It must have been love • || GEORGE WEASLEY || TERMINADA

Capítulo 6 • W de Whisky para Weasley

Capítulo 6

***

Madrugada del 19 de Julio de 2008

Las calles de Londres estaban, casi en su completa totalidad, en silencio. No se había cruzado con nadie salvo algún que otro coche que había pasado por su lado, deslumbrándolo con los faros delanteros o mojando los bajos de su pantalón al pasar las ruedas rápidamente por el asfalto encharcado.

Quería aparecerse. Habría sido más rápido, pero dudaba en sus propias capacidades.

Caminaba de forma tambaleante y dudosa, pero jamás había estado más concentrado en algo, y justo en ese momento era seguir dando un paso tras otro hacia delante. Le llegaba un profundo hedor a vómito y alcohol, y tras varios minutos comprendió que ese olor venía de él mismo, pero no podía evitar seguir acercando la botella de whisky de fuego hasta la comisura de sus labios cada vez que debía celebrar que había avanzado otros cien metros.

Estaba cerca. Lo presentía, aunque realmente veía todo alrededor como si una capa borrosa se hubiese colocado delante de sus ojos. Las luces centelleaban más de lo normal, y todo se movía demasiado deprisa o demasiado lento. Eso le provocaba náuseas, y le hizo pensar que quizás por eso sus ropas estaban manchadas aunque no pudiese recordarlo con exactitud. Era como si a cada pocos segundos su cerebro se pudiese resetear, aunque no conseguía olvidar lo más importante, su meta.

Quería correr, pero se mantenía en pie con dificultad y la farola más cercana tenía pinta de ser muy cómoda. Encajaba perfectamente entre sus hombros y alumbraba su ropa arrugada y descolocada. No llevaba los zapatos puestos, y frunció el ceño tratando de pensar dónde podría habérselos quitado mientras gruñía por cómo el frío se calaba entre los calcetines mojados y sucios.

Se llevó de nuevo la botella a la boca y añadió un nuevo trago a su estómago con torpeza. El licor caía por las comisura y mojaba su camisa. Luego, limpió su rostro con la manga de su chaqueta y dejó caer todo el peso de su brazo bruscamente hacia abajo. La botella de whisky de fuego resbaló entre sus adormilados dedos y se hizo mil añicos al impactar contra el suelo. Gruño, gritó y pegó a la farola que le servía de apoyo para no caer con el puño cerrado.

Sus nudillos sangraban y, pronto, las plantas de sus pies también al pisar los cristales rotos. Pero ni siquiera sentía dolor. Al contrario, se reía. Una risa paranoica y absurda, tanto como su estado de embriaguez. Pero siguió adelante. Ningún contratiempo le frenaría de enfrentar la verdad que anhelaba descubrir.

Cuando levantó la mirada estaba justo en frente del portal número doce. La luz de la entrada estaba prendida aunque ningún muggle pudiese verla, y la reja de la entrada chirrió en la quietud de la noche cuando se concedió paso a sí mismo. Algún perro ladraba al final de la calle, sin duda por el escándalo que él iba formando, pero no le importaba. Levantó el puño y llamó.

Esperó pacientemente. Casi se queda dormido de pie, pero despertó tras un cabeceo involuntario. Debía mantenerse firme.

Por las ventanas pudo ver que las luces del interior se prendían, y quería creer que ese sonido lejano y amortiguado por la puerta eran pasos que se dirigían en su encuentro. Eran... apresurados.

En otros tiempos, si alguien hubiese llamado a tu timbre a esas horas no habrías corrido a abrir... «¡Qué bobada! No habrían tenido la educación de llamar».

El cerrojo hizo «click» y dejó escapar de nuevo una risa antes de obligarse a permanecer serio y sereno cuando lo primero que salió por la puerta fue una varita apuntándole.

--¿Qué haces aquí?

La pregunta no le pilló de sorpresa. Era, dentro de lo que se esperaba, lógica. Lo que sí le pilló desprevenido era la belleza de la que era testigo a esas horas de la noche, con esa voz tan calmada y armoniosa pero determinada. Casi nubló su sentido por completo con una sola frase, casi olvidaba porqué estaba allí.