Final.

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Miró a su alrededor notando la cantidad de personas atentas a la confesión de Ryuuichi, suspiro desganado.

—Hay un parque cerca de aquí —tocó su hombro, ganando un asentimiento de cabeza. Aún con la cabeza gacha, Ryuuichi camino primero, siendo seguido por Hayato.

En el transcurso ninguno hizo intento de conversación. Ryuuichi miraba de vez en cuando a su acompañante, sin notar nada fuera de lo común en su rostro. Finalmente divisaron una banca vacía, ambos se sentaron en un silencio incómodo.

—Ryuuichi —llamó suave, sonriendo un poco ante la expresión abrumada de su amigo —Yo también te quiero.

Decidido a ser sincero no solo con su amigo, sino también con él mismo y así, lograr finalmente dejar esos sentimientos que lo han estado devorando durante años hasta convertirse en algo cálido, algo hermoso, algo que estaba dispuesto a dejar ir.

—Te he querido durante años, pero no puedo corresponder tu confesión. Lo siento.

—¿Por qué? —Ryuuichi no lo miraba, parecía absorto en las hojas danzantes de los árboles. Hayato dirigió la mirada a la misma dirección luego de la primera lágrima derramada de su amigo.

Hayato lo sabía, se había vuelto egoísta con el correr del tiempo. Antes, no podía pedir más qué la amistad cercana y hermosa construida por los años, se conformó con eso, pero ya no lo haría, no solo quería ser correspondido.

Por mucho que le doliera admitirlo, la mayoría de su vida ahora estaba en Tokio. No podía dejar atrás todo lo que construyó con tanto esfuerzo y tampoco le pediría a Ryuuichi dejar su hogar por él.

—Porque me rendí —lo mantuvo simple pero firme.

—Lamento haberte hecho esperar tanto.

—No te disculpes. Yo quise esperar, además, fue una espera agradable.

Le concedió un poco de tiempo, moviendo de arriba abajo los dedos de su mano contra su muslo. Cuando pareció sensato, volvió a hablar:

—Puedo apartarme, si necesitas tiempo.

Como si estuvieran en sincronía, ambos voltearon al mismo tiempo, Ryuuichi soltó una risa por la acción, sin embargo duró poco, sumergiéndose al instante en sus pensamientos. Apoyó la frente contra el hombro de Hayato.

—Déjame tener un momento así.

Ninguno dijo nada durante algunos minutos. Hayato reflexiono un momento sobre su relación: probablemente este cometiendo un error, tal vez debería tomar la confección de Ryuuichi y abrazarla, permitir dejar salir sus sentimientos, pero el peso en sus hombros dejó de sentirse luego de su pequeña charla.

Ryuuichi estaría bien, es una persona fuerte que merece la felicidad que Hayato no le dará y él por fin podrá dar cabida a otra persona en su corazón. Su amigo y primer amor siempre tendría un lugar especial, pero… quería amar y ser amado con el mismo fervor.

Estaría bien, ambos lo estarían.

———————


—¡Es tan tonto!

—Taka, has estado diciendo lo mismo durante horas —Kotarou, la voz de la razón en ese desastroso grupo de amigos, habló antes de que Kirin empujara a su novio. No la culpa, adora a Taka pero al igual que sus demás amigos, no quería escuchar sobre "el idiota de Hayato".

Ninguno de ellos sabía qué había pasado en la reunión de sus ex cuidadores. Ni Hayato, ni Ryuuichi, dieron detalles a sus respectivos hermanos.

El menor de los Kashima solo pudo escuchar los sollozos amortiguados del mayor, eso casi lo detuvo de despedirse de Hayato en el aeropuerto esa mañana, sin embargo, su hermano sonreía a Hayato de la misma manera, le deseo un buen viaje y le hizo prometer contactarlo cuando su avión aterrizará, incluso le dió un beso en la mejilla. Ryuuichi nunca fue tan audaz. Por un momento creyó estar equivocado, pero todo se aclaró cuando ambos negaron tener una relación romántica.

—Lo digo en serio —Taka presionó la mejilla contra el hombro de Takuma, haciendo un lindo puchero mientras gruñía en voz baja.

— Taka, por favor —volvió a decir, golpeando el menú con nerviosismo —no quiero pensar en eso ahora. Tuve suficiente con escuchar a Ryuuichi llorar.

—Lo siento.

—Está bien, simplemente no quiero pensar en eso.

Antes de sumergirse en un ambiente melancólico, Midori comenzó a hablar sobre su alocado día junto a Usaida.

La mayoría escucharon atentos su relato, mientras Kotarou seguía jugando con el menú. La mano de Taka detuvo sus movimientos, tomando el objeto para entrelazar sus dedos con los contrarios en señal de apoyo.

Kotarou sonrió ante la acción.

Había elegido bien.

Mi persona especial.Where stories live. Discover now