CAPÍTULO 18

983 105 22
                                    

Ann:

Decir que he estado de un humor de mierda todo el día sería un eufemismo.

Desde que me he despertado y me dí cuenta del error que cometí, mi mente ha estado intranquila. Sí, salvé a alguien. Es lo que se supone que haría un miembro del ejército, pero de alguna forma, para mi mente, que haya terminado rodando por esa colina y terminar algo herida, lo interpreta como una falla, sin importarle mucho las palabras de Werner de que no he fallado.

Tal vez se deba, solo un poco, a la voz que volvió apenas desperté. Ha estado susurrando, burlándose todo el día, repitiendo una y otra, y otra vez, lo incompetente que puedo llegar a ser.

No ha sido hasta hace una hora que ha decidido esconderse en algún lugar oscuro de mi mente y lo cierto es que espero que siga así, al menos, hasta que pueda ir con mi terapeuta.

Inconscientemente, mi cuerpo ha estado tenso, esperando el inminente castigo por haber terminado herida. Werner me ha dicho que no sería así, sino que en lugar de eso, mi cuenta de capitana recibiría una buena compensación.

Compensación que no podré gastar.

Pero no importa lo que haya dicho, mi cuerpo no lo puede digerir. Tiene demasiada buena memoria corporal como para comprender que no me encerrarán en un calabozo o me dejarán afuera, en la intemperie.

Dejo a un lado las cavilaciones, decidiendo que no es el momento para ese tipo de pensamientos.

No cuando mi primera mayor amenaza se encuentra a varios metros de la pista, esperándome a mí y a mi segunda mayor amenaza, quien por cierto, mantiene un brazo alrededor de mi cintura, ayudándome a caminar.

—¿Sabías que estaría aquí?— cuestiono, la voz áspera y adolorida saliendo de mi garganta.

El cuerpo de Werner está rígido, pero por más endurecido que se encuentre él, el brazo a mi alrededor se mantiene suave y firme.

—Nick me avisó hace unas horas— no quita los ojos de su padre, la dureza dominando sus rasgos y su voz.

Por un momento, me pregunto qué habrá ocasionado esta tensión en la relación de padre e hijo. Pero como no es mi problema, no me esfuerzo en preguntarselo a Werner. Tengo mejores cosas en las que pensar.

Y tampoco creo recibir una respuesta que no sea "métete en tus asuntos, Dankworth".

Demasiado rápido para mi gusto, llegamos hasta el Comandante, deteniéndonos a cuatro pasos de él. Su rostro se encuentra libre de emociones, mirándonos tanto a su hijo como a mí. Cuando sus ojos se encuentran con los míos y analiza mis heridas con un ceño fruncido, no puedo evitar que la imagen de otro rostro severo y desaprobatorio cruce por mi mente.

Lo sacudo de mi mente tan rápido como apareció. No es el puto momento para pensar en eso.

Los ojos del comandante, muy lentamente, bajan de mi rostro hasta el brazo de Werner que sigue rodeándome. Pienso que Werner me soltará de golpe y me dejará caer, pero no lo hace. Es demasiado consciente de mi estado. Sabe que apenas deje de apoyarme en él, caeré al suelo y para mi mala suerte, yo también soy consciente del mareo detrás de mis párpados y de que no seré capaz de pararme por mi misma.

Soy orgullosa, mierda, claro que lo soy, pero prefiero que el Comandante me vea apoyada en su hijo a que me vea caer al suelo frente a él.

Primero muerta a estar a sus pies.

—General, capitana— a regañadientes, Werner se lleva la mano libre a la sien. Hago lo mismo y un brillo sospechoso en el comandante me pone en alerta—. Me alegro verlos bien— toma una pausa y volviendole a echar una mirada a las marcas en mi rostro, agrega—. Aunque no esperaba tanto daño.

INMORAL-[En Proceso]Where stories live. Discover now