Capítulo 2
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9 de julio de 2008
Alhena podía asegurar que alcanzaba a oír el sonido de su propia sangre bombeando con fuerza cuando todo a su alrededor desapareció de su atención. Era, completamente, inefable. Sin duda esa era la palabra más adecuada para cuantificar lo que la mujer sentía por dentro.
Decir que estaba sorprendida sería injusto. Hablar de un deseo profundo de ira y repulsión quizás era excelso. Pero lo que le llamó más la atención a Alhena fue que sintió como parecía haber olvidado lo que era respirar. Era como si estuviese gritando, mientras por fuera se mantenía impasible. Era como si todo hubiese ensordecido, mientras el bullicio del bar continuaba imperturbable.
Jamás se había sentido tan pequeña como en ese instante frente a George Weasley. Radiante, feliz y sumamente guapo. Con cada peca en el lugar exacto dónde Alhena la recordaba, pero una sonrisa infinitamente más perfecta. Con los músculos aún más desarrollados de lo que Alhena podía recordar, o quizás era que por fin había aprendido a elegir la ropa en el tallaje adecuado.
Lo que sí sabía con total seguridad era que en ese mismo instante debía de parecer una completa loca. Con los ojos desorbitados y la boca abierta de la sorpresa aferrando su bolso como si pudiese sostenerla de un desvanecimiento. Aunque ya le gustaría que él fuese el que la sujetase.
No podía creer que diez años sin verle solo hubiesen servido para magnificar como su piel se erizaba por completo en su presencia, pero debía de recordar todo lo que había pasado. Ser consciente de que la decepcionó como nadie jamás hizo nunca, justo cuando más lo necesitaba. Y, lo peor de todo, algo que no podía pasar por alto. Que se iba a casar...
... con su hermana.
La joven de cabellos rubios perfectamente ondulados miraba alternativamente a los dos con el ceño levemente fruncido por el momento tan extraño que estaba viviendo. Cuando decidió extender una invitación de última hora a su hermana en tal encuentro familiar, lo que menos pensó fue que la situación se torcería de esa manera. Más bien esperaba todo un escándalo a causa de la desaprobación de su hermana hacia su prometido antes que lidiar con lo que fuera que fuese aquello que había dejado sin palabras a dos personas tan dispuestas a no callarse; una para soltar toda clase de comentarios despectivos e irientes mientras la otra no paraba de bromear.
--¿Os conocéis? --preguntó al fin, cuando hubo superado la sorpresa inicial de tal silencio incómodo que había hecho temblar a su hermana mayor.
--Yo... nosotros... Ella --balbuceó el pelirrojo y Alhena rodó los ojos. George estaría mucho más apuesto, pero seguía siendo inepto para el arte de las palabras en momentos comprometidos.
--Así es --interrumpió Alhena--. Fuimos juntos a Hogwarts. Distinta casa, pero mismo año. Un placer volver a verte, George.
Había sido consisa, pero era una respuesta acertada para manejar la situación de forma impecable y, en parte, completamente verdad. Extendió su mano educadamente y el pelirrojo la aceptó sellando la breve explicación con un apretón que inició un cosquilleo agradable por toda su piel.
--¡Vaya! --exclamó su hermana sorprendida y miró a su prometido--. Nunca me lo dijiste cuando te hablé de ella.
--¡Me dijiste que se llamaba Daphne! Sólo podía recordar una Daphne en Slytherin y era del año de Ronald.
--Oh, sí --continuó Alhena tratando de parecer lo más indiferente que pudo. Nunca hacer gala de la altanería característica de un Slytherin dió tanto resultado--. Greengrass, la recuerdo. En Hogwarts solían conocerme por mi primer nombre, querida --explicó posando suavemente una mano en la espalda de su hermana de forma tranquilizadora, aunque distaba mucho de cómo se sentía ella por dentro.
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It must have been love • || GEORGE WEASLEY || TERMINADA
FanfictionHistoria Completa. Segunda parte de «Buenas o Malas Intenciones». Madison Lewis era todo menos una chica corriente. Joven, divertida, carismática y servicial, era una excelente asistente de asuntos exteriores del ministerio inglés en el departamen...