amigo se encerrara tanto en esa burbuja.

Porque Taeyong era un alumno ejemplar, pero al llegar a casa todo era triste.

Ese apartamento que una vez le perteneció a Jaehyun, decorado con cuadros y esculturas que él mismo hizo, un lugar que olía al aromatizante favorito de su novio. Taeyong tenía su recuerdo allí congelado.

Pasaron cinco años y un poco más de su muerte, mil novecientos veintiséis días para ser exactos.

Taeyong jamás lo olvidaría, Jaehyun hacía parte de él, como si el humo de los cigarros viviera presente en el aire y fuese su única fuente de vitalidad.

Y cada noche se cuestionaba lo mismo.

─¿Por qué me hiciste amarte si igual iba a perderte?

Humo - Jaeyong.Where stories live. Discover now