Catorce

426 56 2
                                    

—No me des las gracias a mí, fue Sakura quien te salvó —contestó Neji.
—¿Qué quieres decir?

—La noche del accidente, fue Sakura quien dio la alarma. Al ver que no volvías al aserradero, le pidió a Lee que formara un grupo de rescate para ir a buscarte —explicó Neji—. De no haber sido por ella, te habrías quedado allí
toda la noche. Ella te salvó la vida.

Naruto miró a Sakura con cierto escepticismo, esperando su confirmación.
Ella suspiró y dijo:
—Faltaba tu camión, así que avisé a Lee.
—Te agradezco tu preocupación...

Así que tenía una deuda de gratitud con Sakura, deuda que jamás podría pagarle. La idea lo molestaba. Era incapaz de comprender por qué motivo ella había acudido en su rescate. Porque la experiencia le había enseñado que todo el mundo tenía siempre un motivo ulterior.

—Aunque reconozco que me sorprende —añadió Naruto.
—Sí, Sakura está llena de sorpresas —dijo Neji.
—Lamento haberte hecho esperar, Neji —se disculpó Sakura, cambiando de tema.
—No importa. Mañana me marcho a casa —dijo Neji.

Sakura esbozó una expresión de sorpresa, y Naruto concluyó que ella no lo sabía.
—Y espero que vengas conmigo ahora que Naruto está mejor —añadió Neji, tendiéndole la mano.

Naruto no estaba seguro de lo que sentía ante la marcha de Sakura. ¿Sentía algo? Como siempre, Neji se mostraba abiertamente posesivo con ella, pero Naruto no veía una respuesta similar en Sakura. De hecho jamás había visto demasiada ternura en su relación.

Pero la vida amorosa de Sakura y sus fracasos
no eran asunto suyo.
—Pues que tengan buen viaje —dijo Naruto.
—Cuídate —sonrió Sakura, tensa.
—Lo haré.
Las miradas de ambos se encontraron. Naruto ignoró la preocupación que vio en sus ojos. No necesitaba a nadie.

Sin embargo, ¿por qué se sentía tan solo cuando ella se marchaba? Tras abandonar la habitación de Naruto, Sakura fue incapaz de contener el
mal humor. Naruto la había desilusionado, pero también estaba enfadada con Neji.

—No recuerdo haberte dicho que iba a volver a Los Haruno contigo —
comentó Sakura, tensa, nada más entrar en el ascensor.
—Escucha, ya has hecho bastante. Es hora de volver a casa —contestó Neji, inconsciente de su mal humor.

—¿Cómo lo sabes? Naruto me necesita.
—¿Y yo no?
—Yo no he dicho eso, pero no es lo mismo.
—Es una lástima, pero Naruto Uzumaki no es asunto tuyo.
—¿No?
Neji se inclinó sobre la pared y le lanzó una mirada acusadora. Sakura fue incapaz de apartar la vista. De pronto, sin embargo, comprendió lo que
debía hacer.

—¿Es que no lo comprendes? Naruto me necesita.
Por mucho que la tarea fuera ingrata, por mucho que Naruto no lo
reconociera, él la necesitaba. Lo intuía.
—Puede que sea un tonto, pero no. No lo comprendo. Tú no le debes nada a Naruto. Te pido que vuelvas conmigo a casa mañana.

Elecciones. Sakura se preguntaba si Neji la perdonaría algún día. La decisión estaba tomada.

—Tengo quequedarme.
—¿Por qué?
—Porque Naruto me necesita, y no tiene a nadie.

—Te tiene a ti —sonrió Neji, serio.
—Eso no es cierto, te equivocas.

—Ni siquiera te has dado cuenta, ¿verdad? —sonrió de nuevo Neji.
—¿Darme cuenta de qué?

—De que estás enamorada de él.
—Te equivocas —repitió Sakura.

—No te basta con rescatarlo, has llegado hasta el extremo de fingir que eres su mujer. ¿Se te ha ocurrido preguntarte por qué? —preguntó Neji, saliendo del ascensor.
—Quiero ayudarlo, pero eso no significa que sienta nada por él —
contestó Sakura, corriendo tras él y soltando una carcajada— Ni siquiera estoy
segura de que me caiga bien.

—Pues demuéstralo —dijo Neji, deteniéndose súbitamente. Sakura
estuvo a punto de chocar con él—. Aléjate de él. Ahora mismo. Antes de que sea demasiado tarde, antes de que estés tan complicada en su vida, que te resulte imposible.

—¿Qué esperas que haga?
—Dices que Naruto te necesita, pero... ¿qué necesitas tú, Salura? —
preguntó Neji, tomando su mano y alzando la vista hacia sus ojos.

—No lo sé.
La confesión la sorprendió. No estaba orgullosa de ello. Se había pasado la vida tratando de ser y hacer lo que los demás esperaban de ella.

—Pues ya va siendo hora de que lo sepas —dijo Neji, soltándole la
mano—. Me marcho mañana. Si cambias de opinión, avísame.
—No sé qué decir —contestó ella con sinceridad.
—Entonces no digas nada. Piénsalo.

Aquélla era la realidad, un ultimátum. Lo más fácil habría sido marcharse. Pero ¿por qué le costaba tanto?

Finjiendo ~NaruSaku ~Where stories live. Discover now