Un pacto con el sucesor del diablo

8. Un viaje con Corente

Regina paseaba arriba y abajo ante la chimenea encendida de su dormitorio. A pesar de que había dejado de llover y de que la tormenta parecía haberse alejado, la noche era muy fría y las hojas de los árboles del jardín seguían dejando resbalar algunas gotas que caían sobre la tierra encharcada.

Estaba cansada, agotada por algo que no tenía que ver con la celebración, pero si guardaba relación con su desencanto y extraño sensación de decepción que la acompañaba. Eran sentimientos incómodos, puesto que hacía tiempo que había aceptado que la vida no era más que una larga serie de pequeñas decepciones. Así era como funcionaba el mundo.

Regina tomó un vaso, se sirvió vodka, y luego se sentó en el sillón frente a su cama, mientras bebía, repasaba una y otra vez la escena que había presenciado en la sala. Volvió a enfurecer como lo había hecho antes y agarró con fuerza el vaso que sostenía en la mano.

Su ansiado y planeado encuentro con Emma Swan no fue como ella lo había esperado. Jamás supuso que la encontraría en brazos del mayor vividor del pais y su peor enemigo: Killian Jones. Regina maldijo a la chica por su traición y se felicitó en silencio por no haber pedido la calma más de lo necesario.

Tras dejar el vaso a un lado, se dirigió a un mueble de madera y se sirvió más vodka sin dejar de pensar en Emma.

Killian y ella habían sido compañeros en las clases de Oxford. Con su buen saber y su poderoso apellido. Killian era un hombre consentido y arrogante, dispuesto a utilizar la considerable mensualidad de la que disponía para cultivar un círculo de amigos aduladores. Era de ese tipo de personas a las que les encanta ridiculizar y aprovechar de las debilidades de los demás.

Siendo niña, Regina se había enfrentado a chicos que se burlaban de su condición bastarda, utilizando dientes y uñas si era necesario,  además de alguno que otro método poco ortodoxo para contrarrestar su crueldad. En más de una ocasión le había castigado por pelearse en el patio de la escuela. Al final siempre acababa retirándose y así aprendió o no hacer eso. Aprendió a controlar su ira y su dolor y los reemplazó con un cinismo que alejaba de sí a las personas y le servía de escudo ante el mundo.

Supo mantenerse alejada de Killian Jones y de sus envenenadas palabras, hasta la noche en que Regina se lo encontró con Milah en un bar cerca de la universidad. Milah era una especie de bruja desvergonzada que solía ganar un Hooch de dinero extra atendiendo las necesidades de los chicos de la zona. Milah no lo ocultaba, pero Killian era tan egocéntrico que creía erróneamente que los favores de Milah estaban estrictamente reservados para él. La noche en que la sorprendió en la cama de uno de sus amigos, enloqueció y puso patas arriba la habitación. Luego desató su cólera contra Milah, le fracturó un brazo y la golpeó hasta que Regina, que casualmente pasaba por el pasillo, se vio obligada a detenerlo.

La lucha fue breve y dolorosa para ambos, pero Regina llevaba años defendiéndose. Luchar contra un hombre mucho más grande que ella, dejó a Jones con los ojos morados, la nariz rota y el labio ensangrentado.

Aquello hizo que Regina se ganará un poderoso enemigo. Al recordar, Regina se ponía nerviosa. Tomó otra vaso de vodka, era algo que no solía beber desde que había tomado el mando de Queen, pero desde que había conocido a Emma se había vuelto una bebida muy habitual en ella, hizo una mueca mientras el fuerte licor descendió por su garganta. Emma seguramente ya estaba dormida en su departamento, con su cabellera rubia encima de la almohada y sus preciosos labios suaves adormecidos. Jamás había pretendido exigir que cumpliera su parte del trato realmente, pero cuando la vio con Jones, algo en su interior la empujó a actuar como lo hizo. Le hubiera gustado matar a Killian Jones.

Regina tomó otro vaso de vodka y acto seguido depositó la copa encima de la mesa. ¿Qué iba a hacer? ¿Convertir a Emma realmente en su amante de turno?