Día de caza

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Eran las seis de la mañana, el Sol estaba por hacer su aparición rutinaria.

Arlen se encontraba mirando el reloj, esperando a que el día comience, con una mirada distante, estaba calculando todas las cosas que debía de hacer para llegar a tiempo al lugar de encuentro.

—Buenos días... —dijo su madre, bostezando.

—Buenos días madre.

Su madre estaba yendo a la cocina, se había levantado hace un instante, por lo que todavía estaba somnolienta, entonces se detuvo a observar a Arlen.

—Es raro verte preparado tan temprano, ¿Habrá algo especial en tu escuela? —preguntó mientras se apoyaba por el marco de la puerta. La peculiar llamó su atención.

—No... —dudó en responder por unos segundos, luego llevó su dedo índice entre su nariz y su boca y se rascó—. Hoy quería caminar tranquilo, sin que la hora me presione.

—Señorito, hace catorce años te conozco. No vas a poder engañarme. ¿Hay alguna chica que te guste? ¿Acaso vas a dejar a tu pobre madre? —Insistió con una sonrisa pícara. Ya se había despabilado totalmente y estaba disfrutando de la situación.

Arlen iba a la escuela especial de aprendizaje rápido, con a la muerte de su padre en la guerra, debía terminar rápido para conseguir un trabajo y poder sustentar su casa.

Aunque su madre nunca le había dicho nada, él sabía que la situación era delicada y que ella no podría sostenerlo por mucho más tiempo.

—¡Es la verdad! Quiero terminar esto cuanto antes para poder traer dinero a casa. Es solo eso... —dijo Arlen mientras caminaba hacia la puerta. Debía irse cuanto antes para que su madre no lo descubra.

—¡Antes péinate, no quiero que me hagas pasar vergüenza con mi futura nuera! —dijo.

Él tenía el pelo corto y castaño oscuro, tan oscuro que la gente solía confundirlo con negro.

—¡Adiós mamá!

Arlen salió disparado, entre vuelta y vuelta ya estaba retrasado, y todo el horario que había planeado quedó obsoleto.

Era un día caluroso y soleado, la gente iba saliendo de sus casas y en cuestión de minutos, la calle ya se había llenado. Lanzó una maldición al aire y empezó a correr.

Estaba pasando frente a su escuela, cuando uno de sus amigos lo llamó.

—¡Hey, ayúdanos que allí están peleando contra otros tres y te necesitamos!

Era una opción natural, Arlen era famoso en su escuela por nunca haber perdido una pelea, ni siquiera en las situaciones más desfavorables. Su agilidad y conocimiento de puntos débiles que su padre le había enseñado lo hacía casi invencible contra chicos de su edad.

—¡Hoy estoy apurado, usen esta situación como una práctica para mejorar, adiós! —gritó mientras se alejaba corriendo.

Tras una dura batalla campal de cinco minutos, perdieron. Al menos habían aprendido algo nuevo, nunca confíes en nadie, ni siquiera en tus héroes.

Cuando Arlen llegó a las afueras de la ciudad, Rozh lo estaba esperando.

Rozh era el mejor amigo de Arlen, inseparables desde los cinco años de edad. Habían vivido prácticamente todo juntos, desde ir al parque a jugar, hasta darse fuerzas mutuamente luego de que sus padres perecieran en la guerra.

—Al fin llegas, pensé que te habías acobardado —dijo Rozh. Miraba a su amigo mientras jugaba con una roca que había levantado del suelo—. Tranquilo, no me iba a ir sin ti.

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⏰ Last updated: Jul 21, 2022 ⏰

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