⏳ // 𝐅𝐎𝐑𝐆𝐄𝐓 ❛004❜

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Hay muchas cosas que pueden pasar por tu mente en plena situación de ansiedad. No sabes cómo conllevar el problema con total madurez, eso era lo que pasaba con la famosa pareja.

Ya en la mesa del gran comedor con eco que tenían, Baby estaba en la cabecera de esta mesa, y Freddy a su lado, mirándola. La pelirroja no decía nada, no tenía ganas ni de hablar.

—Quería disculparme, por todo, de verdad.

No le decía nada, pero Freddy aún quería intentar. Él mayormente debía de disculparse.

—Decirte eso fue lo peor que pude haber hecho, quiero recordarte que nada de esto es tu culpa, ¿sí? De verdad, mi vida. —Con esas manos más grandes que las de ella, rozaba los pálidos dedos de su esposa, para intentar tenerla de la mano.—, estás en todo el derecho de no perdonarme, lo entiendo y acepto completamente.

Hubo un silencio.

—... ¿Por qué tu mente pensó eso? —Fueron las primeras palabras de la pelirroja en esa noche abrumadora y tensa, lentamente poniendo esos ojos cristalinos en el de cabello oscuro.

—La mente cuando estás enojado juega mucho en contra... los nervios te nublan la vista, no hay control de uno. —Se lo dijo en un tono despacio y tranquilo, dándole a entender que no estaba enojado. Para nada.

—También me dejé llevar.

—Y lo entiendo, Liz, de verdad. Actuamos muy infantilmente en una situación tan grave en la que nuestros hijos están involucrados.

A Baby le caían las lágrimas.
Oh.

—De todas formas todo lo que me dijiste... tienes razón, la verdad. Es mi culpa.

—No... No, Liz. De verdad.

Baby se levantó del comedor, sus lágrimas caían por sus pobres pómulos sonrojados por el rubor de su maquillaje, iba en dirección hacia el sofá, de la sala de estar que se encontraba en el mismo piso. Freddy la agarró rápidamente con suavidad de la mano, para después abrazarla por la cintura, evitando que se sentara en ese sillón.

—Mi princesa... no sabes lo arrepentido que estoy, mi corazón, mi vida hermosa...—Su voz se comenzaba a entrecortar, posaba su barbilla en el hombro izquierdo de su mujer, la cual no lo miraba, estaba quieta, con esos ojitos rojos ahora.

—E-Ellos sufren por mi culpa, Freddy, no quiero que les pase nada malo, quiero que vivan una vida normal, no con miedo por él.

—Te prometo que desde ya pondré restricciones firmes hacia Finlay, voy a meter a ese enfermo a la cárcel, tuvo que haber estado ahí desde que te hizo todo esto, mi amor. —Freddy hizo que ahora que ella lo mirara a los ojos, aún con sus manos en su cintura. Baby puso su mano en su boca, porque su llanto era uno quebrado.

Un llanto con dolor es muy difícil de evitar. No quería que sus hijos sintieran el mínimo ruido de un llanto de ella, por lo que lágrimas y lágrimas caían en esa mano cubriendo sus labios, chocaban a cada rato con sus dedos, mojándolos.

En esa tensa noche, por fin Freddy la abrazó con fuerza y cariño, mucho, mucho cariño. Un amor inexplicable que él siente por ella. Jamás se va a explicar correctamente por qué le dijo eso.

—Mañana haremos todo lo posible para que ese hombre no esté más suelto por las calles, ¿sí? Te lo prometo, de verdad te lo prometo, mi vida.—Freddy lloraba, era claro que lloraría, era el amor de su vida, ahí, débil, cansada de todo.

Él ya había visto a Baby en esos escenarios de debilidad y dolor por todos sus traumas hechos por Finlay. Quería protegerla, y lo hará, por siempre.

—Está bien... te perdono, Freddy, y sé que podremos acabar con esto... l-lo creo. —Su voz se mantuvo firme aunque estuviera entre cortada, ahora secándose las lágrimas.

Baby lo miró a esos ojos del mar oscuro. Era tan precioso, tan sincero, sabía que Freddy decía toda la verdad. Ese mar derramando de su agua salada por esas mejillas, le rompía verle así. Sus manos tocaban las mejillas calientes del castaño, para acercar esos labios temblorosos de ella ante los suyos, y besarlo con deseo, con dulzura también.

Freddy la acercó más a ella, era un beso necesitado por ambos, lo necesitaban demasiado.
Las manos de la pelirroja bajaban a la camisa, a los botones, comenzando a desabrocharlos, el moreno captó qué estaba pasando.

Y siguió.

Él le levantaba el vestido, tocándole las piernas. Hasta que rompieron el beso. El castaño la tomó al estilo princesa, y silenciosamente; fueron a su cuarto.

La recostó suavemente en la cama, dejando la habitación con llave. Debían de ser lo más silenciosos.

La noche trató de sus manos entrelazadas, entre las sábanas blancas, revolviendo estas debido a esos besos fogosos, el deseo en ambos ojos y cuerpos. El placer que recorría por sus espaldas, los bajos gemidos, callados con besos.

Podían pasar muchas cosas luego de esa noche.

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⏰ Última actualización: Oct 10, 2022 ⏰

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