Orgullo

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Llevaba tal vez 20 minutos agazapado entre los arbustos, esperando a que su presa pasara desprevenida. Miró a su lado y otros lobos aguardaban pacientes igual que él. Un crujido de ramas captó su atención nuevamente. Ahí estaba el maldito ciervo que llevaban siguiendo desde el amanecer.

"Esperen a que se acerque un poco más" dijo el líder, un lobo de negro pelaje e imponente tamaño.

Cuando el ciervo estuvo a una distancia cercana, salieron de su escondite al recibir la orden de su líder. Un grupo de 8 lobos, todos tan oscuros como la noche, saltaron a atacar al animal. Pero quién dió la mordida final en su cuello fue un lobo mucho más pequeño que los demás, y de un blanco y esponjoso pelaje, que se vio manchado por la sangre que escurría desde su mandíbula.

"¡Ese es mi cachorro!" Celebró el líder dando una lamida al lobo blanco.

"Papá, ya no soy un cachorro" se quejó avergonzado al escuchar la risa del resto de la manada.

"Chifuyu, para mí siempre lo serás".

El líder de la manada Matsuno era conocido por las demás como un hombre cruel y despiadado, con el instinto asesino a flor de piel. Sin embargo, cuando se trataba de su hijo, el hombre se volvía una persona diferente. Su "cachorro" era un Omega, pero se sentía orgulloso de él pues había demostrado ser tan fuerte y hábil como cualquier Alfa, pero conservando esa parte grácil y adorable que había heredado de su amada compañera.

"Muy buen trabajo, cachorrito" se burló uno de los lobos dándole un pequeño empujón.

El líder sacó su lado sobreprotector y sin previo aviso mordió una de las patas del lobo negro que se habia atrevido a molestar a su hijo.

"Papá, no fue para tanto... Yo puedo cuidarme bien" dijo rodando los ojos. Miró al ciervo tendido en el suelo para asegurarse de que estaba lo suficientemente débil como para no escapar.

Suspiró y pidió a un par de sus compañeros de caza que se quedaran en el lugar, mientras el resto iban por sus prendas escondidas un par de kilómetros atrás. Su padre amenazó a sus acompañantes de no poner sus ojos en Chifuyu cuando éste regresara a su forma humana.

-En dos días se realizará la reunión. Prometiste dejarme participar -dijo el chico subiendo sus pantalones.

-¿Lo hice? -respondió el gran hombre a su lado.

Chifuyu bufó. No tenía nada que reclamar en contra de su padre, pero si pudiera cambiarle algo sería lo sobreprotector que podía a llegar a ser con él. Estuvo demasiado tiempo tratando de convencerlo de poder participar de la reunión de las manadas, más que nada con el objetivo de probar su fuerza contra algunos alfas jóvenes de las otras familias, y así demostrarle a su padre que podía cuidar de si mismo sin tenerlo cerca todo el tiempo.

-Tú no has entendido bien el objetivo de esta reunión, hijo. Allí sólo habrán un montón de Alfas hormonales esperando a clavarse los colmillos entre ellos para conseguir aparearse con un Omega indefenso... Se vuelven salvajes ante la cantidad de feromonas en el ambiente -dijo el hombre con tono serio.

Los demás lobos, ahora en su forma humana, estuvieron de acuerdo con las palabras de su líder.
Chifuyu les dirigió una mirada que los hizo retroceder un par de pasos, encontrando interesante de un momento a otro la vegetación a su alrededor.

-Pero por más que te diga las cosas, no vas a entender -dijo el hombre, suspirando derrotado por la terquedad de su hijo -Promete que serás cuidadoso, y que no te dejarás atraer por el primer alfa que veas en tu camino. Esperemos que tal vez tengas suerte, y tu destinado aparezca en esta reunión... Y ustedes, tienen absolutamente prohibido acercarse a Chifuyu durante la celebración.

Los chicos rieron nerviosos, asegurándole a su líder mantenerse lejos de su hijo, aunque por dentro se murieran de ganas de poder enlazarse con él. Pero amaban vivir.



Chifuyu sintió cerca un aroma agradable cuando una brisa de viento sopló cerca de ellos. Entre todos cargaban al cuerpo del ciervo, pero casi caen por la distracción del menor del grupo. Una corriente eléctrica recorrió todo su cuerpo. Sin embargo, se vio obligado a continuar su camino.
¿De dónde habrá provenido ese aroma? Trató de decifrar a qué le recordaba.

-Chifuyu, por favor. Concéntrate en dónde pisas. Si caemos por aquí caeremos colina abajo -regañó su padre.

-Lo...siento... ¿Alguien más sintió ese olor? -preguntó haciendo reír a los demás.

-Si...debe ser de algún alfa que pasó por el lugar...un nómade tal vez -respondió el chico a su lado.

Entonces los vieron. Un par de lobos negros, parados en sobre una roca muchos arriba de la colina donde estaban. El líder de los Matsuno los instó a continuar su camino, pues si tardaban más, el ciervo podría estropearse. No estaba para perder el tiempo desafiando a un par de forasteros que iban de paso por su territorio.

Chifuyu no podía apartar la mirada del lobo de mayor tamaño. Había algo en él que llamaba su atención. Sin embargo, los dos animales se retiraron del lugar.

-Padre... ¿Los nómades participan de la reunión? -preguntó ajustando el agarre de la pata del ciervo entre sus manos.

-Casi nunca -respondió viendo ya las luces de su aldea a lo lejos -Están algo alejados de las tradiciones de las manadas, por lo que es raro verlos participar de esas cosas.

El chico dirigió su mirada una última vez hacia la roca donde habían estado los lobos negros. Deseó en el fondo volver a encontrarlos.

Salvajes por naturaleza [Tokyo Revengers] [Omegaverse]Tempat cerita menjadi hidup. Temukan sekarang