D i e c i s i e t e.

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5 de diciembre.

Estar enamorado de tu mejor amigo es un infierno, y más si le has rechazado a pesar de que los sentimientos fuesen correspondidos.

¿Por qué era todo tan complicado?

El lunes, por la mañana, no tenía apenas ganas de levantarme de la cama. No quería volver al instituto por lo que eso conllevaría. Sin embargo, ya estaba cansada de quedarme en mi cama sin hacer nada, o salir con la cámara de fotos, a pesar de que relajase. Necesitaba enfrentarme a mis problemas, así que, cuando el autobús paro, no dude ni un segundo en subir en él.

Me puse los auriculares y pulse mi Playlist, mientras veía por mi ventana como mi alrededor pasaba velozmente.

Había apagado el teléfono durante el finde semana ya que mis amigos no paraban de mandarme mensajes y sinceramente, no estaba con fuerzas para contar todo en ese momento.

Bajé del autobús y fui directa hacia mi taquilla. Me choqué con un chico fornido del equipo de rugby del colegio. Casi me caigo y maldecí a mi madre por haberme pasado sus extremidades fideos y una mierda de fuerza.

Abrí la taquilla y saqué mi cuaderno de matemáticas.

—¡Leah!

Dios, que susto. Me llevé una mano al pecho y solté un largo suspiró antes de mirar a la persona responsable de mi alteración.

Ian me miraba entre una mezcla de preocupación pero con una sonrisa radiante en la cara que hacía parecer que todo iba bien. Pero no. No lo iba. Y seguramente él ya estuviese al corriente de ello puesto que es el mejor amigo de Jake.

Y ya estoy otra vez con él en la cabeza.

Intenté olvidarme de ese nombre, pero me era casi imposible.

—Hola.

Ian ladeó la cabeza.

—Estás rara.

Fruncí el ceño. ¿A que venía eso?

—¿Ah sí?

—Si. Te veo más apagada de lo normal.

—Será porque esa luz—señalé a la luz del techo—, está fundida.

Frunció el ceño.

—Puede ser...—se quedó pensativo y luego volvió en sí— en fin, ¿Qué me cuentas?

—¿Yo? Nada.

—Eso no es nada nuevo. ¡Nunca me cuentas nada!

Le di vueltas a la cabeza y ate cabos. Se refería a lo que pasó con Jake. No se lo había contado, pero que al igual que a él no lo había contado a nadie, ni siquiera a Sophie. Sinceramente, no quería que mis amigos se metiesen en nuestro problemilla.

Porque sabía que o hacia algo, o nuestra amistad se iba al garete.

¡Por qué tiene que ser todo tan difícil!

Supongo que Jake no pensó lo mismo, además de que Ian es su mejor amigo. Lo más probable era que se lo haya contado para poder solucionarlo. A Jake no le gustaba estar a malas con nadie. No era nada rencoroso, al contrario, todos los problemas se esfumaban de su mente cuando eran solucionados.

Ojalá yo fuese igual. Ojalá pudiese olvidar todo y restarle importancia a todo. Pero eso era mucho que desear. Y sinceramente, no sabía cómo hacerlo, como cambiar.

Volví a la realidad mirando a Ian que había puesto morritos como un niño pequeño.

—Supongo que ya te has enterado.

El Arte De Leah © ✔️Where stories live. Discover now