🔸Deseo🔸

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Un calor sofocante se apoderó de todo mi ser, pues la h*medad de su intimidad y el roce constante de mis dedos sobre ella me tenía al borde de la locura. No supe ni cómo mirarla a la cara. Una parte de mí se sintió muy mal por lo que estaba haciendo, pero la otra flotaba en las nubes, deleitándose con sus finos gemidos y suaves vibraciones. Debe sentirse extremadamente bien y excitante lo que estoy haciendole sentir, ¿verdad? Porque su respiración se volvió más errática con el pasar de los segundos, y sus gemidos se hicieron más audibles.

Dejó ir mi mano para que explorara a mis anchas, más lo que quiero es sentir piel con piel y palpar esa h*medad que se siente a través de su ropa. Deslicé mi mano por su muslo, adentrándola bajo su vestido y disfrutando la suavidad de su piel. No encontraba qué hacer, si ir directo a tocarla o esperar su consentimiento.

Se dio la vuelta, dándome la espalda y haciendo que la abrazara y me acercara aún más a su cuerpo. Se acomodó de manera que quedara su trasero rozando mi entrepierna.

—Te voy a mostrar cómo es que debes tocarme. Para que el placer se extienda y se prolongue juega a diferentes velocidades, no tengas miedo de ir más allá, entre más fuerza mayor placer. Primero empieza a acariciar muy lentamente, tentando y provocando los puntos más sensibles de mí — tomó mi mano y presionó dos de mis dedos en su feminidad, mostrándome el movimiento correcto a realizar—. Después sube el ritmo, que no hay nada mejor que sentir la presión en su máximo apogeo.

Tomé en cuenta sus palabras y me dejé llevar no solo por mis deseos, sino por todo lo que quiero recibir de ella. Hice a un lado la diminuta prenda que la cubre al tiempo que subía su pierna derecha sobre las mías. Rocé suave, pero con firmeza y goce sus labios inferiores, provocándome un sinfín de temblores por todo el cuerpo. Su g*mido se me hizo mucho más tierno y excitante, pues el roce de mis dedos por sus pliegues la tiene temblando sin control alguno.

Queriendo sentirla a profundidad y escucharla aún más fuerte y resuelta, adentré de manera fugaz uno de mis dedos en ella. El calor, la estrechez y la h*medad me sumergieron en un abismo del cual no quiero salir nunca. Adentraba y salía de ella con un ritmo lento, pausado y profundo que nos tenía a los dos jadeando sin importar nada y, así como ella aconsejó, empecé a incrementar el ritmo y la profundidad de mis dedos. Se encontraba tan h*meda, el chapoteo de mis dedos saliendo y entrando de ella lo escuchaba claramente.

Entre tanto me perdía en sus dulces gemidos y en su excesiva h*medad, ella llevó su mano a mi erección y la tocó por encima de mi pantalón. Me moví contra ella, disfrutando de lo bien que se siente la estrechez de su interior y su mano presionando y deslizándose por mi extensión. La piel expuesta de su cuello me tentó de sobremanera, por lo que dejé una estela de besos por todo su cuello hasta llegar a su oreja y volver a descender mis besos por su cuello. Siento que la piel me arde, pero no por arrepentimiento al pecado tan grande que estoy cometiendo, sino porque el deseo que siento por ella, se está transformando en algo desconocido, pero que me hace sentir que mi vida por fin cobra sentido.

—Logan... — detuvo mi mano, retorciéndose entre mis brazos y respirando acelerado—. El orgasmo puede esperar un poco más.

Se levantó de la cama, dejándome con un suspiro saliendo de entre mis labios y un dolor en la piel que pretende acabar con mi paciencia y mi tranquilidad. Subió sobre la cama y mordió su labio al repasar el problema tan evidente que tengo en mis pantalones. Sus ojos tienen el poder de hechizarme; su azul es tan puro, pero a la vez tan malvado.

—Estoy soñando — fue lo que dijo, quitando su vestido muy lentamente y con mucha sensualidad—. ¿En qué momento me cambiaron a mi padrecito inocente y pervertido que no me di cuenta?

Desvié la mirada, porque ese hecho me hizo dar cuenta del error que estoy cometiendo, pero, por otro lado, quiero seguir con esto que empecé por mi cuenta y que tanto estoy disfrutando sin arrepentimientos. Deseo a Samantha, necesito sentirla y tenerla para mí; justo como la he tenido en el pensamiento y en mis sueños. No puedo negar, en pocos días me ha cautivado por completo. Su belleza, su sensualidad, sus besos, su piel, el aroma que desprende su alma; todo de ella me fascina y me atrapa cada vez más.

—Sigo siendo el mismo Logan — resalté mi nombre, porque en este momento quiero ser solo Logan y no un hombre que sirve y está traicionando el amor de Dios.

Suspiró, quedando de rodillas en la cama y gateando hacía mí con una mirada bastante transformada y distinta. Su sonrisa se volvió maliciosa cuando empezó a acariciar mis muslos y aguanté hasta la respiración para no soltar ese g*mido que pretendía escapar de mi boca. Sus manos son pequeñas, pero muy suaves y cálidas.

—Padre, confieso que tengo en mente muchas maldades muy ricas que quiero hacerle — subió encima de mí, presionando su sexo en mi erección—. Pero necesito saber si estás seguro de seguir con esto o solo te dejaste llevar por el momento y la circunstancia.

Mi corazón se aceleró, claro que quiero seguir, por más en que una vocecita dentro de mi cabeza me pide que me detenga antes que sea muy tarde, tengo claro lo que quiero y deseo: y mi deseo es ella.

—Quiero continuar — rodeé su cuerpo con mis brazos, estrechándola más y a mí y dejándole en claro lo mucho que la deseo—. Olvida por un breve instante lo que soy. Mírame como un hombre...

Su boca se estrelló contra la mía con violencia, desatando todo ese fuego que llevábamos por dentro al mundo exterior. Sus besos son una constante delicia, capaz de hacerme alucinar y, aunque se me complica seguirle el ritmo, respondo a su boca con la misma intensidad y deseo con la que ella me besa.

Acaricié su espalda desnuda, sus caderas y, descaradamente, me atreví a sostener entre mis manos sus nalgas, pegando su cuerpo más contra el mío; rozando y creando una fricción demasiado caliente y exitante entre los dos. Sus besos fueron en aumento y descenso por mi barbilla y mi cuello a la par en la que quitaba mi ropa con lentitud y suavidad. Su toque me tiene lelo, no hago otra cosa que recrear en mi mente todo lo que estamos a punto de hacer y no hay intención de echarnos para atrás. Para ser sincero, me siento más vivo y energético que nunca.

Mi ropa se deshizo en sus delicadas manos y, una vez me tuvo desnudo frente a sí, se dedicó a contemplar cada centímetro de mi cuerpo con lentitud. Me sentí nervioso e inseguro, ella es una mujer demasiado atractiva y yo soy lo contrario de ella. Pero su mirada me puso más caliente, porque en el reflejo de sus ojos vi deseo del más puro y sincero. A pesar de tenerme desnudo y no ser todo un Adonis, sus ojos no dejaban de quemarme la piel y los pensamientos.

—Eres el pecado más grande que me voy comer, Logan — dejó un beso en mis labios, antes de recrear mis deseos más prohibidos y que solo ella tuvo el poder para despertarlos.

Perdición[✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora