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Sasuke apenas consiguió reprimir una maldición cuando golpeó el suelo. El dolor le atravesó el hombro y se le extendió como fuego por el resto del brazo hasta el punto de que tuvo que cerrar los ojos y apretar los dientes para seguir en silencio.

Tenía las manos atadas a la espalda y la postura aumentaba el dolor de la herida que tenía en el hombro. Hiashi Hyuga le había arrancado la flecha sin la menor delicadeza y él había sangrado durante todo el viaje al castillo de Kabuto Yakushi.

—Te traigo a Sasuke Uchiha, Laird Yakushi —anunció Hiashi.

Sasuke abrió los ojos y al ver a Kabuto a pocos metros de distancia, notó el amargo sabor del odio en la boca. Tenía a aquel hombre muy cerca y no podía hacer nada, excepto seguir tumbado en el suelo, con la bilis llenándole la garganta. Si pudiera, se la escupiría a los ojos de Yakushi.

—Veo que lo has logrado —dijo éste.

Se acercó a donde Sasuke yacía en el suelo y le pateó el hombro herido. Él apretó los dientes y se quedó mirándolo sin intentar ocultar el odio que sentía.

—Te gustaría matarme, ¿no es cierto, Sasuke? —lo provocó Yakushi en voz baja—. Tú me odias incluso más que tus hermanos. Fue culpa tuya que vuestro clan cayese tan bajo. Mi prima es muy guapa, ¿a que sí? Hace tiempo que no la veo. Seguro que se está abriendo de piernas para otro pobre idiota.

Sasuke siguió mirando a Yakushi hasta que éste se puso nervioso y volvió a darle una patada en el hombro.

—Me pregunto qué elegirá Shisui, salvar la vida de su hermano o proteger a su preciosa esposa y a su hija. Es imposible que elija al hermano por cuya estupidez lo perdió todo. Dime, Sasuke, ¿cómo te  sentirás cuando Shisui vuelva a perder todo lo que ama por segunda vez?

Se arrodilló junto a la cabeza de Sasuke y enredó los dedos de una mano en su pelo para tirar de él y mirarlo a los ojos.

—Esta vez no tendrá que elegir —le dijo, con la cara a escasos milímetros—, porque tengo intención de arrebatárselo todo. Tú no me interesas para nada, tu muerte es insignificante. Y después de matarte destruiré a tu clan y a ese rey al que eres tan leal.

Sasuke recordó entonces la pregunta que le había hecho Hinata.

—¿Por qué? —quiso saber—. ¿Por qué atacaste a mi clan? Si vas a matarme como dices, cuéntame por qué nos destruiste hace ocho años. No éramos una amenaza para ti.

Yakushi se puso en pie y dio un paso atrás, el odio que brillaba en sus ojos era idéntico al de Sasuke.

—Hasta ese día ni siquiera habíais oído a hablar de mí, ¿no? —Negó con la cabeza—. Es muy propio de tu padre que jamás nos mencionase a mí o mi padre. Tú no eres el único con motivos para sentir odio, Sasuke. Tu padre me arrebató lo que era mío, así que le devolví el favor.

—Estás loco —replicó él, furioso—. Mi padre era un hombre pacífico. Nunca se peleaba con nadie a no ser que lo provocasen.

Yakushi le puso una bota en la garganta y apretó para mantenerlo clavado en el suelo.

—Oh, sí, era un hombre muy pacífico. ¿Quieres saber por qué? Lo juró sobre la tumba de mi padre porque se sentía más culpable de lo que podía soportar. Juró que jamás volvería a empuñar un arma. Lo sé porque yo estaba allí. Le oí. Oí cómo se disculpaba con mi madre y a mí me dio una palmadita en la cabeza antes de irse, como si eso fuese a consolarme, después de meter a mi padre bajo tierra. Si hubiese tenido una espada en ese momento, tu padre habría muerto desangrado encima de la tumba del mío. Lo habría matado con mis propias manos.

Princesa GuerreraWhere stories live. Discover now