𝐁𝐚𝐥𝐚𝐝í [ꜰʀᴇᴇ x ꜱʜᴜ]♡

Úɴɪᴄᴏ

Free de la hoya es probablemente el chico más afortunado; tenía en sus brazos al hombre más hermoso del mundo.

Sus mechas albinas cubrían su suave mirar, el carmín de sus pupilas le hacía bailar la mente; su tez pálida y sentir su temperatura le embelesaba. En el amanecer, sintiendo aún un poco de cansancio por la noche anterior en la cual no pudo dormir debido a su mente; Free se separó de su amado, quien quedó recostado en las sabanas tan callado, tranquilo y sereno como siempre. Las blancas paredes y los muebles del mismo color le hacían sentir un poco vacío, siguió hasta llegar a la cocina, donde tomó pan y calentó un poco de café el cual vertió en dos tazas, dejó todo en la mesita de la sala y fue a la habitación nuevamente, viendo descansar a su amor profundamente.

— Despierta, ven aquí cariño— sin poder aguantar, Free sonrió tomando a su novio por la espalda, con sumo cuidado, el otro tan solo y simplemente se dejó hacer. Le dirigió a la sala, en la que reposaban las tazas y el pan.

Se acomodaron, quedando abrazados mientras disfrutaban del café; con Free acariciando y acomodando los cabellos del contrario, pasó el tiempo cuando ambos ya habían terminado con su desayuno. Encendieron la televisión, Free fue entonces a la cocina a lavar los trastes.

Un insecto travieso fue rápidamente hacia Shu, quien tranquilamente observaba la tele; el blondo lo notó, de un pisotón acabo con el insecto.

— Lo lamento, había un bicho, ya sabes —. Shu movió la cabeza en un solo asentimiento rápido, Free volvió a la cocina.

A la hora, notó algo fuera de lugar, una mancha negra en la pared. Sin darle mucha importancia se dirige a la sala. Shu yacía recostado en el sillón, la belleza de su amado le hizo arrebolar, sonrió, pero no le duró demasiado al ver otro insecto, al cual mató de manera rápida en verdad; suspiró, fue al cuarto con intención de una manta, cuando la tomó notó otra mancha negra. Su piso, su piso tenía la mancha, similar a la de la pared pero mucho más grande, sacudió su cabeza y volvió con Shu. Le cubrió todo menos la cabeza, por obvias razones.

Toc, toc. El sonido le hizo acudir al llamado.

—¡Oigame, le suplico que haga algo de limpieza, señor. Su casa huele a rayos, su asquerosidad debe de parar!—. Una mujer, le gritó aquellas cosas y así se fue.

Free quedó parado en la puerta, suspiró y entró nuevamente cerrando con seguro; la tarde estaba en su punto, otra mancha negra, esta vez en uno de sus muebles, ahora que lo notaba, el color pareciera esparcirse por el mueble, se escurría y expandía a su propio antojo. Agitó su cabeza y volviendo a la sala, Free se sentó en el sillón para uno, por alguna razón se sentía alterado, su corazón le delataba, tomó mucho tiempo poder calmarse, pero al final lo logró, alzó su cabeza y miró al frente. Otra mancha negra.

Free levantó a Shu con cuidado y le abrazó, temblaba ligeramente, su cabeza era un estrago y su pecho no dejaba de retumbar como tambores al tronar de la guerra.