𝐟𝐢𝐯𝐞

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—En la mejilla. —aclaró Iván.

Tenía una sonrisa pilla en su cara, sin embargo. No era propio de él, para nada. Estando sobrio no lograría decir ni la mitad de las cosas. A Rodrigo se le aceleró el pulso de una manera bestial. Esa propuesta indecente lo había encendido, mierda. Y, aunque hubiera sido un pequeño malentendido, su mente se encargó de imaginar las distintas formas en las hubiera probado los labios de ese chico. Rodrigo palmeó su frente. No podía pensar eso, no debía.
Iván se dejó caer sobre el hombro de Rodrigo, suspirando torpemente.

—Estoy caliente.

Dijo Iván cerrando los ojos y mordiéndose el labio. Le quemaba la garganta, sus manos sudaban y todo su cuerpo se notaba débil. Tenía calor, llevaba muchas prendas encima y lo único que esperaba era deshacerse de ellas tan rápido como le fuera posible. Rodrigo hundió sus dedos en la cabellera negra del contrario.

—Lo sé, hace calor. ¿Cómo se te ocurre ponerte todo eso? —contestó, suave y tranquilo.

Iván levantó la cabeza. Con las mejillas enrojecidas y los labios ligeramente rojos abrazó a Rodrigo. El castaño aceptó el abrazo desconcertado, dándole pequeñas palmadas en la espalda. Un borracho cariñoso y sincero.

—¿Realmente soy bonito?

Silencio. Silencio es todo lo que pudo otorgar Rodrigo. Sintió una punzada directa en el corazón. Luego recordó que Iván nunca vio su imagen en ningún espejo, nunca pudo verse a sí mismo.

—¿Qué?

—Que si soy bonito.

—Claro que lo eres.

Rodrigo se separó del abrazo. Miró los ojos de Iván. Contenía las lágrimas. El alcohol distorsionaba sus emociones.

—No llores. Eres precioso, Iván.

No sabía cómo animar a su amigo. No era de las personas que soltaban los mejores consejos, a Rodrigo no le gustaba meterse en los asuntos de los demás. Algunas veces cuando alguien quería desahogarse con él, simplemente evitaba la situación a toda costa.

Con Iván era diferente.

—Ve a dormir, necesitas reposo.

Iván asintió y le dio las gracias. Todavía tambaleándose entró a su piso, encontrándose con su hermana. Oyó el ascensor y dio por hecho que Rodrigo se había ido, finalmente. Estaba apenado. No quería que esa escena afectara su amistad de ahora en adelante.

—¿Iván? —habló su hermana, preocupada por el aspecto y olor que emanaba el pelinegro— Oh por dios, Iván, ¿sabés qué hora es?

—Te dije que iba a salir. —dijo con simpleza.

—Apestas.

—Déjame, Vicky. Buenas noches.

Se encaminó hacia su habitación sin decir nada más. Vicky no rechistó. Iván se hallaba exhausto. Los párpados le pesaban y sus pies no querían colaborar. Cerró la puerta y suspiró, dejándose caer en la cama. Pensó en Rodrigo.

¿Qué era ese sentimiento?

。。。

Rodrigo después de estar con Iván volvió a la discoteca. Angie contó cómo casi llama a la policía debido a la extraña desaparición de su auto. Nicolás no le dijo nada el resto de la noche, y por una parte agradeció ese hecho. No quería ser interrogado. Bailó con Martin y otros chicos que no conocía de nada.

—¿Dónde está mi ciego favorito? —gritó Martin, la música era realmente fuerte.

—En su casa.

—¿Eh? ¿Y eso?

—Nada importante.

Todos se fueron alrededor de las cinco. Había sido un viernes agotador, aunque lleno de locuras. Rodrigo no sabía qué iba a suceder la próxima vez que hablara con Iván. Tampoco es como si quisiera ir a recordarle el tema. Estaba seguro de que no recordaría nada al día siguiente, la resaca sería dolorosa y eso lo mantendría lo suficientemente distraído.

No iba a volver a pensar en besar a Iván.

Nunca.

Fue por la excitación del momento. Claro, eso. Cualquiera pensaría algo por el estilo si tuvieran delante a Iván Buhajeruk. Ese chico era toda una belleza, a pesar de que él no lo creyera. Rodrigo dejó cargando su celular y se dedicó a cerrar los ojos, queriendo dormir y descansar después de todo lo sucedido.

Él no se enamoraba.

Esa herida todavía no sanaba.

𝘀𝘄𝗲𝗲𝘁 𝗯𝗼𝘆 [pausada]Where stories live. Discover now